Críticas Discos

Cuando un nuevo disco enamora de manera inesperada y descubres de paso a un nuevo artista, la espera para un nuevo trabajo se hace eterna. Nathaniel Rateliff me deslumbró con su disco del 2015 junto a The Night Sweats. Un disco que no era el primero, para nada era un debut, pero sí que había un cambio de estilo, pasando del folk al soul y todas sus vertientes. Había en aquel disco auténticos pelotazos como la canción que le daba inicio, «I need never get old», o la tripleta formada por «Trying so hard not to know», «SOB» y «Wasting Time». Un disco de esos que cuesta abandonar por uno mismo, y tiene que llegar otro todavía más grande para aparcarlo voluntariamente, en este caso particular fueron dos, primero M Ward con su «More Rain» y  luego Jason Collet con «Song of a dance man«. Hicieron falta dos discos para dejar aparcadas las buenas canciones de Nathaniel Rateliff, canciones que descubrí tarde ya entrado el 2016, así que estaba decidido a ser de los primeros en hincarle el diente a su próximo trabajo, y aunque dicho nuevo disco salió hace unas cuantas semanas es ahora cuando me veo con fuerzas para hablar un poquito sobre él y deciros, ya de primeras, que estamos ante un maravilloso disco, probablemente con menos punch que el anterior pero seguramente con mejores canciones y acabados. Es un disco sin altibajos, muy homogéneo. Sin grandes cimas (no encontraremos aquí otra «SOB») pero con una media elevadísima, casi de sobresaliente durante todo su minutaje. Más soul que su anterior aventura, salpicado con algo (más bien poco) de country-soul, mucha personalidad, buenísimas canciones, y un estilo ya definido que es apuesta clara de presente y futuro. Encontrado este tono en su disco anterior tocaba ahora reafirmarse y llevar las canciones un paso más. Sin duda Nathaniel lo consigue picando en el soul de maestros como Sam Cooke, Van the Man y Otis Redding, sin olvidase de ese tono Stax en los vientos y soulerías, e incluso hay algo del despelote Stoniano del «Black and Blue» salpicado del estilo de The Band. Personalmente creo que se ha beneficiado de la gran producción de Richard Swift, el disco rebosa clase y arreglos delicatessen que nunca suenan retro, sí mirando de reojo al pasado pero dotándolo de nuevos aires. Sin artificios y con mucha verdad entrega el señor Rateliff y sus Night Sweats un disco soulero necesario como el comer, como el aire para respirar. Un disco que es vida.

 
La espectacular y setentera «Shoe Boot» abre el disco de manera maravillosa. El órgano haciéndose poderoso mientras nos despeinan vientos souleros y nos introducen en el que será con toda seguridad uno de mis discos favoritos del año. «Be there» entronca fácilmente con su anterior trabajo. Base trotona y pegadiza que te hace mover la cabeza de un lado a otro y que se te vayan solitos los pies. Simple pero efectiva.  El festival sigue con «A little honey» donde el órgano sigue sacando la cabeza para deleitarnos mientras que el fantasma de Billy Preston se aparece ante nosotros y el estilo de Van Morrison se apodera de Nathaniel, siendo en este disco donde Rateliff se acerca más al León de Belfast. «Say it Louder» suena a clásico instantáneo. Si te dicen que es una toma perdida de los setenta de alguna bestia soulera cuela. Aquí está presente el supersonido de los setenta. Aquí está presente la esencia de este sonido, su magia y su sencillez. Magnífica. «Hey Mama» es probablemente mi tema favorito de este disco. Una canción redonda. El inicio es muy Stoniano, muy del «Black and Blue» y tiene esa cadencia de The Band que nos robaba el alma. Tiene esos vientos con los que Van Morrison envolvía sus viejas y míticas canciones. Y tiene un final inolvidable que invita a ser cantado a pechopalomo. Mientras que la primera parte del disco se cierra con la bella «Babe I Know» que es pura magia negra, puro sur, puro Cooke, la segunda parte se inicia con un pelotazo incendiario que responde al título de «Intro» y que por cierto quedaría de lujo abriendo su disco anterior.  Funkoide, calenturienta y sudorosa rememorando tiempos de Stax. Sin duda otro de los temas del disco. A estas alturas tenemos la certeza que Nathaniel ha dado en el clavo. Tenemos la seguridad de no estar ante un disco  más, otro más. Estamos ante un disco de esos que roban corazones y secuestran almas. Un disco que se hace grande a cada escucha y que se convierte con suma facilidad en un clásico nikochiano. «Cooling Out» solo hace que refrendar esa idea, ese sentimiento. Es un pequeño temazo que nos conduce con el estilo del gran Ray Charles acompañado de un hammond descomunal hasta el single del disco, hasta «You worry me», que se desmarca un algo del sonido general del disco, siendo algo más comercial y radiable pero igualmente es un tema buenísimo. El soul positivo aparece de nuevo en «Still out there running» y finalmente la canción que da nombre al disco lo cierra de manera espectacular pues «Tearing at the seams» es una de las mejores piezas del disco. Una balada clásica de rompe y rasga, de las que gustan en el hogar nikochiano. Una joya. El disco tiene su versión de lujo, y la tiene con dos temas extras que no desentonan y que perfectamente por calidad podrían haber entrado en el disco sobretodo el soul de «Boiled over» puesto que «I’ll be dammed» desentonaría un poco en el contexto general. Nathaniel Rateliff firma un disco sensacional de los que hacen afición soulera, y de los que consiguen que nos hagamos seguidores de un artista.

Nathaniel Rateliff – Tearing at the Seams (2018)


01.- Shoe Boot/ 02.- Be There/ 03.- A Little Honey/ 04.- Say It Louder/ 05.- Hey Mama/ 06.- Babe I Know/ 07.- Intro/ 08.- Coolin’ Out/ 09.- Baby I Lost My Way, (But I’m Going Home)/ 10.- You Worry Me/ 11.- Still Out There Running/ 12.- Tearing at the Seams /// 13.- I’ll Be Damned/ 14.- Boiled Over.

* post aparecido originalmente en Nikochan Island por Nikochan


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