Críticas Discos

Está bien considerado pero no es recurrentemente mencionado como «el mejor». Tampoco es el más popular (aún atendiendo a que el término «popular» no debe emplearse tan alegremente con este personal de por medio, de cajón ello). Y, ya puestos y obviamente, tampoco tiene la mejor portada. Y, con todo, mi elepé favorito de  Aaron Freeman y Mickey Melchiondo, o Ween (que es decir exactamente lo mismo y que de hecho se convierten en Gean y Dean Ween respectivamente desde el inicio de su carrera y para la posteridad), no es «Pure guava», «The mollusk», «Chocolate and cheese» ni ningún otro que el siempre bienvenido y tan notable «White pepper» del año que nos cerraba el pasado milenio.
Breve aclaración sobre «el gran drama de Ween» antes de seguir… A pesar de tener firme apoyo incondicional de significante parte de «la especializada» desde casi el principio (sin ir más lejos, hace un par de décadas, en El Ruta se tocaban con «Chocolate and Cheese» y no solo por su tan apreciada portada -o no solo, vaya-), no falta quien siempre les ubica, así a saco, en el ídem de las formaciones humorísticas. Cosa que, de siempre, cabrea la de dios al par de marras (o cabreaba, que reza el prospecto que se disolvieron en 2012… aunque muchos, como quien suscribe, no nos lo acabemos de tragar del todo). Son frecuentes las comparaciones, sin ir más lejos, con They Might be Giants… Y, ojo, aunque uno es acérrimo de las banda de los dos John (el mundo es mucho mejor por existir los TMBG, qué duda cabe), lo de Ween es mucho más ácido, corrosivo y, definitivamente, mal lechoso. Hay mucha sátira, muchas (pero muchas) incorreciones políticas y muchísima crítica desde su discurso de base. Esto es así (cerremos ello, a modo ejemplo gráfico, con que si unos -TMBG- son una serie de Matt Groening los otros son, directamente, South Park -con cuyos creadores tienen un colegueo importante más allá de haberles realizado algún videoclip-). De hecho, resulta completamente imposible atar a Ween a un estilo concreto de forma inefable o siquiera definida… Siendo ello, en verdad, su rasgo más distintivo a la vez que su «maldición». Incluso hay quien ha persistido en meterlos el cajón de lo «arty» por su tan buscada deconstrucción de las formas más tópicas y manidas del rocanrol (y en  «a lo bestia mode»)… Pero nada, aunque eso siempre ha sido el combustible más admitido y funcional de la banda (su innegable razón de ser), tampoco acierta de pleno al derogar la vertiente «popular» del asunto. Cosa que Gean y Dean no están dispuestos a sacrificar del todo, faltaría. Y así, que con esta gente podríamos echar el mes aquí a base de matices y puñetillas muchas, entre discos conceptuales sobre la vida marina, desvios imprevistos al country y bluegrass, militancia -forzosa y no forzosa- lo fi, golosas mermeladas que incluyen bajo el mismo título baladas soul a lo Al Green  y virajes hard core que descojónense uds de toda la saga del MacKaye y cia. (entre una cantidad de ejemplos tal que me borrarían las letras del teclado por pura erosión), llegamos al «White pepper»… Su -magnífica- exaltación pop más estándar, aún siempre sin perder de vista de quien venimos tratando. Saludos al «blanco», saludos al «Sargento»… Y, además, como somos la leche en vez de un plátano… pimentón que te crío !. Bravo, y de ahí lo de «exaltacion pop» (de forma y contenido, muy bien).
Y es que les quedó de narices, sí. Con todos sus excesos, ya esperables siendo ellos y por otro lado. Desménucemos el tracklist, así a granel (por esta vez, no se me acostumbren)… Tenemos, sin corte que valga, ese «Lennon alives» imparable en «Even if you don’t» lo mismo que algo tan inequívocamente «maccanero» como «Back to Basom». El inicio, emblemática pop song, con «Exactly where i’m at» es como para tirar la discografía entera de no pocas gentes que medraron en los 90’s Mtv mediante. Y qué decir de la tan imprevisible, descolocante  y verbenera chirigota caribeña (a lo Elvis en aquellas pelis de camisa hawaiana y tentetieso -hasta le copian, en medida razonable lógicamente, el registro y todo-) de «Bananas and blow»… Benditos sean el par de cabritos. No, no es Ween banda para mogigatos y cortos de miras pero, al mismo tiempo, son tan fáciles de escuchar y de disfrutar… y es que tras eso, tócate lo tuyo, aparece muy cabreado el hermano mayor de Jon Spencer para cagarse en todo con la ultraincendiaria «Stroker ace», dos minutos de adrenalina desbocada sin compasión que medie. Para descongestionar, porque en el fondo son buena gente, la tan psicodélica pieza instrumental «Ice castles», o dos minutos de paz a modo intermedio. «Pandy Fackler» es prácticamente jazz en big band mode (a lo Weather Report) y, por contra, «Falling out» es pura road movie, country-blues de garito de barra strip y tira para adelante (y qué buenas guitarras te puedes encontrar en este elepé, así a traición, por cierto y ya puestos). Que bonita despedida, además, con «She’s your baby» (Gene es un cantante bueno de verdad cuando quiere, que quizá no lo dije antes, cierto és), como bonita és también «Stay forever», parada obligatoria para cualquier seguidor de Teenage Fanclub que se precie. Aunque como uno es así de cabrón se queda igualmente con la anterior «The grobe» y su pesado riff zeppelinero, con ese desarrollo a medio camino de un Zappa accesible y un Rundgren especialmente acerado en su siempre reivindicable experimentar. ¿Mi favorita?. La que falta, por supuesto: «Flutes of Chi». Psicodelia oriental que nos aclara, por si falta hiciera y desde «el otro lado el charco», que teniendo a los suecos TSOOL el tan cacareado brit-pop de la última década del pasado siglo és (con alguna muy señalada excepción) como poco una ominosa pérdida de tiempo. Y tan ancho me quedo pues, se congenie o no, así lo entiende (y siente) uno.
A los que ya conocen de las maneras de este personal no les digo nada (que, ojo, quede evidente que tampoco serían anónimos estos falsos hermanos -por si conviene aclararse antes del fin y tal-) y menos desde éste, su «disco decodificador» (el más concreto y compensado, muy posiblemente). A los demás… Bueno, lo más divertido con Ween es la certeza (no presunción, no, pura «certeza» insisto) de que con esta formación hasta la persona que se ha leído todo lo que precede con el gesto más torcido posible, y sin tenerlo nada claro, tiene algunas canciones perfectas para su solaz personal independientemente de su tirón hacia un u otro estilo determinado… y aunque no se llegue a enterar jamás. Esa, en definitiva, es la grandeza de Ween. Y su «maldición».
 
