Críticas Discos

Pareciera, según quien nos cuenta el cuento, que los setenteros sonidos negroides en el Empire provinieron en exclusiva de la exaltación de la música dub, skas y reggaes  en Londres… El viajecito de los Wailers y su jefe, las reivindicaciones de Strummer y cia, el reventar la bolsa de los Police con su reggatta blanco, después, el díptico Specials/Madness, etcétera y tal… Lo que tampoco está mal, vale, salvo por el detalle que, of course, afirmar tal cosa es tan falso como un billete de nueve euros (y pascual)… En los últimos 60’s/primeros 70’s sucedió una cosa al norte del todo de las britanias llamada northern soul que era tanto movimiento musical como bailongo. Dicho «soul norteño» se extendió como el consabido reguero polvoril por el resto de la isla… y para no hacerlo más largo (y con las oportunas matizaciones) su influencia la podemos encontrar algo más tarde en la historia, en mayor/menor grado, en «musiquitos» -que entre otras cosas también se amamantaron de ahí- del nivel de Elvis Costello, Graham Parker, Joe Jackson, Mike Scott, Paul Weller, largo etc. Por supuesto, como en todos los cuentos, encontramos un reverso tenebroso y es que, debe admitirse, ello también tuvo cierta culpa en el sonido Manchester bailongo 80’s (tan insufrible a día presente para gentuza como el que suscribe)… no el Manchester  que mola, el de de Curtis, Morrissey o las ulteriores y primerizas pétreas rosas, el otro (el de, entre otros, los Lunes Felices y el Nuevo Orden -que a buen seguro a muchos de uds encatarán pero que uno, honestamente, pagaría con órganos vitales del vecino el no tener que escucharles nuevamente-). En cualquier caso, como también ocurre con todos los relatos, siempre hay alguien que lo entiende u asimila todo con especial enjundia y sentido. Y aunque el concepto blue-eyed soul es otra historia -hermanada y más viejuna que también conviene mentar- (que «semos vanáticos», claro), no creo que nadie pillara tanto el rollo a esto del northern soul, en lo musical, como el señor Kevin Rowland y sus Dexys Midinght Runners. Porque en esa piscina, recordemos los nombres de antes, muchísima gente puso un dedo el pie, o una mano, o hasta la cabeza, sí, pero este personal (realmente) se tapó la nariz y se zambulló por entero. Tal cual. Y gracias por ello.
Omitiendo ese notable disco de reencuentro con Kevin de hace un par de años bajo la etiqueta Dexys (los corredores de medianoche se perdieron por el camino, parece… y es que nunca se llevaron muy bien entre ellos por lo visto), la discografía de la banda son los tres conocidos álbumes del primer lustro ochentero… Y qué curioso que, según el medio, el ubicar su masterpiece «mega-recomendable-que-te-mueres»  varie tanto… En resumen: el primero, la presentación, es el más dinámico y variado (la alegría y frescura del primer disco que procede), el segundo es su «disco grande» parido para comerse el mundo (y que se note), y el tercero sería más ambicioso en lo creativo y más «de autor», por así decirlo, pero sin perder identidad y ganando (y mucho) en la erosión del tiempo… Todos son cojonudos en definitiva, los tres, y por recomendados (de proceder y aunque a estas alturas flirtee ello descaradamente con la perogrullada) quedan, pero hoy nos quedamos con el embutido (el del medio): «Too-rye-ay».
