Portada de The Hope Six Demoltion Project (Island Records, 2016), noveno disco de PJ Harvey

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Reseña del noveno disco de PJ Harvey, una declaración de intenciones cargada de actitud y buenas canciones

Necesitamos artistas como PJ Harvey porque lo suyo está a kilómetros de distancia de la mojigatería y de la pose, ahora está empeñada en propinar suntuosas patadas en los huevos del stablishment a base de pildorazos de rock comprometido, vale, es una diva, pero una diva como las que ya no quedan.

Este disco me gusta cada día más. Polly Jean continúa siendo la más porculera del patio y nosotros echando de menos a Joe Strummer (y aún lo haremos por supuesto). Y es que pocos artistas tenemos ahora en activo con tal actitud artística que además tome una posición tan clara junto al desfavorecido y en contra de las injusticias más flagrantes, que no nos faltan. Actitud tan poco habitual y tan poco «políticamente correcta» en las vidas aburguesadas de las redes sociales que para nada reflejan su indignación en la calle.

Nuestra Polly Jean unas veces vendrá con su autoharpa y otras con un saxo colgado al hombro, aunque más importante me parece que a pesar de su estatus y a pesar de su, a veces, altanería arty y conceptual, sigue a su puta bola y eso me resulta admirable. Además… Señores!!! ante las grandes pérdidas que avasallan el rock una cosa hay que tener clara aunque las prisas del momento y la promo nos impidan darnos cuenta, y es que aún tenemos artistas a quienes atender y alabar, a considerar clásicos de nuestros días  con discografías de largo recorrido, personales y carismáticas, únicas, como PJ Harvey.

Una artista en mayúsculas por su puesta en escena y por el intenso feeling que impregna cada nota que toca independientemente de las vicisitudes de cada nuevo disco, siempre viene con un halo de intachable autenticidad, sólo ella aunque mude de piel, tan despierta y tan lúcida y tan dispuesta a llegar al fondo de la cuestión cueste lo cueste, caiga quien caiga.

PJ Harvey al saxo

Poco podré alumbrar a estas alturas puesto que The Hope Six Demoltion Project ya no es novedad, ya se ha dicho y escrito bastante, aún así me parece importante dejar claro que su escucha reiterada a lo largo de los últimos meses no ha hecho más que acrecentar mi admiración por PJ Harvey y mi amor hacia estas canciones, un disco que necesita perder de vista el calentón del momento.

Sé que la corriente general dice que The Hope va unos pasos por detrás de su anterior disco por su irregularidad sonora. No es mi impresión a pesar de que queda más que clara esta dualidad entre su vertiente más comercial y su versión más difícil para la escucha ocasional, pero es precisamente esta irregularidad la que me parece esencial para apreciar este disco que aún hoy por hoy me resulta excitante.

A parte que siempre pensé que los discos irregulares son los que mayor personalidad tienen, te suben y bajan por sus montañas rusas y te obligan a no esperar, ni a dar nada por sentado. The Hope en ese sentido tiene entidad propia empezando desde una portada que admitámoslo: es una puta mierda, sin embargo consigue lo que una buena portada tiene que conseguir, y es ni más ni menos que darle su carisma a aquello que contiene.

Vamos con las canciones. La reivindicación social de The Community of Hope ya ha recibido cera y ha molestado a quien debía molestar entre las autoridades oficiales y/o el poder fáctico, cosa que demuestra que Harvey no va mal encaminada, y además con una tonada de lo más adictiva, favorita para empezar las mañanas con el puño en alto.

Hace atravesar por Washinton DC el River Anacostia que aprovecha para su poesía pseudo-ecologista envuelta en un halo sacro y espiritual, no podía faltar su guiño incluido a los nativos americanos en Medicinals con su habitual desparpajo en el fraseo, en Near the Memorials to Vietnam and Lincoln consigue una ingeniosa metáfora alrededor de monumentos que deberían representar valores profundos y que ahora son meros placebos ante los que hacerse selfies, con estribillo muy jipioso alternando con su particular manera de cantar, sólo ella puede hacer este tipo de canciones sin caer en el más absoluto ridículo.

Otro tema candente es el bienestar social convertido en la moneda de cambio más rentable, y Harvey que le pide cuentas a The Ministry of Social Affairs con su blues rudo de brocha gorda y un magistral interludio experimental de saxo enloquecido, me encanta esta canción porque representa el riesgo que siempre está dispuesto a asumir, y bajo mi punto de vista se salda con nota alta, nadie hace nada como ésto hoy en día y sale victorioso, bueno, el año pasado por latitudes similares Bowie nos demostró que sí, Él sí.

El discurso político de PJ Harvey no es frívolo ni panfletario, tanto The Ministry of Defense con un sonido tan «la Harvey cruda» que nos gusta como la suave y grácil Dollar, Dollar son ataques concretos donde no duda en exponer su integridad, peleona a más no poder, canciones impregnadas por el desencanto de su periplo por Afganistán, crónica de la realidad que no cuentan los noticieros, otra es A Line in the Sand, una de mis favoritas por su halo ligero y a la vez visceral en su discurso.

PJ Harvey en Glastonbury

Sus crónicas también se pasean por Kosovo en The Wheel, uno de los puntos álgidos del disco y ya un estandard de su cancionero, y la marcial Chain of Keys, ambos escenarios lamentables por donde PJ Harvey nos estampa las cifras de la vergüenza, de la tragedia que supone la muerte de miles y miles de niños, y al otro lado, nosotros: pasividad. Brutal, sé que Strummer sonríe desde donde esté, seguro.

Necesitamos artistas como PJ Harvey porque lo suyo está a kilómetros de distancia de la mojigatería y de la pose, ahora está empeñada en propinar suntuosas patadas en los huevos del stablishment a base de pildorazos de rock comprometido, vale, es una diva, pero una diva como las que ya no quedan.

Si en Let England Shake, PJ Harvey metía el dedo en la llaga de las bases colonialistas sobre las que se ha cimentado el Imperio Británico a lo largo de la historia, con The Hope Six Demolition Project entrega un disco notable donde consigue hablar sin obviedades del presente inmediato al que no queremos mirar a los ojos, no se corta e intenta llegar al fondo del porqué en ciertos lugares la gente inocente sufre y/o muere, de la guerra, el hambre y la especulación atroz.

Con un discurso potente y articulado con el que relata los temas de los que a nadie, artista se entiende, le gusta hablar por lo comprometido y puntiagudo del asunto, y bajo mi punto de vista lo logra sin que su actitud se interponga, ni merme el empaque musical de la obra que a pesar de su irregularidad no deja de resultar excitante, y ojo, mención especial a un plantel de músicos de auténtico lujo.

Que sí, que remover conciencias ya no está de moda, pero oigan, si uno puede removerse el seso al ritmo de su música pués que sí, que yo me rindo a sus pies. Discazo. Ah! se me olvidaba comentarlo que si no reviento: I love you Polly Jean.


Un comentario

  1. Me lo apunto Chals, fíjate que esta chica nunca me ha terminado de atrapar, y me consta de que tiene clase y talento. Estuvo en noviembre en Bilbao y no me acerqué a verla, oí cosas buenas del bolo. No caté el disco así que me lo apunto.
    Un abrazo.

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