Críticas Discos Especiales

Lo mío con Mike Scott es conexión, extraña conexión. Adoro todos los discos de Mike Scott, los bien y los mal recibidos, aunque confieso que el flechazo lo tuve con su folk y su vuelta a las raices, y además siempre deseé ser un pescador y huir de tierra firme y de sus recuerdos amargos, Fisherman’s Blues ya pasó por el Exile, tenía que estar aquí como tenía que estar This Is The Sea, disco del que tengo la misma estima desmesurada por cada segundo de cada canción, grandeza que escapa de la mal entendida etiqueta Remember* y que quiero llevar en volandas sin objetivismos que valgan pues después de tantos años acompañándome ha ido creciendo cada vez más dejando atrás tantos y tantos grupos que se subieron al tren de la épica desmedida y las producciones grandilocuentes. Y sí, el simple hecho de tener a la vista nuevo disco (anunciado en las exiled news) me sumerge de nuevo en esta fiebre musical, y el repaso discográfico se advierte como dieta vegana.
Os referenciarán a otros (U2, Simple Minds… ) dentro del supuesto saco de la Big Music, y aunque yo sé que lo que afirmo podría no obedecer a lógica alguna (que me parta un rayo si eso pasara algún día), que no se enfade nadie, considero que This Is The Sea deja a cualquier contemporáneo a años luz, así podríamos estar discutiendo durante días, respetando cualquier opinión por supuesto, sobre los detalles de producción y sonidos, y nunca nos pondríamos de acuerdo. No señores, la Big Music no es un estilo musical y tampoco es un sonido determinado, la Big Music es Mike Scott desde el mismo concepto, hasta la misma naturaleza de las canciones, pasando por supuesto por sus shamánicas interpretaciones, y punto.
Mike Scott empezaba a finales de los 70 desde el underground y el punk londinense como todo buen jóven de su época, en aquellos años formó Another Pretty Face y Funhouse, también compartió miserias junto a Nikki Sudden. Ya a nombre de los Waterboys editó dos primeros discos que mostraban su potencial, A Pagan Place llega en mi caso a cuotas de debilidad, pero no es hasta This Is The Sea que culmina el camino, disco único en su especie que conjuga a la perfección y de manera nada canónica sus influencias más marcadas. En lo musical, además de haberse curtido en la Inglaterra de los Clash, es un hijo del sonido de Nueva York, del rock arty de Patti Smith y de la épica callejera del Springsteen de las odiseas urbanas repletas de personajes de fábula, también del noise y del acorde sostenido a infinito de la Velvet, con el deje vocal de Dylan, y un soul hecho con la pasta base del Astral Weeks de Van Morrison, todas referencias conocidas, pero nunca destiladas de esta manera.

Otro elemento primordial es su lenguaje arcaico creado a partir de la literatura. Por Mike Scott, y por los largos años siguiendo su obra, sé de su querencia por los místicos C.S. Lewis y George McDonald, sobretodo en este disco el maestro ocultista Dion Fortune, también la poesía de Yeats es esencial, y de James Joyce coge prestados algunos versos, esencia literaria de altos vuelos que no impidió que me sedujera por completo su místicismo, tampoco que canalizara la poca espiritualidad que pudiera quedarme en este nuevo concepto a medio camino entre el zen oriental y las leyes inherentes a la propia divinidad de la naturaleza. Su instinto es puro y la interpretación logra registrar la epifania in situ con pasión desmedida en cada canción, eso es la Música Superior, la Gran Música de This Is The Sea, una nueva biblia de una nueva religión que actualiza con lirismo exacervado los designos del antiguo dios griego Pan.

