Sotomonte en el Kafe Antzokia

Conciertos

Concierto: Pasión desbordada con Manu Gastado y Sotomonte en una lisérgica noche de viernes santo.

Este último viernes santo no fue un día de pasión ni dolor para los afortunados que nos congregamos en el Kafe Antzokia para presenciar un concierto doble incluido dentro de la programación del Bilbao Basque Fest 2022.

En la sala de San Vicente se anunciaba la visita de dos artistas de solvencia demostrada en mil episodios previos, ambos presentaban en Bilbao sus óperas primas en solitario publicadas a lo largo del pasado curso 2021.

Manu Gastado

Rompía el hielo Manu Gastado, en lo que fue mi segunda cita con el cántabro en menos de quince días (pinchar crónica de su concierto en Vitoria). Continúa, como es preceptivo, presentando su fantástico «Kosmik Street» (pinchar reseña) acompañado de sus Kosmik Twaregs, en esta ocasión mermados por la baja del teclista.

Esta ausencia del sonido de las teclas incidió para que las canciones de Gastado sonasen más íntimas, si bien se perdió en atmósfera y esencia lisérgica. No obstante, el resultado fue óptimo, Manu y sus dos acompañantes lograron una gran comunicación con el respetable e hicieron llegar sus canciones hasta el último rincón de la sala con claridad y cercanía.

Escuchamos, cómo no, temas de «Kosmik Street» como «New rissing sun», «Kosmik overdrose», «Caroline», «Miracle love», «The world keeps turning» o «Blessing in disguise»; así mismo, ofreció dos temas nuevos (uno de los cuales pudimos escuchar también en Vitoria), para terminar con dos canciones pertenecientes al último disco de estudio de Los Tupper, «Silver Wedding», más concretamente «China-White Blues y «Long distance call» con las que terminó su concierto.

Con una foto en el interior del escenario, como un miembro más, y un emocionado recuerdo a Luis Solís, quien recientemente nos ha dejado, figura emblemática de la escena musical vasca, conocido y amigo de muchos de los presentes el otro día en el Antzoki, daba comienzo el concierto de Sotomonte, que Jokin Salaverria dedicó a Luis en un bonito gesto que todos aplaudimos con emoción.

Jokin Salaverria
Jokin Salaverria

Emoción también, y ganas, muchas ganas había de escuchar en vivo el primoroso debut de Sotomonte «From prayer to the Battlefield» (pinchar) que por fin llegaba a Bilbao y lo hacía en la sala donde debía tener lugar esta primicia, lo bueno se hace esperar dice el dicho, y acierta, pues fue bueno, en realidad fue muy bueno, insuperable.

Banda de lujo para acompañar a Jokin, su intrépido bajo, su cercana y bonita voz y las canciones que dan carta de naturaleza a su ópera prima dentro del proyecto Sotomonte.

Acompañaron a Salaverria: Dani Merino (guitarra), Xabier Badiola (guitarra), Iñigo Ortiz de Zarate (teclados) y Unai Kortazar (batería).

Sotomonte
Sotomonte

Con nombres propios así, poco podía sorprender que el sonido exhibido fuese de tal contundencia a la par de resultar lírico y virtuoso, consiguiendo en todo momento proyectar la esencia sónica del disco y la tersura de las líneas instrumentales, además de resultar avasallador en los solos de guitarra y palpitante en la arrebatada base rítmica, las teclas expanden atmósfera y hacen de argamasa de todo ello. Jokin canta muy bien, transmite lo que pretende transmitir con su tierna voz, con su fraseo y su alegría por la música, su bajo marca la diferencia y en solo unos pocos acordes tenía al público en el bolsillo (creo que lo tenía antes de empezar el bolo).

Además de hacer un vibrante, místico, lisérgico y folk-rockero recorrido por «From prayer to the Battelfield», que eran los momentos que un servidor más esperaba, nos regalaron covers de algunos favoritos que venían muy a cuento como Pentagram, Jimi Hendrix, nos pusieron en órbita con un poderosísimo «Are you experienced?» y Jethro Tull, con una demoledora toma de «Locomotive Breath». Alguna canción nueva que no parecía desmerecer en absoluto, a pesar de tratarse de una primera e inesperada escucha, y un fin de fiesta con la incorporación de Iñigo Bregel, productor del disco, para doblar la presencia del teclado formando un tándem de Iñigos.

Hermosa noche de rock, folk y pop lisérgico, alejados de la pasión santificada por la iglesia pero muy adheridos a la pasión pagana que los presentes sentimos por la música del diablo, reencuentros con viejos amigos e inmejorables sensaciones, felicidad estática durante las más de dos horas de música en vivo que presenciamos y por mi parte, cuenta saldada con el destino y con «From prayer to the Battlefield».


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