Discos Críticas

«…»True North» en una perpetua búsqueda, un mantra sanador, una reconciliación con volver a mirar la realidad y el paisaje a través de la única pantalla que emociona, la que no tiene filtros ni píxeles: la de la mirada sincera frente al mundo y su rara belleza desde una ventana situada en el barrio que hace de límite de la ciudad»

Canciones de ladrillo impregnado de turba negra, enjambres de ciudad norteña de pasado industrial, dramas en callejones traseros, arrugas del alma herida y curtida, recovecos de sentido y sensibilidad, estado casi REM, en alerta pero descansados en medio de una bruma cercana al silencio.

Todo esto y mucho más sugiere el nuevo trabajo de una de las leyendas del folk heterodoxo británico, el gran Michael Chapman, resucitado de su letargo hace unos años por una de las nuevas luminarias del indie folk americano de corte inglés, Steve Gunn, que ahora le vuelve a producir.
Si  su «50» (2017) ya fue un gran acontecimiento, éste «True North» enfoca más y no se hace tan largo porque el bardo de Leeds vuelve por sus derroteros más acústicos y de raíz, como aquellos de sus primeros y elogiados discos pero nunca dejando de lado sus soterrados y originales blues. Y sobre todo, las canciones le quedan más hermosas, cerradas en minutajes no tan largos y así el discurso queda más articulado dentro de la invitación perpetua, en cada escucha, a un viaje en cada ocasión diferente.
Su toque místico de acústica en 3D (real) y una steel trasera que le entronca lo justo con su pasión por la americana le marcan a fuego ser un Astral Weeks del nuevo milenio mejor un Veedom Fleece, cuya serenidad es tan necesaria en tiempos de quitar el plástico, catar -ni siquiera usar-y tirar.
La voz cavernosa está presente como la del Dylan del Tempest (ambos nacieron en 1941, Roy Harper también) y no es fácil rendirse a su hechizo sin esfuerzo pero os aseguro que la recompensa es gigante.
Michael es el último apóstol inglés que he conocido y fue gracias a «50»: compré casi todos sus discos-tiene tantos que es imposible tenerlos todos-y la aventura no ha podido ser más gratificante. ¿Cómo no conocía a un songwriter tan sensacional cuando desde chaval si a un camarada suyo como Roy Harper?
Fully Qualified Survivor (1970), por ejemplo, es un disco a poner junto a todas las poms inglesas de la época y en este «True North» vuelve a algunas de sus texturas, marca de la casa. Lo más importante es que su música es única y no se parece a nadie.
Hay auténticas delicias como «Truck Song» donde el violín hace de orbayu que te cala el alma. Hay instrumentales-dos-inmensos, no encontrarás estridencias ni trucos, pequeñas mentiras o sutiles artificios, solo hay verdad en todos sus surcos. BJ Cole , el Pete Drake inglés, estremece en todo el minutaje del disco con sus pinceladas de steel pero , curiosamente, no les da un toque country, es algo extraño y hermoso, les da todo el aire british.
Sé que vengo tarde a reseñarlo porque quería que pasaran un poco los meses y ver que me decía casi a mitad de año- se editó el 8 de febrero- y así no dejarme llevar por el embrujo y la precipitación.
Leí por ahí que le comparaban en espíritu laidback a este disco con los de J J Cale y mira por donde , aunque su música no tenga absolutamente nada que ver, lo veo bien bonito para describirlo. Sin hacer mucho ruido generar tormentas en tu interior. A su rollo, con su deliver, reflexivo, preocupado por lo que ve a su alrededor pero creando puntos de encuentro, en definitiva, muy generoso.

Ayer mi mother in law, 95 años, me dijo una frase estupenda: «Mira tengo mis peplas y lo pasó muy mal en soledad pero ahora disfruto mucho estando con vosotros y tengo la cabeza muy lúcida y sé que soy demasiado mayor y soy muy consciente. Pero me encuentro que soy la misma que cuando tenía tu edad, le dijo mirando a mi darlin´ companion, su hija pequeña»

Me estremeció y eso mismo me dice Michael en este True North. La arruga es bella y muy sabia.

«True North» de Michael Chapman en una perpetua búsqueda, un mantra sanador, una reconciliación con volver a mirar la realidad y el paisaje a través de la única pantalla que emociona, la que no tiene filtros ni píxeles: la de la mirada sincera frente al mundo y su rara belleza desde una ventana situada en el barrio que hace de límite de la ciudad. No importan los años si tu corazón es por siempre joven.


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