Críticas Discos

Antes de Eels fue solo E, o  «A man called (E)» si les gustan los nombres largos que diría El Nota. Y como E realizó dos discos antes de dejarse convencer por su colega (y batería en los primeros discos de Eels) Butch a fin de formar el famoso «grupo» por el que és, básicamente, conocido: el estreno de 1992 y, de seguidilla,  este «Broken toy shop» del siguiente año. Las comillas en «grupo», cómo no, responde a que cuesta lo indecible encontrar algo en toda la historia rockera a la hora de señalar una formación que opere desde un eufemismo tan flagrante al ser éste, de todas todas, un vehículo artístico que empiece, se cueza y acabe siempre en el proceder de una sola y única cabeza pensante. Es por ello que «E» o «Eels» es solo, para lo que nos ocupa, pura nomenclatura en las covers. Siempre es Mark Oliver Everett y es por ello igualmente que siempre cuento esos dos primeros discos, de forma innegociable, en la ya bastante extensa «discografía anguilada». Y, yendo más allá, me sorprende el leer desde el prólogo firmado por Rodrigo Fresán, en el tan recomendable libro autobiográfico que se marcó hace ya unos años nuestro protagonista de hoy («Cosas que los nietos deberían saber»), que Don Barbas reniega hoy (o renegaba hace esos años apuntados, al menos) de esos dos primeros trabajos… Se coincide cero, desde luego. Ambos, que con quien coincido de pleno es con el mentado Sr. Fresán que tan bien lo señala, son notables y, particularmente, el segundo me merece la coletilla «alto» en el recuento final y sin demasiados sudores. Antes de cambier párrafo, que no lo puedo evitar, dejo constancia de el cómo me llena de orgullo (y como fan del pollastre desde «Beautiful freak») ese pasaje del ya triplemente referido escribano, y en el también mencionado prólogo, donde, sin cortarse en lo más mínimo, señala a Mr. E como el único heredero posible «de alguien como Randy Newman» (ante quien las palabras más mayores se agachan, y agacharán forever, en genuflexión para hacerle eterno pasillo de honor, ni qué decir)… Poca coña pues, y aunque tan poco nos sorprenda al pensarlo un algo a los fieles del hacedor de «Electro-shock blues»… Y léanse el libro, caray.
Muy brevemente… ¿Por qué prefiero ese algo de más el segundo al estreno? (retórico ello, ni qué decir). En el primero ya está el efecto de cajitas de música y sonido de instrumentos de juguete, el tono de orfebre folk-popero que le define y, entre algunas otras bondades en esa dirección -que nos llevan de la mano directamente al «estreno» de Eels y que estallarán ya del todo en «Daisies of the galaxy»-, por tener tiene hasta un highball evidente como la inicial exaltación pop de «Hello cruel world» (pura declaración de intenciones para empezar, desde luego)… Todo ello y más es cierto. Pero, a mi parecer, el primero («A man called (E)») es más una presentación de un estilo, de un proceder (y sin ningunear con ello a algunas bastantes tracks con enjundia ahí ubicables)… «Las canciones» están, más y mejor, en «Broken Toy Shop». Todo opinable, está claro que tratamos en definitiva sobre un músico que «un poco bueno» si sería. Pero así lo entiende uno, y lo viene haciendo desde hace ya demasiados años para cambiar a estas alturas.
La tienda de juguetes rotos de E és, por encima de cualquier otra opción, una exhibición constante de melodías azucaradas virando, sin tregua que medie, entre preciosistas minimalismos folkies y luminosos pasajes poperos más obviamente vitales. Desde aquí la todopoderosa Dreamworks echará el guante, llegará la novocaina para la soul (con su bastante difundido videoclip a juego) y el resto ya és historia (historia que todavía, y gracias sean dadas a quien toque, se viene escribiendo). Pero, conviene el hincapié, sin BTS (y el de antes) la máquina no hubiera arrancado tan bien, por pura y dura lógica, y no debe olvidarse ello ni que sea por un tema de justicia torera. Para agilizar (mucho), señalar la presencia de evidentes singles potenciales en tropel:  «The only thing i care about» (que esta en concreto fue single de facto), «A most unpleasant man», «Tomorrow i’ll be nine», «Someone to break the spell», «L.A. River», «My old raincoat» (esa melodía, obviando los celestiales subrayar de cuerda clásica, debió ser número uno hasta en el planeta de los simios) o, mismamente, la inicial «Shine it all on»… o la preciosura absoluta y ya definitiva de «Permanent broken heart», evidente y faltaría (recuperar aquí el contenido del ahora penúltimo paréntesis)… Que la vida no es muy fácil con el corazón roto permanentemente, está claro. Y si de preciosuras tratamos señalar también, igualmente, la magnífica colección de «temas bonitos» hasta el delirio de E/Eels que por aquí desfilan (y que, para mi, son la baza definitiva del disco de cara al fan añejo -aquí hay en bruto cosas que después veremos sintetizadas, que no perentoriamente mejoradas al generalizar, en tan generosa cantidad-): la despedida con el acordeón de «Eight lives left», «Manchester girl» (con su piano y… ¿y alguien dijo Randy Newman hace un rato?) o las tan sentidas «Mass» (que es «elliottera» de la muerte, para quien lo quiera entender y/o aprovechar) y «The day i wrote you off» (la madre que lo trajo… gallina de piel que decía aquel). Y aunque, es de admitir, «She loves a puppet» sea «la floja» del lote (y con alarmante y epatante claridad) todo se compensa, en el recuento postrero, al reparar en esta  «Standing at the gate» que se deshace en el alma, no en las manos, y te deja con cara de alelao mirando las estrellas como bien pocos saben y pueden lograr en la proporción que a tantos nos alcanza el puñetero barbas.
En resumen, sin alcanzar la excelencia de sus grandes picos (que «electro», las «blinking lights», «shotenanny», «daisies» y alguno más, son cosas muy elevadas -y al loro con los «cautionary» que siguen creciendo-) si puede, y hasta es necesario para todo fans que se precie según lo veo, atesorarse con todas las de la ley junto al resto de sus obras… y lo mismo (o casi) con el anterior, ojo. Solo «Tomorrow morning» me sigue pareciendo una derrapada clara en la carrera de tan nutritivo artista (y al tanto que hasta en ese hay alguna que otra pieza del caerse) y, sin llegar a ese extremo, reconozco que «End times» me flojea un algo demasiado también en la comparativa general. El resto de cabeza, al menos para mi y sin pensarselo siquiera. Además, «Broken toy shop» tiene (insisto de nuevo y ya al fin) esa cualidad de ayudarnos a descodificar mejor toda la grandeza que aguardará en el barbudo camino. Sin más, recomendable y como bastante reivindicable a la par esto de hoy.


