Críticas Discos

El año musical acabó con dos propuestas totalmente dominadoras en cuanto al número de escuchas en el hogar nikochiano. Dos propuestas que comparten un aura común, un cierto grado de melancolía y nostalgia que, para seros sincero, empastan perfectamente con mi estado de ánimo prenavideño. Por un lado, nos ha enamorado el ya comentado «Far from the echoes». Maravilloso segundo disco de Germán Salto que se da un baño en la esencia de los Beach Boys, Beatles, Big Star y The Jayhawks, y por otro, una de mis debilidades personales, la vuelta de Langhorne Slim que se zambulle en los cantautores folk americanos de final de los sesenta principio de los setenta. El de Pennsylvania, supongo yo, que forzado por la desbanda de miembros de su banda de acompañamiento, The Law (antes War Eagles), que sacan sus proyectos en solitario al mercado, decide sin más volver a las raíces y entregar un buen puñado de canciones que nos remiten a sus orígenes y, como no, a los orígenes del folk. Desde su excelente debut «When the sun’s gone down» en 2005, pasando por «Langhorne Slim» (2008), «Be set free» (2009) y «The Way We Move» (2012), hasta llegar al fantástico «The Spirit Moves» del 2015, Langhorne Slim nos ha deleitado con su personal manera de cantar y componer, convirtiéndose en uno de los más carismáticos folkeros de los últimos quince años. No miento si aseguro que es uno de mis artistas favoritos de los últimos años, artistazo que incomprensiblemente sigue en la sombra, fuera del radar comercial y del populacho en general, él en solitario y Dr Dog como banda, representan ese «secreto» (a voces) de calidad gigantesca ignorada mundialmente. Langhorne Slim en este «Lost at last Vol. I» (suponemos, deseamos y rezamos por un Vol II) vuelve a firmar en solitario, y vuelve a su esencia, a lo básico, a por decirlo de algún modo, lo rural. Vuelve a deleitarnos con canciones maravillosas. Sensibles y melancólicas, en ocasiones repletas de romanticismo. Y lo hace, visitando todos los estilos que han protagonizado sus diferentes discos, es sin duda una colección de canciones que representa su música y su obra. Vuelven la mandolina y el banjo, la guitarra sedosa y el piano juguetón, y como no, nos deleita con esa voz tan suya y tan americana. Tan especial y tan fantástica. Langhorne Slim firma un señor disco que con total seguridad no encontraréis en ninguna lista de lo mejor de lo mejor del año, siendo como es una delicatessen inigualable. En la Isla y el Exilio sí que estará porque amamos a Langhorne Slim sobre todas las cosas.

«Life is confusing, and people are insane… Life is confusing, and people are insane…»

Pelos de punta con la inicial «Life is confusing» que sin duda marca la línea sonora y anímica del disco. Canción sencilla y bonica del to, donde la guitarra fluye y los arreglos nos hacen volar, mientras que la voz de Langhorne se hace grande al estar acompañada por Casey Jane Reece-Kaigler (de la banda The Lostines) que da ese toque sixtie tan maravilloso, tan flower-power, tan costa oeste.. Maravillosa de principio a fin. «Old things» nos lleva de la mano al pasado, a tiempos de «When the sun’s gone down», y consigue que se nos meta en la cabeza y  no podamos dejar de tararearla. «House of my soul» tiene ese inicio típico de Langhorne, ese inicio tan «the spirit moves», con su dosis cabareteras, pianos desbocados y ebrios metales. Puro Slim, Goddamn!!!. Fanfarrias y acordeones feriantes para «Ocean city» que nos lleva al folk dylaniano y algo peterpaulandmaryesco. Delicia sixtie que incluso toma algo prestado de Simon y Garfunkel… todo en dos minutos. Chapeau. Con tan solo un minutillo de «Money Road Shuffle» nos vuelve tarumba, gracias a ese piano de farwest que nos lleva en bolandas a uno de los temas del disco, el baladón «Never break»: Let’s fall in love with our telephones off... «Bluebird» es un festival en sí misma. Todos a bailar. A beber, y a disfrutar. «Alligator girl» es una de mis favoritas del disco. Un blues en toda regla donde el piano se hace protagonista y la voz de Langhorne Slim hipnotiza. «Funny feeling» resume muy bien qué y quién es Langhorne Slim, con ese estribillo para cantar a pechopalomo en sus conciertos… Simple y maravilloso. Entonces llega el que tal vez sea el hit, el single, del disco. Esa «Zombie» que me vuelve tarumba, que vuelve a tener ese acompañamiento vocal femenino que quita el hipo y nos teletransporta a la costa oeste y sobretodo, nos imaginamos a Cat Stevens entonando el inicio del tema y simplemente nos arranca una sonrisilla de felicidad y placer. Genial. Antes de cerrar el disco llega «Lost this time» que es impresionante por su desnudez, y finalmente «Better man» nos deja K.O. con es piano circular y bellísimo, y una letra bonica. «Lost at Last vol I» es un disco sensacional, puro y sencillo, sin efectos especiales. Firmado en solitario pero con la presencia de muchos amigos ya sean los Lostines, Casey Jane, Casey McCallister, Malachi DeLorenzo, Sam Kulik, André y Louis Michot, Lost Bayou Ramblers e incluso el grandísimo John Sebastian, sí, con eso lo digo todo y no digo más, un señor disco, un disco muy Sebastian porqué no decirlo, un disco hermoso, un caramelito. Queremos ya el volumen II, póngase a ello inmediatamente señor Scolnick.

Langhorne Slim – Lost at Last Vol.I (2017)

01.- Life Is Confusing/ 02.- Old Things/ 03.- House of My Soul/ 04.- Ocean City 05.- Private Property/ 06.- Money Road Shuffle/ 07.- Never Break/ 08.- Bluebird/ 09.- Alligator Girl/ 10.- Funny Feelin’/ 11.- Zombie/ 12.- Lost This Time/ 13.- Better Man

*Post aparecido originalmente en Nikochan Island por Nikochan


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