Y el disco que empieza, y a ver a qué suena esto tras tanta teoría acelerada de garrafón… Pues, mira,  vientos metálicos de algún garito R&B louisianero y cuerdas analógicas con regusto a Jameson bottle… cojonudo, sí. Y lo que se esperaba, vaya, pero también (ojo) mucho, mucho más. Y es que pocos discos aunan de forma tan inmediata la calidad propia e indeleble a toda gran obra (y esta lo és) con esa sensación de pura y sincera joie de vivre que se inventaron los vecinos del norte.  Y es que «Too-rye-ay» es tan orgullosamente desacomplejado y libre como obviamente bien medido en su acabado y, tras quitarle capas y más capas de prosas escritas (aquí o donde fuere), esa es la última y auténtica razón que lo lleva a figurar en tantas y tantas listitas de «imprescindibles» del medio. Y sin más que nos arrancamos con estos «The Celtic Soulbrothers«, que son toda una declaración de intenciones sin trampas o cartones lo mismo que un arranque de álbum sencillamente inapelable. Queda claro ya de inicios que aquí no hay puerta a la que llamar… la puñetera ya está abierta y unas manoplas enormes te agarran solo acercarte y te tiran para adentro. Violines, vientos, acordeones y la aulladora voz «tomada» (y tan cachondamente dramatizada) de Rowland entre otras verbenas a disponer… Vivaracha y alegre como ella sola en definitiva la muy cabrona. El pub queda inagurado y aquí lo damos todo de salida. Pues tremendo, oiga. Y es que, además, lejos de aminorar los tipos estos parecen dispuestos a hacernos sudar la padrina lo nunca escrito y cuanto antes… «Let’s Make This Precious«… Tócate lo tuyo con esos vientos de «vacaciones en el mar» hasta que entra el aullido de Kevin y se termina en la estrofa donde saxos y trompetas cambian a notas más negras para que se sumen violines y se cante el título hasta el punto que hasta los taburetes se suman a la conga a una mano que, quieras que no, hay que sostener la pinta Murphy’s en todo lo alto. Es entonces, sí, cuando se frenan en lo rítmico… Pero lo hacen para presentar mi mayor debilidad y tema favorito del disco. No creo poder argumentar un motivo realmente indebatible pero, desde la primera ocasión que le eché un oido a este disco (y no pocos años pasaron ya), tengo una perdición muy marcadamente devota por esta «All In All«. Suerte de vals con piano conductor, violines subrayando y unos coros negroides inolvidables que parecen secuestrados de los setenteros «jóvenes yanquis» y que retienen los alaridos del líder de la banda en formol… Extraordinaria en toda su flagrante sencillez y lo tozudo de lo evidente -por lo gigante- que me resulta esta canción. Aunque claro, ojo, como tampoco es plan que nos acomodemos en exceso, es ahora cuando entra su celebrado (y rompedor de listas) meneo a la legendaria «Jackie Wilson Said (I’m In Heaven When You Smile)» del León de Belfast… Y qué comentar sobre esto… Creo que hasta los selenitas más huraños la ubican ya de primeras. Sea por Van o por nuestros protagonistas de hoy es tan universal que es de esas canciones que, estoy seguro de ello, todo el mundo piensa que ya la ha escuchado antes de escucharla realmente por vez primera (valga la paradoja… o la astracanada, pero valga al fin). Para no alargar, dejémoslo en que si alguna vez se consigue aislar el bacilo del cachondeo a buen seguro que el muy cabronazo estará silbando esta canción. Para cerrar la primera cara, en cualquier caso, se remata con la derrotadora nostalgia de «Old«…»¿Puedo sentarme aquí y aprender hoy?. Voy a escuchar todo lo que dice. No me marcharé», de nuevo con piano dominante y trompeteos varios de visita para esta notable y sentida oda al respeto a nuestros «olds» donde se consigue insertar más sentimiento sin, muy complicado, perder o vender identidad (a nivel de banda al generalizar y de disco más concretamente).
