Esto, me temo, va a ser complicado… Para no eternizar, ya aclaro de entrada, trataré de no perderme en lisonjas y parabienes (en la lógica medida posible) para con un músico/genio que, para mi, comparte con Mr. Cooke la casilla 1 a la hora de fundir folk/gospel con el azúcar de lo popular. En verdad, con el alter de Robert Allen Zimmerman se me ocurre pensar aquello que le suelto (con toda la pomposidad y repelencia que soy capaz) a ese alguien que te cruzas de vez en cuando en la vida -que de todo hoy y a priori los ínclitos también tienen madre… otra cosa es su oficio, pero eso ahora no toca- que afirma, sin vergüenza alguna, que: «no le gustan los Beatles». El axioma garrafero en cuestión que les endilgo, sigo, viene a ser algo como: «no te gustan los Beatles que has escuchado de momento, cuidado»… De ello, intento se deduzca, que en verdad «hay unos fab 4 para todos» y lo sepan o no, pues tal es su insondable grandeza. Y cuarto y mitad con Dylan, siempre en la opinión personal, por supuesto, quien dispara lo explicado al infinito y beyond merced a sus tantas décadas de singladura por montera. Personalmente resumiendo (mucho), y perdón por no podérselo evitar, de sus íconos sixties me quedaré siempre con «el que se lo trae todo para la casa» en últimas instancias, de la misma forma esa especie de tripleta «soular», inventada por la curra en la almendra de quien suscribe, compuesta por «street», «Infidels» y «empire» (y através de los últimos 70’s primeros 80’s) me resulta el tocamiento duluthero absoluto… Esto es así. Ya en el nuevo milenio, el canalla/Maestro, ha conseguido sonarme las moqueras una vez más con ese bodeguero «Together through life» que patidifuso dejome (no me preocupa ese «pasar de rondón» que parece le define… el tiempo le pondrá en el merecido sitio que por justicia torera debe ocupar). Todo ello, atención, limitando el espectro a un señalar (cuando no hay necesidad, ok, pero uno es así de gilipuertas) por décadas o etapas. Así, finalmente, que nos dejamos los 90’s en el tintero, en efecto… Los cincuenta palos de Bob en la travesía. La década del célebre y tan aplaudido «Time out of mind». La década donde, cómo no, el tío seguirá a la suya, ajeno a lo que le envuelve como siempre, en pos de seguir fraguando esa aventura inabarcable en aristas y contenidos, sin parangón posible, hace tanto empezada. Ese disco, TOOM, fue sin duda un palmearse espaldas entre los más fieles y aguerridos dylanitas around the world («sigue teniendo que mirar al cielo porque no hay nadie que le quede encima», y similares… y con razón, claro, porque el álbum es de una majestuosidad indebatible). Sin embargo, llegados a este punto les ruego a todos me disculpen porque (obviando que estoy tratando temas divinos con la perspectiva del lego confeso) para mi, en esos noventa tan ruidosos, Dylan realiza uno de sus escorzos más brutales y, egoístamente, necesarios: «World gone wrong». Mi favorito suyo de dicho decenio y, me atrevo qué cojones, un top 10 de discos ever del sinpar bardo.
WGW… Un álbum de versiones ajenas. Un trabajo respetado (en efecto) pero nunca del todo idolatrado aún en la cúpula de los dylanitas más militantes. Y tampoco voy a venderles la carta de «lo generacional» con esto, ojo… Pues si bien es cierto que servidor cumpliría la mayoría de edad en su año de edición no fue hasta bien pasada la década que entré en su tan peculiar juego/encanto. Rematando el asunto, está claro, en que cuesta encontrar un disco que se adapte menos al «Dylan-inmediato» (que sí, aguerridos fanes, existe ello también les guste o no de ver) que éste… Un disco de acústica, -con ocasional harmónica irruptora-, y tentetieso que se reboza sin pudor alguno en el folk-blues asilvestrado del año la maricastaña… ¿Y qué tiene pues, al fin, la rodaja en cuestión que me lo hace tan querible?… ¿No será esto sino un ardid para ir de «original» y «cool» por la vida por parte de su humilde escribano, saliéndose del camino para de ello «presumir»?… Hombre, ya les aclaro que «original» y «cool» lo soy un rato (que si solo fuera «pomposo» y «repelente» sería un auténtico hijo de puta, si), pero para el caso que nos ocupa, más claro debe quedar aún que WGW me parece una obra de arte solo a la altura de quien la firma y uno o dos (a lo sumo tres) más. Ahora se lo explico, por aquello de que hay que ir haciendo párrafos y tal.