Don’t Bang The Drum es introducida por una trompeta que evoca descarandamente pero sin plagiar al Miles Davies de Sketches From Spain, dejando clara la amplitud de miras de la propuesta que escapa a cualquier concepción que pudiera tenerse dentro de unos márgenes propiamente «rock», una llamada imperativa y de ritmo urgente que plantéa el motivo principal: «Que coño hacemos aquí?» una pregunta que escapa de lo prosaico a medida que avanzan los versos invitando al respetable a seguir este exorcismo de lo cotidiano y miserable, con guitarras furiosas y el saxo de Anto trazando un solo antológico, almohada sónica perfecta para que Mike Scott entre en trance y saque de su garganta la Big Music. Un comienzo por todo lo alto.
Rompe por lo sano el pop pegadizo de The Whole Of The Moon, archiconocido éxito ochentero mil veces mancillado en la radiofórmula pero que es pieza fundamental en este rompecabezas, síntesis del Winter’s Tale de Mark Helprin, y homenaje a todo aquello que Scott ve de extraordinario en sus ídolos, desde los literarios, pasando por sus santos del rock, Patti Smith, Nikki Sudden… todos aquellos espíritus libres que anteponen a las bajezaas humanas una actitud ante la vida de continua búsqueda. El alma del disco es Spirit, una lástima que no dejara la versión ampliada de la edición remastered porque es superior, en esta oración está contenida la esencia sacra que nunca deberieron perder las filosofías y religiones antes de capitalizarse y postrarse al poder, con la idea clara de que en cada uno nace la divinidad y no viene del exterior, salmo pagano de gran belleza.
La perfección sonora y lírica llega con The Pan Within con un Steve Wickham que entra en escena marcando terreno y dando carácter a la canción, amistad que aún sigue vigente. La letra evocadora es subceptible de ser interpretada de manera particular dependiendo de quien escuche, aunque por momentos llega a describir la meditación, yo siempre pensé que lleva el sexo a un plano espiritual y místico (como casi todo en este disco), eso si, sin perder ni un ápice de desenfreno, ni de pasión carnal y salvaje, divinizándolo como máxima expresión del contacto humano, aunque es casi imperceptible, en el primer minuto y antes de entrar con la letra puede escucharse a Mike Scott lanzando gritos cual shaman entrando en trance.
Abre la cara B con un trío combativo, la rockera Medicine Bow rompe la tranquilidad, parece devolvernos a tierra firme sin que dejemos de lado la catársis de tamaña empresa, desata la marejada con el rock que mamó de su pasado inmediato. Con Old England, Mike Scott demuestra que hubo vida después de los Clash, y que no sólo Morrisey puso los puntos sobre las íes, canción tejida a partir de un verso de Joyce y que arremete con rabia contra un país desmantelado por el tacherismo feroz de aquellos días, magistral. Be My Enemy es de las canciones que con el tiempo más he llegado a apreciar, debajo del sonido salvaje de esta canción puede escucharse una misa digna de New Orleans donde Scott ejerce de reverendo enajenado increpando con violencia al ruido superfluo que nos aleja de nosotros mismos y nos convierte en seres hostiles y reprimidos.
Tal fiereza se contrarresta con Trumpets, canción de amor al uso, vuelta a la calma y de nuevo Anto enlazando al Clemons que nos hacía volar en los 70, esencial su saxo en todo el disco. Cierra con la que posiblemente es la gran canción de los Waterboys y de Mike Scott, la canción This Is The Sea es la puta obra maestra, la catarsis mística de Astral Weeks, una guitarra de doce cuerdas por cada bafle, con el poder de los dos acordes de la Velvet llevados al infinito, el sonido mercurial de las highlands, la celtic wall of sound construida con pianos, violines, guitarras de doce cuerdas y vientos, apoteosis final inmensa. Con este final Mike Scott resuelve la ecuación, y a la pregunta que hacemos en este lugar tan especial, simplemente le sigue la respuesta de no quedarnos en el río, seguir el ciclo de las cosas buscando la grandiosidad del mar en cada pequeño detalle, la vuelta a la espiritualidad en estado puro y sin nadie que capitalice lo sagrado de un mundo inmenso y cargado de belleza. Un mensaje que puede parecer pretencioso y grandilocuente, aunque nunca es planteado con ingenua simpleza, las fuerzas aquí desatadas son reales, parecen surgidas de esa misma esencia buscada por Mike Scott en su escritura automática y plasmada en el libro de conjuros que encontró en una tienda de antigüedades en la gran manzana.
This Is The Sea mantiene el equilibrio casi imposible entre la actitud combativa hacia un mundo hostil representado por la decadencia de los valores de estado, y la tranquilidad que ofrece la simple contemplación de la belleza del mundo en una búsqueda espiritual en continuo proceso de expasión, cada canción nos invita a subir al tren y a dejarnos llevar, seduce, tracklist diseñado a la perfección y al detalle pensando en el concepto, donde las canciones mantienen fuertes lazos unas con otras conformando un todo. Pero si The Waterboys es la música de Mike Scott indudablemente, hay que hacer una mención especial en This Is The Sea a Anthony Thistlethwaite y Karl Wallinger, también indudablemente, compañeros de viaje que hicieron contribuciones decisivas a la grandeza de estas canciones.

Si, sin lugar a dudas, This Is The Sea es una de las obras más grandes de la década del desfase y la descompensación en las producciones, de los sintetizadores y de las cajas sonando espaciadas como si las hubieran grabado en una catedral, cosa que también lleva en parte este disco, aunque lo aquí grabado nunca fue superado en estas condiciones de épica desmedida y esencias trascendentales, ni en su lirismo, ni en su concepto, ni en la interpretación. Un diez en la historia del rock.