Sí, está claro: pobre «B side»,  vaya papelón le queda después de lo que precede… Bueno, hay que dar la cara… Que empiece ya «Plan B» y sea lo que quien proceda quiera. Empieza Kevin con este arrastrado lamento (que a veces se me asemeja a un dolor de muelas por su parte pero, es tal su morro y desfachatez, que me resulta del todo imposible no comulgar con el bandido) y parece que, en efecto, van a plegar velas estas gentes para este reverso de la galleta… Que quién puede mantener este ritmo en estos registros, claro… Hasta que, de forma súbita, saltan los violines y, sin entender muy bien que ha pasado, volvemos a estar de chirigotas… Fetén, sí señor. Más cuando el tema se funde (y como la hace) en uno, sin pausa, con las siguiente «I’ll Show You«. Que no paren las trompetas con ese seco recitar que parece burlado por los coros mientras Rowland introduce unas pínceladas melódicas del caerse de culamen… y esas variaciones instrumentales sin perder paso… Y qué a nadie confunda la presunta vanalidad que alguien pueda encontrar en tan festiva propuesta: «T-R-A», de verdad que se lo digo, es un disco realmente especial. Un disco que no te piensa soltar hasta el final del baile, por cierto, y que continua (para no te quepa duda) con esta «Liars A To E» donde se desacelera un algo (tampoco mucho) para dar de nuevo entrada a estos coros negroides que tan bien supieron rodear de violines y acórdeones los puñeteros. No sé si denominarla «balada northern soul» es correcto (quizá el ritmo debiera ser más lento) pero encaja de alguna manera y, en cualquier caso (y pardiez), mola, que es lo que cuenta. Cadencia y formas similares de inicio, además, para la «gran tapada» (todo gran disco tiene la suya, claro) del lote: «Until I Believe In My Soul«. Que vendría a ser el muestrario más claro de lo que oferta el disco en una sola canción: tiene un narrar más sentido en algunas partes, el ritmo que se desquicia sin perder permiso, volvemos a los coros, un chorus evidente y sencillamente pop que se te lanza al cuello de repente, la instrumentación habitual brillando en todas las formas… y ese violín bonito de por si, susurrado, mínimo, hacia el final… Antes de volver el estribillo (nuevamente a traición) de forma breve y presto a rematar faenas. Y hasta aquí el discazo en cuestión, al que pienso ponerle un pleno (de ley) al ser mejor que existe en su subgénero (a mi muy humilde parecer, de acuerdo, pero es lo que hay). Y no piense nadie que se me escapa que, en efecto, el disco se podría haber acabado de engastar del todo a hierro candente en la Historia con la ayuda, el aupamiento final, de un tema de esos míticos que ayudan a convertir lo «meramente» excelente en lo claramente imprescindible y… Un momento. Esperen… ¿»Notícia de última hora»?… ¿Cómo qué «me he dejado un tema»?… ¿»Come on Eileen«?… ¿Es buena?… Como que «la conoce todo dios, empezando por la NASA que la usa para despertar a sus astronautas»… Oiga, no se descojone de mi, por favor…
Recuento final: Si esto no es un 10/10 vitalicio este mundo ya ha perdido del todo su capacidad de sonreir. Sin más y sanseacabó. Qué no nos despisten los fríos y sesudos comentarios a colación que podamos cruzarnos ever y, básicamente, limitémonos a disfrutar(lo) cual berracos que es lo suyo… Y qué bailen hasta los taburetes forever !
Dexys Midnight Runners – Too-Rye-Ay (1982): 10/10
01. «The Celtic Soulbrothers»/ 02. «Let’s Make This Precious»/03. «All In All»/ 04. «Jackie Wilson Said (I’m In Heaven When You Smile)»/ 05. «Old»/ 06. «Plan B»/ 07. «I’ll Show You»/ 08. «Liars A To E»/ 09. «Until I Believe In My Soul»/ 10. «Come on Eileen».