Suele ponerse este álbum en el mismo saco que el inmediato anterior «Good as i been to you» del año anterior. Es de recibo y natural. Pura inercia por nacer del mismo concepto de base (acústico 100% y con temas ajenos de muy provecta edad por regurgitar). Sin embargo, hay una marcada sensación que me deja siempre WGW que ese, también magnífico, trabajo anterior no acaba de poseer… El disco del 92 es un arrejuntar gemas a la búsqueda de la justícia para con el pasado de los mayores, un agachar la cabeza ante lo que uno ha mamado de pequeño y que regala de nuevo con orgulloso aire revindicativo («que no se pierdan estas cosas, por dios»). En «World gone wrong» ese trabajo ya está hecho… Y el genio se ha gustado. Ha estado cómodo como hacia tiempo y necesitaba. Bienvenida pues la repetición, desde luego… pero con matices. Toca moverse. Se embute un sombrero de copa que retrotrae más al Huckleberry de Twain que a las carreteras beats de Kerouac y cia, y se inventa a este prematuro vejete que explica su particular historia a los bisoños oidos que la quieran escuchar. Esto es: «World gone wrong» encierra un sentido direccional desde su selección de partes que desemboca en un todo concreto, un cuento de peregrinaje y abandonos que un artista hace suyo desde lo ajeno con muy determinada y afilada intención, un muy peculiar cuento de luz de candil que debe ser tomado como único y como tal asimilado, en definitiva. Si no se quiere entrar ahí, dejemos de hablar (o dejen de leer, mejor y si prefieren), y escuchemos por enésima los «blondes», «desires» y demás que bien pocas cosas se nos van a ocurrir más alejadas del tiempo perdido. Cristalino ello… Pero uno, también, optó ya hace un muy respetable tiempo por parar atención al mentado vejete aquí impostado. Y de él sigo y seguiré aprendiendo. El fuego lento no se ha apagado, el guiso ha cuajado y, visto hoy con la (creo) merecida perspectiva, se da cuenta uno de la enormidad de trabajo que aquí queda encerrado para los restos.
«World gone wrong«, la canción, me resulta tan ancestralmente hermosa que me da igual si para alguien este tipo tiene voz de grillo pisado o para otro es lo más maravilloso desde el pedernal… Y me da igual porque, desde aquí, ya nadie la podrá volver a cantar para mi. Zimmerman también tiene ese poder, ya lo saben, vaya. «Me agarro la maleta y me voy porque ya no puedo seguir siendo bueno»… El sentimiento del que ha dado todo lo que tenía y al final no ha sido suficiente para sofocar la necesidad de nuevos horizontes por conocer y, por ende, opta (y argumentándolo además por ser así de cabrón) por tomar las de Villadiego… Todo eso y más destila la melancolía, no exenta del orgullo que siempre presta la convencida determinación, aquí ubicada. «Love Henry» parece la clara continuación, aunque «complementación» sería más correcto, del folletín con las impresiones de «la abandonada» («I have gold chains, and the finest I have I’ll apply them all to thee») entremezcladas con la resolución que de ahí toma nuestro protagonista en contrapunto («A girl who would murder her own true love, Would kill a little birdlike me»)… Ese hacer ascender a su compañera a castrante sirena homérica por parte del tipo puede, en efecto, lindar con la hipérbole a fin de cargarse de razones por su partida… Si es ello plausible o justo lo contrario queda a gusto del que observa/escucha. En cualquier caso, llega ya la víspera de la partida con «Ragged & dirty«. Un rezo al Lord al que suplica no le putee en exceso pues, en definitiva, debe recordar que «él también fue niño once»… Rezo que mezcla el llanto por la situación actual (en pos de la bendición/conformidad divina) con el lógico miedo por lo inhóspito e incierto que aguarda ya en el camino. Y así llega la, corrosiva más que agridulce, despedida del nido con una «Blood in my eyes» que auna ser tan mínima (como casi todo el disco, sí, pero incluso más si cabe) como una de las piezas que más adoro del de Duluth (importándome unos muchos pimientos que lleve o no su firma de origen en el proceso)… «Quédate con todo lo mio, no me importa lo que hagas ya en este mundo»… No le quedan ya lágrimas por vertir aquí, solo esa sangre de burro apaleado hasta el agotamiento que repite sin perder oportunidad de poner, ya por última vez, a su ahora ex-querida al más betunero nivel. Y para cerrar este primer acto, sin saber a ciencia cierta el tiempo transcurrido, nos encontramos al tipo tirado dios sabe dónde derramado en un mar de arrepentimiento y añorando lo viejo conocido a lo que, cómo no, ya le desparecieron colas, cuernos y tridentes… O eso pareciera. «Broke down engine«, implora que se le devuelva a casa… No, al portal es suficiente. Recordando bondades (ahora sí, cabrito) de madre y esposa, con pistolas empeñadas y ropas vendidas de por medio, mal que pinta la cosa para nuestro prota desde este blueseo por muy de manual (y casi por estrenar) que sea…
