Reseña y crítica de ‘Hate for sale’, álbum de Pretenders en el 2020.
…estamos ante un poderoso trabajo, a la altura de su mejor y primera época de la new wave, al que posiblemente el tiempo equipare hasta concederle la distinción de clásico imprescindible…
Mucho se habla y se discute durante el año en curso sobre los nuevos trabajos discográficos de dinosaurios, vejestorios y veteranos musicales como Bob Dylan, Neil Young, Paul Weller, Jayhawks… y muy poco, o insuficientemente, del portentoso retorno de Pretenders, a juicio y criterio de un servidor a bastante distancia por delante de los citados, de los que todo sea dicho, siempre me he considerado muy fan.
Digamos lo habitual para estos casos, lo de los refranes esos de que para opiniones están los colores, para gustos se hicieron y de todos los colores nos vistieron, o de que en gustos y colores no discuten los doctores. Ah, y ya de paso también nos acordamos de que las comparaciones son odiosas aunque necesarias.
El caso es que cada vez que escucho “Hate for sale”, el undécimo y ultimísimo álbum en estudio de Chrissie Hynde y compañía, el cual retrasó su lanzamiento por el Coronavirus, percibo con mayor nitidez que después de cuarenta años estamos ante un poderoso trabajo, a la altura de su mejor y primera época de la new wave, al que posiblemente el tiempo equipare hasta concederle la distinción de clásico imprescindible.
El primer adelanto fue una droga azucarada, una inyección de amor titulada “The buzz”, donde mostró esa desinhibición de aquellos singles de 1979 y 1980, evocando claramente al inolvidable “Kid”. Después llegaría la aceleración del adictivo cohete que es “Hate for sale”, un tributo a Damned que da título al disco y que podría encuadrarse a medio camino entre «Precious» y “The wait”.
No podía faltar el mayor protagonismo y aptitud vocal de la Hynde, tal como sucedió en el tercer single, la introspectiva “You can’t hurt a fool”. Ya con la cuarta y quinta avanzadilla, respectivamente “Turf accountant daddy” y el cañonazo “Didn’t want to be this lonely”, quedaba patente que esto era espontaneidad elaborada con ingenio y concisión.
Al ver la luz el álbum que nos ocupa se sumaron cuatro temas que perfectamente también podrían ser escogidos como singles promocionales, desde la muy convincente onda jamaicana de “Lightning man” a la exploración del rock clásico en “Junkie walk” pasando por el pop-rock guitarrero marca de la casa con “I didn’t know when to stop” y “Maybe love is in NYC”, o por esa inmensa balada como colofón que es «Crying in public«.
No quedan márgenes para las dudas, el desperdicio brilla por su ausencia. En nueve canciones que transcurren como un ciclón Chrissie Hynde ha dado un salto atrás y, cual si se hubiese teletransportado con la máquina del tiempo, parece ubicarse entre los dos primeros discos de Pretenders, justo antes del “Learning to crawl”. Una sorpresa muy grata que cuatro décadas después mantengan el vigor y se hallen entre los mejores artefactos discográficos del 2020.
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Habrá que escucharlo, no era un disco que tuviese en una lista de prioridades, pero a tenor de esta reseña y de otras cosas igual de buenas que he escuchado por ahí lo escucharé, a ver si endereza un poco el presente curso musical.
Abrazos.