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The Jerrycans presentan sin hacer ruido su primer disco ‘Fuel fragance on a friday night’

Rock and roll sin fisuras ni concesiones, repleto de riffs, estribillos, punteos, chulería, gamberrismo y canallesca…

Empiezo 2021 escuchando discos de 2020. Uno de los últimos pelotazos que nos dejó el pasado año fue el explosivo y rockanrolero catálogo que hoy llevo al exilio para que entre por la puerta grande.

The Jerrycans es una banda de Igualada que en la última traza del pasado curso y sin apenas promoción publicó este detonante debut titulado «Fuel fragance on a friday night».

Rock and roll sin fisuras ni concesiones: repleto de riffs, estribillos, punteos, chulería, gamberrismo y canallesca. Emparentados estilísticamente con Dogs D’amour, los diferentes proyectos del irreductible Dan Baird o los refulgentes Quireboys. En resumen: un muestrario del rock más tabernario y macarra, noctámbulo y hedonista que hoy en día se factura por estos lares.

The Jerrycans
The Jerrycans

Quienes busquen acústicas, sermones, soflamas mortecinas o lírica filosófica más allá de los pretextos habituales para patrullar las madrugadas y sus vicios, o buscar el gozo sexual de aquí y ahora, que se abstengan de subir a este buga, pues aquí lo que encontraran será un inventario, a golpe de rock and roll, de usos y costumbres para gente de vida disoluta y amor inquebrantable por la música del diablo.

Pero todos estos enfermizos síntomas del rockero de pro, están servidos con un gusto exquisito, dentro de las ortodoxias del género y sin salirse de la línea marcada, a base de composiciones plenas de adherencia sónica y melódica, rebosantes de actitud y garra, y con ese espíritu libertino que empuja a vivir la vida sin reparar en un mañana que siempre puede ser, cuando menos, cuestionable.

Y si en los primeros párrafos de esta reseña hablábamos de influencias y bandas a cuya estela cabalgan The Jerrycans, es imprescindible reparar en la figura de Tyla, cantante de los mentados Dogs D’amour, que colabora con el grupo en el inapelable temazo que lleva por título «Brooklyn girl».

Ahora bien, más allá de este pletórico temazo, el tracklist nos ofrece luminarias de excitante rock servido en vaso ancho, con radiantes guitarras y frenesí rítmico. Sumérjanse en las emprifolladas construcciones sónicas de temas como: «Friday night», «Riding in the moonlight» y su apasionante estribillo, la robusta y precisa «Lucky one», la juvenil de esencia high school «That song», los leves acentos country-rock y crepusculares de «Long walk», el piano honky-tonk de «Can’t stop thinking» o la bonita balada «I believe in ghosts»…y así hasta doce cortes en los que no se asoma el espectro del relleno ni baja la intensidad en ningún momento.  

Me reservo para el cierre de esta perorata mentar mi tema favorito del lote: la lírica y un tanto sentimental «London queen».

Creo que me gusta empezar el año en el Exile con un álbum como este, con fuertes dosis de actitud, del viejo rock and roll y fuego vital, tiempo habrá para las reflexiones y las melancolías.


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