Aunque quedan siempre los recuerdos, las historias… Y a ello se aferra, cómo no, una vez más y como clavo ardiente. Pura nostalgia para esa «Delia» que murió en su cama, que amó a todos los que rondaban pero a él no, y desde la que cataliza, con tristeza, la partida de todos los amigos que se fueron… Y sin olvidarse del malogrado Curtis en absoluto, ojo (que disparó a Delia y espera en su cárcel, para siempre, bebiendo en su taza de hojalata). Y desde luego, igualmente, que la historia de «Stack-A-Lee» tampoco sería la alegría huertera por mucha harmónica se de… Pero, joder, qué historia de nuevo (y qué enorme siempre Bob atacando este tipo de relato). Stack «ajusticia» a Billy Lyons al que acusa de haberle robado su sombrero Stetson en un bar (puro western, está claro) y al que desoye por completo cuando le implora piedad. De hecho, lejos de ello, le espeta un: «que Dios bendiga a tus tres hijos y a tu esposa ya la cuidaré yo»… Y desde ahí de mal en peor para este «mal hombre» por supuesto y hasta que, obvio, acaba también con sus huesos en la cárcel… Donde, finalmente, no puede dejar de escuchar a Billy Lyons reptando junto a su cama… Y todo por un sombrero Stetson. Piel de corral, sin duda, pero sigamos ya con esa «Two soldiers«, que hay ganas… Mi predilecta del lote junto al tema de apertura y «Blood in my eyes» siendo honesto y aunque tan ordinario resulte sacar manzanas de tan cojonudo bodegón. Nos vamos ya , en efecto que el título no engaña, a la guerra con nuestro protagonista y con la muy triste historia de este par de soldados que ya habían rescatado (aunque en unas maneras a las que llamar «distintas» es no quedarse lejos sino, directamente, en otra dimensión) Byrne y Eno en los primeros 80’s. Los dos muchachos se conjuran antes de cargar y prometen que escribirán (por cuenta del otro y de «no volver») a la novia de uno y/o a la madre del otro para explicar lo -fatalmente- ocurrido transmitiendo el muy sentido cariño que media en ambos casos… Desde ahí, gracias una melodia de esas que el puñetero te deshace en el alma de vez en cuando como nadie, descubrimos como aquellos que «habían salvado la perdición y la muerte» se pudieron levantar para cabalgar de nuevo… Pero no «el chico con el pelo rizado, ni el hombre alto y oscuro que montó a su lado «, por lo que no quedó nadie para escribir a esa «chica de ojos azules» pero si una madre que debe esperar notícias para saber que su hijo murió… Para llorar mucho, vaya… Y si ahora aparece algún espabilado diciendo lo de que «Dylan canta mal» (o similar) siéntanse plenamente legitimados para enviarle a tomar viento sin mediar explicación (por mendrugo y por detenerse en el oir sin intentar siquiera un algo atrapar el escuchar). Estaríamos buenos. Ya casi terminando, y sigamos, volvemos a los recuerdos con «Jack-A-Roe«. Y es aquí, en el romance por antonomasía del lote, donde nuestro amigo elige mutar la melancolía en pura envidia y duro pesar. Este folletín de devoción y fidelidad eterna que atraviesa guerras y distancias a caballo de su pareja protagónica quedaría como un bonito relato de balancín y chimenea sin más pero… Ay, ya al final, el abuelo cebolleta no puede reprimir un elocuente y amargado «por qué no tú y yo», quien sabe si en referencia a la mujer del principio o a algún otro, presunto y/o pasajero, lance amoroso hallado por el camino… Aunque para el caso poco importa… El sentimiento final de «mira estos dos, por qué no me ha tocado a mi algo de la mismo» con ese tono y forma queda en formol por siempre jamás… y el otoño avanza que dirían lo poetas, está claro también. Llegamos, eso si, finalmente y cómo no, al final de la estación con este «Lone pilgrim«. Breve pero sentida (y hasta plácida) despedida la del solitario peregrino… «But calm is my feeling, at rest is my soul. The tears are all wiped from my eyes»… Pero mejor aún eso de «the same hand that led me through seas most severe. Has kindly assisting me home» que echa persianas, ya en modo postrero absoluto, dejándonos un sentimiento muy extraño, -y único-, que funde lo mínimo en apariencia con lo épico en contenido (muchos aplausos siempre a selección y secuencia por el amor de todo lo querible) a unos niveles prácticamente irrepetibles si es que, obviamente y en verdad, entramos al juego que aquí se dispone del primer al último segundo.