Ween – «White pepper» (2000) : 8’5 / 10
01. Exactly where i’m at/ 02. Flutes of Chi/ 03. Even if you don’t/ 04. Bananas and blow/ 05. Stroker ace/ 06. Ice castles/ 07. Back to Basom/ 08. The grobe/ 09. Pandy Fackler/ 10. Stay forever/ 11. Falling out/ 12. She’s your baby.

Por Guzz.

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7 comentarios

  1. Creo que debo escuchar a Ween sí o sí, ¿no, Guzz? La frase en la que mencionas a TSOOL la suscribo en un 99% (no digo 100 % por no hacerte la pelota).

    Un abrazo.

    1. Cagonla, sabía que tenía que ahorrarme lo de "(con alguna muy señalada excepción)" que me sacaba el pleno, jajaja… El problema con Ween es que, en su afán por ser inclasificables, su discurso es tan libre como descolocante y el drama, insisto, es que tienen bastantes canciones que al escucharlas sobreviene lo de "y si estos cabrones pueden hacer estas barbaridades, ¿por qué no se dejan de tanto rollo intrusista y experimental y se "normalizan" ni que sea un algo?". Que no son TSOOL, por práctico ejemplo a colación, pero coña lo que te plantan en lo morros sin previo aviso y sin avisar que es lo mismo tiene lo suyo…
      Abrazo, Gonzalo.

  2. No he escuchado nunca el disco, pero me han entrado ganas…. es de esos discos que te guardas para ti solo, o eso, o que yo no te escucho nunca…. vamos, pero lo busco y le pego un repasito….

    1. Eso de los discos que "me guardo" pasa por haber sido "rutero" y/o escuchar un par de programas determinados de radio en los 90 donde, con buena asiduidad, te ponían en la pista de cosas buenas y/o muy buenas (presentes y pasadas y que no gozaban casi nunca del favor mediático -y sin olvidar que entonces lo de la interné no existía-). El resto es tirar de hilos y no tener la necesidad imperante de compartir cada cosa que me medio cruce y me guste ni que sea un algo, no tiene más el tema… y este pedazo pimientazo de los Ween es buen ejemplo de todo eso, está claro. Repase, repase, a ver qué le parece…

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