Discos Críticas

su tono vocal repleto de reproche emocional, de mal de amores, de jondura espectral de hijo del Blood On the Tracks y sus palos van desde el medio tiempo soberano, al pop-rock más infectado de chispa roquera y a la eterna balada lenta de sonido entre las 6 y las 7 de la mañana de gozoso desperece ante el nuevo día.

Acudir al topicazo de obra de madurez resulta un poco insulso para describir este nuevo joyero de un veterano tan regular como Peter Bruntnell pero es que le va que ni pintado. Aunque vive Dios que Peter nació maduro como artista o por lo menos desde una de las masterpieces del songwriterismo de cambio de siglo, el esencial «Normal For Bridgewater» (1999). Lo cierto es que el culto a su obra y buen hacer sigue siendo vergonzosamente minoritario. Aquí un fan desde hace 20 años, gracias a un recopilatorio de regalo con uno de los primeros números de la revista Uncut.
Él es un secreto y como tal lo tenemos que tratar, con suma discreción y sabiendo a quienes se lo recomendamos, gente sensible y especial. Me interesa que Peter pueda seguir viviendo de su oficio y venda los discos suficientes para ello, así como que siga regalando esos directos mágicos con los que nos deleita cuando viene a Bilbao al Colegio de Abogados o a la Kutxa Beltza (en mi opinión, de los mejores pases de sus impecables historias curriculares)
Si todos sus discos sobrepasan el notable desde el mentado, lo bueno del galés es que no saca los discos con prisa, no entrega canciones apresuradas sino cocinadas al lento fuego del gas, no dejándose llevar por producciones ni tonterías. Su sonido tiene la  profundidad del color de la lluvia de su tierra entre verde y gris tan inglesa como por etiqueta, americana.
Hace cuatro años «Nos Da Comrade» ya estuvo en mi lista entre los mejores discos de 2016 y la verdad es que parecía insuperable. Pero como siempre pasa con Peter y os emplazo para la apuesta a  2022, seguro que en ese año editará otra maravilla porque él no sabe hacerlo mal, al igual que sucede con Chuck Prophet al otro lado del Océano.
Cierto es que tiene un estilo peculiar por su tono vocal repleto de reproche emocional, de mal de amores, de jondura espectral de hijo del Blood On the Tracks y sus palos van desde el medio tiempo soberano, al pop-rock más infectado de chispa roquera y a la eterna balada lenta de sonido entre las 6 y las 7 de la mañana de gozoso desperece ante el nuevo día. Su fórmula: dentro de las hermosas melodías de sus canciones va cayendo una especie de chirimiri ambiental que te lleva al pleno recogimiento y concentración. Evan Way de los Parsons Red Heads y su precioso disco en solitario con los Phasers («Long Way») – también de 2019- podría ser la representación de un tipo de manera de hacer muy Bruntnell pero ojo, después de Bruntnell.
Las influencias de la siempre brillante Gran Estrella de Memphis están todas ahí ya que quizás sean los de Chilton y Bell los que más luz han dado al power-pop del nuevo milenio, eso si, llevada a cada propia sensibilidad y localización dentro de los cantes de ida y vuelta eternos UK-USA.
Este Rey de Madrid es absolutista como lo demuestra la inicial Broken Wing, todo un real decreto de poderío que de primeras se junta a fijas en setlist como Played Out, By The Time I Get To Phoenix, Here Comes The Swells , Domestico o End Of The World.
Contar con el mítico steel-guitar man inglés BJ Cole (73 años) en buena parte de las canciones también dice mucho sobre ese régimen monárquico que no admite protesta porque aquí hay autoridad, no autoritarismo. BJ es como el Ben Keith de la Pérfida Albión y pone los pelos de punta cuando asoman sus notas por los horizontes brumosos de este maravilloso disco.
Ciertos son los aires al Harvest Moon de Shakey con esas fogatas de guitarras Neil tras el mantra así como la querencia a las texturas de su amigo Joe Pernice (Pernice Brothers), otro que tal baila y al cual podríamos considerar su hermano musical.
La estructura es perfecta: a la imponente Broken Wing (como War On Drugs sin drama impostado) le sigue un trallazo como Dinosaur con riff guitarrero duro harrisoniano y que podría estar en cualquiera de los discos de referencia de Matthew Sweet. La madeja no presenta ni un ápice de desorden, el oficio es ejemplar. Todo me hace pensar que es un tributo a la banda del gran J Mascis.
En la sublime y bellísima Lucan hace acto de presencia BJ Cole detrás de un cuatro por cuatro con coros doo wop: soul pop de altura y tan bonito cantado. Thief of Joy o el medio tiempo de la casa, brioso y tatareable o esos acordes acústicos del The Lonely de los Wilco que inician otra perla llamada Memory Hood con un interludio más duro curioso en medio que le da toda la gracia para volver a recomponerse en lo que es pura mantequilla. Van 5 y todas son de 10 por lo que será muy raro que baje el nivel. Suenan a clásicos.

Como también lo es ese precioso vals titulado como el disco, King of Madrid entre un Cohen y un Young bucólicos pero con su latido propio de sabor de mermelada de ruibarbo untada en scones recién horneados. Widows Walk representa la reflexión austera y emocionante ante una letra que se intuye del todo interesante todo con toques muy Lambchop circa Is A Woman.
Para continuar en modo obramaéstrico la gema de todo el lote se hace llamar Snow Queen y con las dos precedentes forman la capilla gótica de este inmenso trabajo, la pura filigrana de la slow song. Pocos componen baladas como Peter y claro, B J Cole forever para hacernos llorar con sus notas gotitas de rocío.

Para la recta final deja las canciones más políticas: London Clay y sobre todo National Library sobre el tema Brexit y el loco Parlamento británico, llamando la atención como aunque vuleve a los medios tiempos, eso no supone bajar el pistón sino todo lo contrario. Y es que creo y el tiempo lo dirá que Peter ha pintado su obra maestra y sin duda, el disco en solateras mejor de este insulso y muy repetitivo 2019. Por cierto, se lo dedica a su madre, eso es un punto a favor de que estamos ante algo realmente extraordinario de lo que, hasta un artista tan humilde como él, se puede sentir bien orgulloso.

¿Qué es tener clase? Ser Peter Bruntnell. Un maestro.

King of Madrid. Calificación: ***** Una delicatessen, un abrazo, una delicia.

Un deber moral: comprárselo.

* Y pensar que ha tocado mi guitarra. Creo que no la volveré a tocar nunca más, él si que la hace sonar. 
En el segundo vídeo, Peter Bruntnell con mi Martin DX1 en un hermoso vídeo de los TWOBASKOS que tuve la suerte de disfrutar. Escalofriante.


6 comentarios

  1. Gon, nada que ver con la última reseñaza que has hecho de la joya de Santi Campos del que también fui corwfunder.En serio, este disco es muy que pero que muy pom. Al time! Un abrazo!

  2. Ya veo como conservas la gracia joserratarra en tus crónicas. Acudí al concierto de presentación de su disco anterior con Jesús de Radio City en el "mítico" escenario de El Intruso (de tan gratos recuerdos). Esta su nueva obra no me la pienso perder.
    Fuerte abrazo,
    Javier.

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