Críticas Discos

Y de repente a varios artistas a la vez, aunque no es ello del todo correcto por mucho así lo parezca en retrospectiva, les dio por fundir psicodelia, rock -hard o no-, pop, jazz, «folkeos varios», y todo lo que pillaran en definitiva (que para el caldo que iba sin miramiento). Aquello tenía que etiquetarse al alarido de «ya», dicho ello desde la perspectiva del periodista/crítico musical, por supuesto. La palabra «progresivo» empieza a aparecer hasta en la carta de ajuste y, hala, ya tenemos el tinglado montado y presto para vender los churros… No importó demasiado los miles de matices que hacían y hacen a algunas bandas, a ello asociado -y desde esa bisagra del segundo lustro sesentero primero setentero como histórico momento culmen-, únicas e irrepetibles. Tal cual. King Crimson, Gentle Giant, Pink Floyd, Family, The Moody Blues, Genesis o Jetho Tull, y un ingente considerable, son «lo mismo»… Pues, vale, tenían todas esas formaciones algunas canciones muy largas (las «suites» de marras) que a veces ocupaban una sola cara de disco, y también fundían géneros con alevosía y tal pero… ay lastimero, la gracia estaba en el «cómo», es ello lo que las hace tan diferenciables cogidas de a una y lo que las tan recurrentes necesidades de algunos por señalar, por cercar en un vallado concreto, acaba por ningunear un algo (sea aposta o no) algunas grandezas que merecen figurar, al menos, al mismo nivel que las grandes obras  que suelen citarse en esto del rocanrol. Tampoco falta a veces, siendo ello entrañable y para los visitantes de Ferias de Discos varias,  la figura del personal que ronda los sesenta y trata de convencerte de que tu vida sin tu edición en vinilo del «Mirage» de Camel (o similar) es un sinsentido sin excusa que valga… Mola, y es comprensible. Si yo me hubiera pasado la adolescencia liándome trujis encima de los cartapacios ciclópeos de Yes seguramente pensaría algo similar. Claro qué sí.
Y es ahora, explicado lo de arriba, donde nos paramos (pues es parada obligatoria) en el Canterbury Sound de las narices. Así llamado de forma obvia por procedencias y cuya magnificencia e importancia no se le limita ni mucho menos a los Soft Machine de Wyatt, Ayers y cia. En verdad aún por encima de tan legendaria formación (y con mis respetos a Gong, Egg, Matching Mole -de nuevo con el gran Robert-  y demás) mis favoritos, desde esa verbena, siempre serán los, con frecuencia reivindicados (y por algo será), Caravan. Y no solo por tener mi disco predilecto -este que hoy toca «exiliar»- de toda la jerigonza progre de la mano con el «Foxtrot» de la banda de Gabriel, Banks, Hackett y el otro par, ojo atención. Ese periplo 68-73 con sus cinco discos del tirón me merecen entrar por la escuadra en el listado de periodos imprescindibles de quienesquiera ever. No quepa duda. Aunque, sí, dicho ello conviene admitir que «In the Land of Grey and Pink» es si cabe aún más especial. O eso me resulta a mi, al menos.
El tercer disco de Caravan es algo con lo que perderse en el bosque con la Incredible String Band lo mismo que un tripazo (y no me refiero a partes abdominales al hacer el aumentativo precisamente) del quince mil. Es el último álbum con el cuarteto original, con la banda ya bregada y disparada lo que hace que, evidente, les pillemos «de dulce» y más. En verdad, parece hoy cristalino, echaron el resto lo indecible aquí y no sorprende en absoluto que se diera la primera deserción en el seno de la caravana… ¿»Adónde ir desde aquí»?, que quizá pensó Dave Sinclair tras largarse con sus teclas a por otros pastos… Aunque quizá, sencillamente, es que algo tan brillantemente agotador como la creación y recreación de la extensa suite de la B side creó demasiadas disensiones o desencuentros… Meras hipótesis sea como fuere y que, en realidad, tampoco importan demasiado (no se cierra ningún círculo aquí a mi entender, ya que el par que seguirán -y con todas sus variantes a cuestas- también son la releche y más).