E – «Broken Toy Shop» (1993) : 8’4 / 10
01. Shine it all on/ 02. Standing at the gate/ 03. The only thing i care about/ 04. Manchester girl/ 05. L.A. River/ 06. A most unpleasant man/ 07. Mass/ 08. Tomorrow i’ll be nine/ 09. The day i wrote you off/ 10. Someone to break the spell/ 11. She loves a puppet/ 12. My old raincoat/ 13.  Permanent broken heart/ 14. Eight lives left.

Por Guzz.

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2 comentarios

  1. Conozco a este artista de forma reciente, desde el final voy ganando terreno hacia el principio, a estos inicios no he llegado, cuando lo haga tengo claro que este post me vendr´a genial.
    Abrazo.

    1. Este disco y el primero son como los hermanos pequeños de lo que después desarrolla en "Beautifil freak" o "Daisies…". Y tampoco estaría mal que se sacase de la manga, así a traición, algo en esa dirección (con esos sonidos de jueguete e instrumentaciones clásicas con violines y demás de remache) en la actualidad aunque, obvio, lo que viene haciendo también sea -mayormente- la leche… Tampoco me hagas mucho caso Addison que con el barbas ya hace demasiado que perdí casi toda objetividad… Soy demasiado fans, me temo.
      Abrazo Mr. De Witt.

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