Críticas Discos Especiales

Oh Street Legal, mi Calle Legal de rimas bien traídas y mejor entonadas, de recodos brillantes a la luz de un sol de injusticia, tratado de congas y mandolinas, de cicatrices y supervivencia, de recuperación de órganos mercuriales traseros, de cartas de tarot y añoranzas, de fronteras soul y trabalenguas ¿ha sido nuestro amor en vano?
 
Te veo en una bici blanca BH, en su baca, amarrado con un pulpo de rayas verdes por un camino polvoriento lleno de piedra y grava de un pueblo castellano como el gotelé de las paredes de los estudios Rundown. No te calificaría ahora como una colección de canciones sino como exposición antológica de sensaciones emocionales, de aprendizaje, como ese primera maestra de escuela que todavía te sonríe. No sé si quiero distinguir entre Señor o New Pony, entre Is your Love In Vain o Where Are You Tonight, (Journey Through The Dark Heat) ¿para qué serviría? El amor que te profeso sería en vano si no me reconfortara tu discurso y tu calor sofocante de hora de siesta de verano extremo, de tu color de trigal, y sabor a Pantera Rosa con una Mirinda, el saberte de memoria aunque pronuncie tus palabras como me da la gana, con el deje que queda de aquellos años de inocencia y entrega. Y es que escucho Boney M o Manneken Piss en Cambio de Guardia, qué le voy a hacer. 
 
No has envejecido nada y yo tampoco contigo o por lo menos mientras te escucho. Ya se intuía el Nobel de manera anticipada porque pocos pueden hacer versos como:
 
I stumbled to my feet
I rode past destruction in the ditches
With the stitches still mending ‘neath a heart-shaped tattoo
Renegade priests ( Manneken Piss) and treacherous young witches
Were handing out the flowers that I’d given to you
 
o
 
Well, the last thing I remember before I stripped and kneeled
Was that trainload of fools bogged down in a magnetic field
A gypsy with a broken flag and a flashing ring
He said, «Son, this ain’t a dream no more, it’s the real thing»
 
Cantan tus chicharras, ahora y siempre,  como en las etapas reina de los Tour de Hinault, aquellas que veía en la tele en Frías esperando que llegara el mes de agosto para tenerte entre mis manos y la fresca para salir fuera y soñarte.
 
Siempre contigo estará ese fan que no se de cuenta de que la mejor canción es la que cierra tu cara B, una de tus obras maestras como casi todas las que contienes. Y de que no eres algo para partir en trozos sino un sonido compacto en tromba peculiar que sale de un ser roto recién divorciado que quiere redimirse y buscar algo en lo que creer mediante el tanteo de versos dignos de reyes y reinas del Palacio de los Espejos.
 
Ahora que lo pienso tienes más de John Wesley Harding que de tu predecesor Desire pero sin ambos atrás, empujando al misticismo simbolista, no hubieras sido posible. Pero Steve Douglas y su saxofón te dan ese aire tan crepuscular, tórrido y triunfal del que puedes estar orgulloso. Y también ese toque al Elvis in Memphis.
¿Cómo te explico? Escuchándote y entendiendo tu dolor, tu búsqueda y tu vigencia. Eres como aquel verano infinito y caluroso que duraba en el pueblo casi tres meses desde la hoguera de San Juan al 15 de septiembre. Eres enemigo de la enseñanza pero enseñas, eres intuición y sonoridad, eres el misterio de un mundo por descifrar.


«Se escucha el solitario tono de una campana en el valle de piedra donde ella se baña en una corriente de puro calor»


«Y en la última hora de necesidad, el sacrificio es el código de la carretera desde la del condado de Lincoln al  Monte Armagedón, desde Méjico al Tibet.» Un camino bien conocido que hizo también una BH blanca en 1978 contigo de banda sonora.


Felicidades por tus 40 años. Y sobre todo gracias por todos los sitios a los que me has llevado y por el resto a los que me llevarás al antojo de tus coristas gospel.


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