Así , sin nada a añadir, los ex-Wilde Flowers abrían las «rosas y grisáceas tierras» con una «Golf girl» que aunaba ya de salida proclamas de vientos, desarrollos poperos típicamente british en su proceder y flautines que lo mismo suenan medievales -reforzado ello por el estilo «bardístico» de Richard Sinclair al entonar- que a selvas peruanas, según por donde les de a ellos (y/o por donde le de al oyente). Magnífica, para no enturbiar tan apetecible botín con torpes palabros decir que siempre me suena a algo así a cómo hubiera sonado «Hunky Dory» de contar con la banda de Ian Anderson como acompañamiento (y con licencia para «meter mano», ni que sea un algo y por supuesto) al tener, a la par, ese hilo conductor de pop pseudo-acústico vivaracho y expandirse a florituras bosquímanas e instrumentales varias de diversa índole. Y qué nadie se asuste con la descripción, de darse el caso y no conocerse el pastel, es un tema ameno, bonito y directo de por si que, para despejar dudas ya en salida, tira por tierras eso que tan gratuita, equivocada e injustamente algunos agencian a «lo progresivo» (que si es «pesado», «excesivo», y demás chirigotas por doquier que vienen a querer significar lo de «paja mental», en definitiva). Tras tan memorable (pues esa es la palabra que me gusta otorgarle) introducción llega «Winter wine» que, para resumir, es al menos igual de buena. Aunque marcadamente distinta, quede claro. Con una inmediatez menor pero un desarrollo algo superior por esa cadencia de ritmos lentos y rápidos alternados que generan con maestra naturalidad, como quien se rasca lo suyo, alcanzamos meta en una parte casi final, antes de la definitiva y de nuevo cantada, donde se da cancha a los virtuosismos varios. Y que son la repera para el caso que nos ocupa, no se dude. De tener algún problema ese «vinate invernal» lo único que se me ocurre es lo eclipsada que pueda quedar por una inmediatamente posterior «Love to love you (and tonight pigs will fly)«, que es lo más parecido a un «hit-single» que aquí encontraremos. Con ese inicio y marchamo que parece secuestrado desde «la cosa salvaje» de los Troggs, sus gorrinos voladores, su socarrona inocencia en tono y siendo el único tema cantado de la primera cara por Pye Hastings como voceras principal, el tema más destacadamente corto en duración de esta «Land» emerge y funciona como juguetón intermedio antes de cerrar la primera sección. Dicho honor recae, cómo no, en el tema titular: «In the land of grey and pink» -la canción-. Favorítisima de la formación para quien suscribe, ya hace muy largo tiempo que caí rendido a esta propuesta de ténue base acústica con mínimo pero siempre presente órgano de fondo para que después, entre partes y como lienzo en blanco que és, entren y salgan teclados y demás cosa muy fina (ese piano poco antes de la mitad me mata varias veces). En «genial» que lo dejaría por ser uno prudente y tal… Y al darle la vuelta al galletón, por supuesto, la suite de más de veinte minutos que completa el todo y rellena por completo la segunda cara respondiendo al nombre de «Nine feet underground«… Qué decir… Sumérjanse, déjense sorprender por los matices en tropel y variedad de palos que nos regala. Despejada en ocho partes claramente diferenciadas donde de todo hay y de todo cabe: solos guitarriles y de órgano de quilates, virajes pop tremendos a traición, folk de exquisitez abusiva, ingenios instrumentales que no se ven venir ni dispéptico perdido… mucha, demasiada candela (aquí pasamos de Cat Stevens a Deep Purple sin pestañear y con la boina… colosal es poco). En fin, para terminar, que la que liaron los Sinclair, Pye Hastings y Richard Coughlan con esto en los first 70’s me parece de matrícula plena e incaducable. Y, ruego atención, sin afirmar ello desde una perspectiva meramente «progre»… Esto va mucho más allá. Yo le calzo un diez por las misma barbas de Bombadil (no olvidemos que es uno de mis dos discos fetiche de la «etiqueta de género» aunque -y con oportunas matizaciones- reniegue, como también expliqué con anterioridad, de la misma por lo tocante a las imposiciones trapisondas de los de siempre) y me quedo tan ancho…
Y, estaríamos buenos, no puedo despedirme sin redirigirles a la magistral entrada que el Sr. Javier De Gregorio realizara tiempo ha en su espacio, Javier Fuzzy Records, a colación de, entre otras cuestiones, tan excelso trabajo como fue, és y será el recontracojonudísimo tercer Caravan… A ello de cabeza y sin preguntas: de marco, tachuela y huequecito en pared lo suyo.
Caravan – In the Land of Grey and Pink (1971) : 10/10
01. «Golf girl»/ 02. «Winter wine»/ 03.  «Love to love you (and tonight pigs will fly)»/ 04. «In the land of grey and pink»/ 05. «Nine feet underground» : I. «Nigel Blows a Tune»; II. «Love’s a Friend»; III. «Make It 76»; IV. «Dance of the Seven Paper Hankies»; V. «Hold Grandad by the Nose»; VI.»Honest I Did!»; VII.»Disassociation»; VIII. «100% Proof».