Por Guzz

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15 comentarios

  1. Me sumo a tu entusiasmo con este disco que practicamente descubrí solo. Me llamó la atención la portada cuando la ví en una lista con los mejores discos de los 80. Buenisimo.

    1. En los 80's el canal autonómico nos emitió varias series británicas de cachondeo (todas míticas e impagables) y entre ellas estaba "The young ones". En ella (que cuesta no comentar nada sobre tamaña y bendita chaladura) salía casi siempre alguna banda tocando en medio del episodio… Ahí, por ejemplo, estaban Madness o Motorhead (impresionante variedad, sí), y entre otros (claro) nuestros protas de hoy y en la época de este disco… En un capítulo salían con Eileen y en otro con la cover de Van… Para qué no te llame la atención ya "pa siempre", vaya… Abrazo guzzero Mansion !

    2. Es verdad!! Tengo la serie en DVD original (a mi mujer le encantaba) y tienes razon!!!

      Recuerdo a Stewart Copeland en un capitulo…

      Por cierto, hace poco falleció Rick Mayall.

    3. Sí, Rick nos dejaba hace bien poco… ¿Viste el par de serie posteriores a "young ones", una con Vivian -no recuerdo el nombre del actor- y otra donde ejercia de político-sanguijuela?. Impagables (la segunda especialmente para mi)… Y después te lo encuentras de secundario en alguna serie dramática del lugar y el cambio de registro te deja ojiplático… No recuerdo lo de Copeland, lo busco que tendrá su enjudia… Y nuevo abrazo guzzero.

    4. Si, algun capitulo ya vi. Lo que si recuerdo es el impacto que me causó de crio Young Ones, que la daban en la ETB y en euskera era Gesteak. El capitulo del hacha en la cabeza de Vivian no se me olvidará en la vida.

      Esa serie reflejaba mucha de la miseria y mala baba de la juventud britanica de entonces. Su insatisfaccion, el hooliganismo, la reveldia…y todo desde la comedia mas radical imaginable. Una pasada. Era el This Year´s Model de la TV!

  2. Solamente los más viejos del lugar saben lo que significó este disco en su momento. Arrasó y bailaron hasta los taburetes. Personalmente lo tengo asociado a bellas niñas de la preadolescencia que me hacían tilín y cuyos rostros no los ha desdibujado el tiempo, alguna sufrió una cansina persecución y alguna otra vio cumplimentado mi objetivo algunos años más tarde. Grandes tiempos para la lírica.

    Sobre su texto, Sr.Don, diré que me ha gustado mucho lo que dice sobre los que amamantaron y sobre las diferencias entre los tres discos de los ochenta. Si tengo que escoger me quedo con el del medio. Abrazo.

    1. Hace ya mucho que veo este disco como algo realmente especial. Por un lado es el mejor disco de su subgénero que conozco (dados mis modestos conocimientos sin duda, pero es lo que hay), por otro es como un pastillote de luz entre plena oscuridad post-punk y tanto dramatismo multicolor neorromántico y, finalmente (lo más importante para mi), tiene la impagable cualidad de, infalible, poner siempre de mejor estado anímico (ni que sea un pizca, pero algo siempre lo consigue el cabrito). Abrazo guzzero, Cosmic Master (y afortunado -sana y sincera envidia- de vivir esto de primera mano que no recalentado del micro) !

    1. Jaja, Coña, ya sé que te encanta el disco pero podrías comentar algo más… que ya te veo pasando de todo, con el mono y la boina haciéndote el karaoke matutino a grito pelao para mayor alegría y dicha vecinal…

    2. Me he puesto el peto vaquero de Kevin, la gorra, el pañuelo y me he ido con un tambor a cantar "Eileen" por la calle… es lo que tiene este disco. Trempera es poco.

    1. Gracias a lot Mr. De Witt. Este disco es, sin duda, la alegría de la huerta y aunque no tenga esa cualidad retuerce tuétanos de tantas masterpieces del medio (más oscuras y necesarias en soledad), si se entra en su peculiar propuesta estás perdido pues es adictivo dinamismo y jolgorio por todos lados a trompeteo y violinazo limpio. Abrazo Addison !

    1. Sobran las palabras, esto es alegria eterna destilada.Yo soy del primero del del medio y del tercero, y del sin Midnights, les adoro. Los viv , los sude, rompí mesas de pubs bailándolos, son Swamp Doggeros, son diferentes , son los DMRunners coño. Soul is the answer.

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