Críticas Discos

A veces la verdad debería importar un poco más. Y más con artistas como Nikki Sudden que hace pocos años se nos fue rascándose el bolsillo para, con suerte, poder dar la moneda a Caronte. Podría decir que fue un artista de los que ya no se hacen, aunque no pretendo resultar pretencioso en la recomendación, porque Nikki Sudden fue un amante del rock en su acepción más literal y más allá de la performance en el escenario, fue actitud y filosofía de vida, con sus figuras paternas en los 60/70 y la canción como vehículo para su poesía cercana. Nacido a la música con el post-punk a principios de los 80, pero con menos repercusión que Mike Scott, como un Willie Nile a la inglesa, sí señores, él debería pertener, pertenece, a esa realeza que nos hace estar orgullosos del rock de guitarras, aunque personifica como pocos el exiliado que de por vida transita más allá de los fértiles pastos de la popularidad (de la poca que al rock pueda quedarle).
Hace pocos años le descubrí gracias a un gran amigo. Ahora adoro a Nikki Sudden en solitario,  con los Jacobites o con The Last Bandits. Hablamos hace poco de su último disco editado en 2006. The Truth Doesn’t Matter es su epitafio, un doble vinilo excelente y diverso, rock de guitarras, los Rolling Stones con poso CBGB (Don’t Break My Heart), detalles sonido Phil Spector (The Ballad Of Johnny and Marianne), de ascendente americana y de dylanosa dicción (Green Shield Stamps). Quien mejor que mi buen amigo Juan Maestre para, a continuación, dejar constancia de su grandeza en este exilio:
Resulta que dejo de escuchar durante algún tiempo a uno de mis artistas favoritos de todos los tiempos y de pronto me encuentro que durante ese lapso temporal, el artista, que ya no está, que se fue y que nos dejó hace unos ocho o nueve años, ha publicado una caja que incluye seis discos de los que dos son un «best of» y los otros cuatro son un ramo de grabaciones de éstas que las compañías discográficas publican en vida si eres un abuelo como Bob o Neil o un artista que muere antes de tiempo y nos dejan huérfanos a algunos melómanos a lo largo de todo el globo.

Porque Nicholas Godfrey más conocido por su nombre de guerra, Nikki Sudden, nos dejó de un infarto hace casi dos lustros y la mayoría no lo siente porque no era precisamente una superestrella, pero a algunos de nosotros nos ha dejado medio huérfanos. Si, porque Nikki hacía prender en sus seguidores la llama que todo buen follower ha de llevar encendida a modo de velita en su corazón de fan. Algunos la tienen por Mily Cyrus, otros tienen infinidad de ellas por una suerte de archipiélago de muchísimas islas con caras de músicos vivos o muertos, y algunos, pocos, muy pocos, pero los suficientes, la llevamos por Mr. Godfrey.

Nikki Sudden no dejaba indiferente, su forma de cantar y componer era tan apabullantemente sui generis, que hacía que el oyente lo odiara o lo adorara. Si te pasaba, o te pasa, como a este que os escribe, al que su forma de cantar y más aún, su forma de componer le toca la fibra, pues entonces el músico se convierte en una persona entrañable de tal forma que sientes su pérdida con mucha rabia, con dolor y con pena.

El otro día, como os digo, descubrí en spotify que se había publicado esa Box Set de la que os hablo arriba. Evidentemente me dio un subidón y me puse a oir diréctamente el disco tres, que es el primero de rarezas con temas en vivo y demás. Fue de estas noches en las que caigo rendido, después de un día más, un día que podía haber sido del montón pero que tuvo su recompensa al final de la noche, ya de madrugada algo me hizo mirar el perfil de Nikki y ahí estaba ese descubrimiento.

La ventana abierta, la una o las dos de la mañana, los auriculares puestos, los ojos cerrados, me fui quedando dormido entre canción y canción y, como sucede en ese sitio, spotify, cuando no pagas, de pronto comenzó a sonar un estruendoso banner sonoro, un anuncio terriblemente terrorífico de una película de, al parecer, campeonatos de break dance. Apagué la luz y me dormí.

Pero antes de morir, justo antes, el inglés se destapó con un disco que acaso pueda pisar sin esfuerzo su podio particular. Ese disco se titula The Truth Doesn’t Matter, en cristiano, La Verdad No Importa y refleja todos y cada uno de los colores anímicos que dominaba (o dominaban como a cualquier hijo de vecino) a Sudden. Desde el tono desinhibido, agradable aire gamberro y macarra de algunos temas (Draggin Me Down, Burgundy), pasando por la melancolía y la añoranza evidente de otros para acabar sembrando la simiente de la tristeza (Beyond Hope) en un disco perféctamente encontrable, editado en su día por Secretly Canadian en compact y vinilo doble y que, en algún momento, después de la defunción del artista, fue reeditado en España por Munster Records.

Y qué digo yo de La Verdad No Importa, pues que es un disco grabado por una banda de Rock’n’Roll al uso, con las guitarras respirando maravillosamente, ejecutado con limpieza, con oficio, con las válvulas de los amplis acometiendo como debe su trabajo, con Nikki pletórico, con unas canciones brillantísimas, porque el músico tenía actitud y aptitud, y que todo ello emulsiona en un disco hecho para durar, de ambientes sónicos diversos pero también diverso y heterogéneo desde el punto de vista de las emociones que contagia. Más que digno, sobresaliente. Porque Nikki era un prisma humano de emociones y para ello y como muestra, un botón, The Truth Doesn’t Matter.

Por Juan Maestre

Nikki Sudden – «The Truth Doesn’t Matter» (2006) 9/10

Side 1: 1.Seven Miles / 2.Don’t Break My Soul / 3.The Ballad of Johnny and Marianne / 4.Talking To The Wrong Guy // Side 2: 1.Green Shield Stamps / 2.Jet Star Groove / 3.Empire Blues / 4.Gin Palace (Jordan’s Dragoons) // Side 3: 1.Draggin’ Me Down / 2.Nothing Left / 3.The Price Of Nails / 4.Black Tar // Side 4: 1.Burgundy / 2.Beyond Hope / 3.All This Buttoning And Unbuttoning


4 comentarios

  1. Bonito recuerdo a Nikki Sudden, yo le conocí por Jacobites, que me volarón la cabeza hace unos años y despues empecé con el solo y segui flipando, yo también desconocía esa caja, hasta ahora que me la has descubierto, la buscare y seguro la pillare.
    Preciosa entrada Chals.

  2. El disco póstumo del gran Nikki es una gozada. Poco antes de su muerte estuve viéndolo en directo dentro de una gira con los Jacobites y aquello fue inolvidable, lo recuerdo y se me pone ahora la piel de gallina. Eso que dices de que pueda pisar sin esfuerzo su podio particular no te digo que no, en dura pugna para mí con el "Red brocade" del 99. A todos los devotos de la Iglesia Jacobita recomiendo muchísimo algunos trabajos en solitario del otro jacobita Dave Kusworth, tanto en solitario como con los Bounty Hunters. Un placer leerte por aquí, querido tocayo, y esa introducción de Chals un lujo. Abrazos a ambos.

    1. Gracias por el aporte my friend, un buen filón por donde estirar de buen rock. Dave Kusworth lo investigaré, y Red Brocade, gran disco, la colaboración con Tweedy es de canción-pom. Saludos

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