Por Guzz

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8 comentarios

  1. No puedo estar mas de acuerdo .Creo q x encima de genesis,floyds yes.. hay dos grupos q me interesan mas camel y caravan DE caravan son sus primeras obras lo mejor q han ofrecido ademas me han servido para entrar en la musica de incredible string band tal vez x sus usos folk

    1. Para mi los Genesis del "nursery" al "lamb" son una barbaridad… Pero, desde luego, soy de los que pasan de esa "historia escrita por vencedores" (para el progresivo caso: los que más vendieron o los más populares y aún sin negarles nada de su grandeza). Hay ciclos de varios años, que no meros discos concretos, de cosas tan dispares como Family, Gentle Giant o los mismos Caravan que no me claudican ante nada desde la tan recurrente etiqueta… Y, sin duda, hay un mucho de la inolvidable Incredible en esta Land, Mr.
      Abrazo guzzero.

  2. Gran texto y como siempre didáctico a la vez que entretenido, como digo siempre, me perdonaréis pero lo del progresivo no va conmigo.
    Abrazos.

    1. Gracias Addison por lo del texto. E insisto que este disco me es merecedor de mirarse por encima de etiquetas, no te pegaré la chapa si no te motiva de entrada pero creo que una pasada (o repasada) por esta Land nunca es tiempo perdido (hay mucho folkeo de la pradera, pop british de manual y unos soleos importantes de diversa índole aquí escondidos).
      Abrazo Mr. De Witt !

    1. La primera y la tercera son básicamente pop asilvestrado (con los correspondientes virajes instrumentales), la del medio y la que sigue es más de los mismo cambiando "pop" por "folk y, cómo no, tenemos además el viaje alucinógeno de la cara B donde solo faltan cánticos gregorianos rapeados… Brutal !
      Abrazo guzzero Mr. Truffle !

  3. Antes que nada, el texto esplendido, eso de leer con agrado un estilo que no me gusta tiene su lado educativo como dice Addi, aprendiendo aquí estoy (hablo a veces como Yoda), sea por la grandeza de esta reivindicación que me montaré un flac con este disco a ver que pasa. Saludos Guzz

    1. Es factible que los elfos y hadas de Canterbury te lleven al huerto Chals. Hay, como apunto por ahí, mucho de otros estilos en el primer lado del disco (y muy alejados de aquello que suele atribuirse siempre a "lo progresivo") aquí metidos. Otra cosa es la "suite" de la cara B que para mi es de 200 sobre 10 pero ya vendría siendo otra propuesta… El viaje total !. Abrazo guzzero.

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