Conciertos

Hay arrugas y estrías que me transmiten mucho más que la tersura de la piel más resplandeciente o que bastantes rostros untados de maquillaje u otros ungüentos. WILLIE NILE, con 66 tacos, es uno de esos casos, ejemplo de honestidad y calidad musical in crescendo aunque la popularidad nunca se haya correspondido con su ilustre aptitud artística.

Imagino que la mayor parte del público congregado en la sala El Loco de Valencia durante la velada del 8 de abril del año en curso era fiel adepta al rockero neoyorkino. Por tanto sorpresas pocas y sí mucho disfrutar de una entretenida velada de buena música.

El pequeño gran Willie venía a lo que venía, a girar por 10 ciudades españolas con su American ride nuevamente como presunto plato fuerte aunque su presentación oficial fuese por estos lares en mayo del 2013.

Abrieron fuego unas notas de piano y allá que nos fuimos, a las Streets of New York, a esas que componen un laberinto de hierro y de piedra, a esas que dicen que los turistas vuelven una y otra vez hasta que dejan de perderse por ellas. Llegó la armónica, un baile a la luz de la luna, una copa de vino y de forma intimista pero épica Willie ya se había metido en el bolsillo de sus jeans de cuero a la concurrencia casi en un santiamén.

Y lo que parecía iba a ser un repertorio con su flamante último álbum (del que sigo pensando que es de lo mejorcito que se parió en el mundo mundial durante el pasado 2013 y uno de los mejores de su discografía) como protagonista del evento en cuestión, no lo fue tanto y el foco del mismo se encaminó más a repasar una dilatada y holgada trayectoria de treinta y pico años.

Por allí desfilaron himnos pertenecientes a los últimos tiempos de la talla de Sunrise in New York City”, «American ride«, “One guitar”, “Far green hills”, “Every time the World turns around”,… pero fue un auténtico placer que recuperara para la causa temas más antiguos comoHard times in America”, “Yesterday’s numbers”, “Edge of the earth”,… o más remotas ochenteras como It’s all over”, “Vagabond moon”, “Across the river”,…

Mención especial para un aplicado y eficaz Jorge Otero, líder de los asturianos Stormy Mondays, como guitarrista acompañante. Y, por supuesto, siempre es un regocijo inmenso homenajear al final en plan festivo a Lou Reed con el Sweet Jane.

Entre los aspectos que más me sorprendieron fue la flojísima asistencia. Me parece increíble que para una institución rockera como Willie Nile no llegase ni a la mitad del aforo en un garito relativamente pequeño. No me vale que sea martes, que sea en Valencia alias «la tierra de las flores, de la Rita, de la luz y del amor», o si, en su caso, había fútbol. No acierto a comprender, a pesar de la crisis de este país, que un grupo como los Stones, o en su caso podría por ejemplo citar también a Bruce Springsteen, vendan todas sus entradas en campos de fútbol a precios elevadísimos o prohibitivos para muchos, teniendo en cuenta además que, desde hace muchos años, no ofrecen material del nivel creativo que tiene actualmente el neoyorkino con unas entradas que no llegaban a 17 euros, gastos incluidos.

En definitiva, más o menos un centenar de privilegiados de un concierto que dudo mucho sea ni el mejor de la historia ni el mejor de los bolos de Willie Nile, quizás por un exceso de medios tiempos y de baladas que saturaron el repertorio, tampoco el sonido me pareció que estuviera muy a la altura, pero sea como sea, una velada más que digna junto a buenos amigos, una gran noche de rock’n’roll de, lo dicho, me reitero, un grande al que la mayoría de coetáneos suyos más populares no le hacen sombra ni están a su altura (alrededor de 1’60 cms.) desde hace bastante tiempo.

* publicado también en el siguiente enlace del Espacio Woodyjaggeriano.



Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Artículos que te pueden interesar