The Waterboys – This Is The Sea (1985) 10/10
1.- Don’t bang the drum / 2.- The Whole of the moon / 3.- Spirit / 4.- The Pan within / 5.- Medicine Bow / 6.- Old England / 7.- Be my enemy / 8.- Trumpets / 9.- This is the sea

*Remember: Una revelación que creo que pocos conocen. En los años 80 Valencia fue capital de la vanguardia musical de este país, grupos que en Inglaterra surgían con fuerza desde el underground independiente pasaban por las salas y discotecas de levante. Entonces, sin internet, los dj’s jugaban un papel muy importante, donde la única manera de disponer de las últimas novedades era importándolas desde Londres. Y creedme que muchos tenían una gran cultura musical, uno de ellos me descubrió este disco entre muchos otros. En poco tiempo apareció la denominación música Remember que viene dada por la etiqueta de correos que llevaban las portadas de los vinilos importados, dice así: «REMEMBER this is an URGENT SENDING», así que las buenas gentes que poblaban los antros a altas horas de la madrugada con sus mentes obnubiladas y dispersas solo les llegaba para leer la primera palabra en mayúsculas de la etiqueta resaltada en el cartón, la brisa levantina es lo que tiene. Así que si alguien alguna vez os dice que le gusta la música Remember le soltáis este rollo y le explicáis que no es un estilo, ni mucho menos, es lo que nos llegaba desde las Islas UK cuando Valencia fue capital de la vanguardia musical.


10 comentarios

  1. … Pero aquello es un río y esto es el mar. Para enmarcar sobre la maltrecha pero apreciada edición vinilera que poseo, Chals ! Suscribo la nota de pleno, y tanto por calidad de contenido como su impronta en la R'n'R history… Este, el pescador y Still burning de Scott solateras se tienen que poner en mármol macedonio forever. Big music y big post, Mestre. Abrazo.

    1. Para mi hasta A Rock In The Weary Land posee grandeza, pero me alegra que nombres Still Burning porque quizás es el disco más injustamente ninguneado de Mike Scott, artista que no cuaja entre los fundamentalistas rockeros por aquello del remember los 80 y tal y cual. Saludos Don Guzz

  2. Yo diría que esta es la verdadera obra maestra de los Waterboys, donde está toda su esencia, 9 temas como 9 soles, propios, sin versiones y con su mezcla de folk, rock y música celta en estado de gracia.

    Abrazos truferos.

    1. A mi incluso cuando hace versiones me parece de grandeza inmensa, la versión de Sweet Thing incluida en el disco 2 de la edición remastered es maravillosa, pero si amigo Savoy, puesto a coronar, This Is The Sea se lleva todas las coronas. Saludos Savoy

  3. Has logrado el texto definitivo sobre tan sobresaliente disco, Chals, disfrutable incluso en el caso de que no se conozca. Algunas de las consideraciones que haces a raíz del análisis particular de cada una de las canciones no las comparto, pero eso no obsta para aplaudir a rabiar tu excelente entrada. No creo que hablemos de "(…) una nueva biblia de una nueva religión que actualiza con lirismo exacerbado los designios del antiguo dios griego Pan", pero entiendo tu pasión, la de quien ha entrado en trance. De aquel año hay tres o cuatro elepés que me gustan igual que "This Is The Sea", por cierto: "Bad Moon Rising", "Rain Dogs", "Psychocandy" y "State Of Our Union".

    Un abrazo, maestro.

    1. La escritura automática a veces te lleva por frases y consideraciones exageradas a rabiar, soy consciente de ello pero me gusta dejarlo en bruto, a lo que me refiero con esa frase es a la intención de todo el disco de buscar la esencia sagrada y real, que existe, yo soy un poco majareta como Scott en eso, aunque la palabra religión puede que se asocie a sociedades con ánimo de lucro y quede incluso desfasada para un disco como este, y biblia idem de lo mismo. Respecto al dios Pan, es un dios salidorro si nos cogemos al pie de la letra las escrituras mitológicas, pero por otra parte puede asociarse a la representación del contacto carnal como máxima expresión física del amor, y este disco creo que tiene mucho de eso, al menos a mi me lo parece. Me alegra que te guste, de los discos nombrados Rain Dogs es el que más me ha marcado, los otros los conocí a posteriori, cada uno muy bueno en lo suyo, los 80 están plagados de discos inconmensurables. Saludos Gonzalo y gracias por pasar.

  4. Esta mañana me he dado otro baño en el "mar" y estoy estupendo. Esto es un discón, me alegra verlo exiliado y más aún por usted, otro waterboy. Esperando escuchar su nuevo disco, me ha soplado Don Guzz que no está nada mal…

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