Especial. Una década de ‘The king is dead’ de The Decemberists.
…frente a la guerra, la avaricia, el infierno o la muerte, nos queda un abrazo de salvación y una gran banda sonora para el último suspiro y para el sepelio.
Hace justo una década, tal día como hoy, 14 de enero del 2021, se iluminaba el mundo con la publicación de uno de los mejores trabajos discográficos de aquel 2011, a cargo de la banda americana The Decemberists, comandada por Colin Meloy (vocalista, guitarra), junto a Chris Funk (guitarra), Jenny Conlee (acordeón, teclados), Nate Query (bajo) y John Moen (batería, melódica).
Transcurridos estos diez años apetece homenajearlo. Y es que “The King is dead” se erige como una de las masterpieces de los de Portland, manteniendo el pulso del tiempo y exhibiendo su magnitud, su elegancia, su majestuosidad y su resplandor, aspectos generales que, desde casi el primer instante, algunos imaginamos que iban a acontecer. Por supuesto cierto es que en él todo suena a algo y que podemos buscar inmejorables referencias que lo hubiesen inspirado, pero merece la pena ver y valorar positivamente lo bien que envejece.
Con el sol de un nuevo amanecer como testigo, entre sonidos de armónica y guitarras acústicas, entre juramentos y yugos sobre los hombros, “Don’t carry it all” nos arrastra con habilidad hacia aquellos sonidos donde la épica era fuente de intensidad; con detalles dylanianos y, sobre todo, cercanos a la Big Music de los Waterboys. Entre acordeones y folk de taberna irlandesa, “Rox in the box” también nos devolverá después la sensación de toparnos con la etapa más tradicional celta de Mike Scott.
Imponente el sueño sobre la guerra del final de los tiempos, con decenas de inocentes muertos y cuyos restos formaban los brazos de los ángeles. A buen seguro que si Michael Stipe y sus compis de R.E.M escucharon el tono desenfadado de «Calamity song« sentirían cierta añoranza por sus mejores tiempos ochenteros, los de “Lifes Rich Pageant”, “Document” y “Green”. En esa línea de alternativa evolución del Pasley Underground, aka Nuevo Rock Americano, se muestra una de las piezas más emblemáticas, como es «Down by the water«.
Entre montañas, ríos, troncos de árboles, arroyos y raíces americanas nos transporta «Rise to me» al Neil Young más acústico, luminosamente adornado con arreglos y detalles melódicos que recuerdan a los Jayhawks. Del mismo modo, recuperando las raíces americanas más tradicionales del maestro canadiense encandila más tarde “All arise!”
Seguimos con el contenido. Exquisita balada intimista «January hymn«, sobre recuerdos de domingos invernales y nevados en la infancia y adolescencia. Pero para baladas, la de “June hymn”, la que podríamos definir como la joya de la corona, la que anuncia que pronto llegará el verano, con batallas sangrientas de tordos con chochines y reyezuelos, con la hiedra entre los árboles y con las ramas estallando en flor allí, en Springville Hill.
En la recta final vuelven las sensaciones ochenteras con “This is why we fight”, entre guitarras y riffs que esta vez podrían evocar a Johnny Marr, Morrissey y los Smiths, todo ello antes de rematar con «Dear avery«, otra emocionante y atormentada balada. Sí, frente a la guerra, la avaricia, el infierno o la muerte, nos queda un abrazo de salvación y una gran banda sonora para el último suspiro y para el sepelio.
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