Crónica del concierto que ofreció M Ward en el Teatre El Musical de Valencia el pasado 30 de Octubre.
Sólo con la guitarra y su voz, M Ward nos ofreció un concierto realmente hermoso, virtuoso, íntimo, con mucha clase y sensibilidad. Un grande a reivindicar siempre que se pueda.
Sigo a M Ward desde tiempos inmemoriales pero nunca le había visto en directo. Así que tenía muchas ganas y más después de los aplazamientos que ha sufrido su gira europea. Un artista al que nunca estará de más reivindicar las veces que haga falta como compositor, como intérprete y como músico.
Su última referencia discográfica hasta la fecha es el disco dedicado a las versiones de Billie Holyday, Think Of Spring. Así que era de esperar e imaginaba que su vuelta a los escenarios vendría acompañada por un repertorio centrado en este trabajo.
Y aunque también me hubiera gustado, resultó mucho mejor pues el bueno de M Ward pareció desquitarse de tanto tiempo sin subirse a un escenario (primera gira desde la vuelta a esta nueva-vieja normalidad) ofreciendo gran parte de las mejores canciones de su carrera discográfica.
La velada empezaba con la cálida recepción del aplauso de un público entregado desde el principio, aunque la sensación fue la de que era M Ward quien nos invitaba a entrar al salón de su casa sentado relajado desde su silla en una puesta en escena sencilla, íntima, con una luz tenue, una mesita con una lamparita y una copa de vino.
Repasó su larga trayectoria abriendo el concierto con un Duet for guitar #3 que mostraba sus cartas ganadoras y de nuevo ratificaba que aquello de que era el heredero directo de John Fahey nunca fue infundado. Un virtuosismo a la guitarra que se desarrolló a lo largo de todo el concierto en el que empuñó su Gibson SJ-200 con afinación abierta (mi hijo y yo discutimos largo rato si la elegida fue G o D), a excepción de unas cuantas canciones en las que nos deleito con el sonido eléctrico de una SG.
Y es que para mí, además M Ward demostró que escapa de la consideración de simple cantautor no solo por su buen hacer a las 6 cuerdas, además por una interpretación vocal sublime que aglutina con gracia toda la historia oral de la música moderna de jazz a rock’n’roll, de blues a pop. Reverenciando a los grandes a través de sus influencias pero nunca dejándose arrastrar a las fáciles aguas del puro y duro revival, apostando siempre por desarrollar su propio universo sonoro ajeno al mundo, ajeno a toda moda.
Post-War fue de los discos que más peso dió a su repertorio a través de sublimes interpretaciones de Eyes on the Prize, Chinese Translation, Poison Cup y Rollercoaster. Como Hold Time que también aportó algunas otras delicatessen como For Begginers, One Hundred Million Years.
De las más antiguas destacaron Sad, Sad Song y Fuel for Fire, y no se dejó en el tintero algunas maravillas más actuales como Unreal City y Migration of Souls, así como versiones de Rave On de Buddy Holly, Let’s Dance de Bowie y I’m a Fool to Want You de su último disco de versiones de Billie Holyday, hasta se atrevió a cantar en castellano adaptando algunos versos de su canción I Get Ideas.
M Ward se mostró simpático y comunicativo, también generoso regalando un segundo bis en el que aceptó peticiones del público asistente, todo sea dicho, después de unos minutos de efusivos aplausos de un público maravillado.
Sólo con la guitarra y su voz nos ofreció un concierto realmente hermoso, virtuoso, íntimo, con mucha clase y sensibilidad. Por fin cumplí uno de mis sueños musicales y mis expectativas se vieron colmadas sobradamente dejando algunas de las postales audiovisuales que quedarán grabadas en mi memoria para los restos.
Un grande a reivindicar siempre que se pueda.
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