Y se acabó. A partir de aquí pueden comprar o no, de no haberse manifestado todavía para con este -para mi genial- «World gone wrong» (del que insisto, saber que és no es «conocerlo» en realidad… a este disco hay que llevárselo al catre y hacerle muchos cariños y tocamientos varios antes de empezar el despelote… y aunque éste sea «solo» emocional). Particularmente, y yendo más allá de la terrible chocarrada que resulta ponerse a puntuar (así alegremente y con absoluta mezquindad gratuito-galopante) a un artista tan brutalmente universal, queda solo explicar que no le calzo un «pleno», y con perdones mil, por ser algo tan acorazadamente supeditado y rehén de un estado de ánimo concreto que es fácil (tampoco negaremos la mayor) palidezca a muchos entre las grandes cimas del músico-poeta… Eso sí, de caer aquí aquejado con el famoso síndrome de la capital sueca lo de las «puntuaciones» es algo que debe, forzosa y perentoriamente, tomarse a cachondeo fino y sin más. Que como a muchos les ocurre, y recordando lo explicado hace varios párrafos, yo -aún sin contar con el nivel de erucidición duluthero de varios miles en el planeta- también tengo «varios Dylans», y éste, definitivamente, es de lo más queridos a pesar de su menor, que no inexistente (ojo), consenso.
Bob Dylan – World Gone Wrong:9’4/10
01. World gone wrong/ 02. Love Henry/ 03. Regged & dirty/ 04. Blood in my eyes/ 05. Broke down engine/ 06. Delia/ 07. Stack A Lee/ 08. Two soldiers/ 09. Jack-A-Roe/ 10. Lone pilgrim.
Confieso que es un disco que sé que es pero no conozco, es esa época de Dylan que aún vive en sombras, al menos en mi. Trataremos de darle esos cariñitos.
Abrazo.
Para mi decir lo de "de verdad que vale la pena" es una perogrullada del copón… Es una obra inmensa con el recorrido que merece. Además, cabe sumar el tema reivindicativo por lo discreto que es tratado por aquellos medios, y mediadores, que se autolegitiman para escribir "la historia del rocanrol". Este no tiene la mística y leyenda de tantos y tantos otros pero, en mis cuentas, sugerir lo de "obra menor" es tan triste que no cabe sino un descojonarse y mucho.
Abrazo Addison.
Además es un disco que suele pulular por las series medias y ofertas y no dudes que lo voy a cazar después de tan contundente reivindicación, púes sólo tenía en conocimiento el tema titular que por cierto me gusta mucho. A redimirse se ha dicho. Saludos Don Guzz, gran reseña.
"Para no eternizar trataré de no perderme en lisonjas y parabienes.." pues menos mal!!! joder que pedazo de texto más largo… y más bueno.. je je…. Confieso no haber escuchado este disco en la vida, lo tenía como algo de relleno y también es verdad que no se tiene tiempo para todo… pero mira, le haré un hueco, por usted más que por Bob…
Confieso que es un disco que sé que es pero no conozco, es esa época de Dylan que aún vive en sombras, al menos en mi. Trataremos de darle esos cariñitos.
Abrazo.
Para mi decir lo de "de verdad que vale la pena" es una perogrullada del copón… Es una obra inmensa con el recorrido que merece. Además, cabe sumar el tema reivindicativo por lo discreto que es tratado por aquellos medios, y mediadores, que se autolegitiman para escribir "la historia del rocanrol". Este no tiene la mística y leyenda de tantos y tantos otros pero, en mis cuentas, sugerir lo de "obra menor" es tan triste que no cabe sino un descojonarse y mucho.
Abrazo Addison.
Además es un disco que suele pulular por las series medias y ofertas y no dudes que lo voy a cazar después de tan contundente reivindicación, púes sólo tenía en conocimiento el tema titular que por cierto me gusta mucho. A redimirse se ha dicho. Saludos Don Guzz, gran reseña.
"Para no eternizar trataré de no perderme en lisonjas y parabienes.." pues menos mal!!! joder que pedazo de texto más largo… y más bueno.. je je…. Confieso no haber escuchado este disco en la vida, lo tenía como algo de relleno y también es verdad que no se tiene tiempo para todo… pero mira, le haré un hueco, por usted más que por Bob…
Recién compre este disco y lo estoy escuchando mientras leía criticas, me pareció genial el disco y tu critica, te banco