Discos Críticas

Reseña y crítica sobre ‘La Tierra Prometida’, álbum de Doctor Divago.

… pertenece al universo singular y atemporal que caracteriza a las composiciones de Manolo Bertrán, ese que sigue su ritmo, su manera de dispersarse y de esquivarlo todo y a todos, prolongando una vez más una honesta y virtuosa capacidad de mantenerse ajenos a modas, clichés, reincidencias, revivales, simulaciones, plagios…

Un lustro después de ‘Complejo Alquería Frailes 13’, ha vuelto la más longeva banda valenciana en activo como si fuera el otro día, como si nada hubiera ocurrido, como si las secuelas sociológicas de la pandemia en la población no les afectasen y, sobre todo, como si el transcurso del tiempo pesara para buena parte del mundillo musical mientras ellos están en su burbuja, ajenos a bagatelas y frivolidades. Sí, sin riesgo a equivocarnos, podemos afirmar que estuvieron y que siguen “a su bola”.

Dicho lo cual, para aquellos que llevamos décadas reivindicándolos y defendiéndolos sin capa ni espada, nada de lo anteriormente expuesto nos sorprende. Su decimotercer (que nunca treceavo) álbum pertenece al universo singular y atemporal que caracteriza a las composiciones de Manolo Bertrán, ese que sigue su ritmo, su manera de dispersarse y de esquivarlo todo y a todos, prolongando una vez más una honesta y virtuosa capacidad de mantenerse ajenos a modas, clichés, reincidencias, revivales, simulaciones, plagios… Y además otra vez con esa escolta de élite, la de Antonio ChumillasAsensio Ros «Wally»Edu Cerdá y David Vie.

doctor divago La tierra prometida
Doctor Divago. Imagen Josep Escuín

Y… ¿hacia dónde se dirige ahora Doctor Divago? Pues la verdad es que sigo sin verlos en el indie, en el pop más especulativo, en el rock más académico, en el blues más tradicional… O no sé, quizás sí que los veo allí, allá y al otro lado, pero siempre rebasando líneas imaginarias como si estuviesen en posición de fuera de juego.

En “La Tierra Prometida” tengo la subjetiva sensación que se han dirigido más que nunca hacia su núcleo, al cogollo de sus entrañas y de su esencia, cosa admirable en estos tiempos que nos ha tocado vivir donde nos venden motos u otras mandangas musicales de usar y tirar que se nos aparecen casi hasta en la sopa.

Además, ese mundo fuera de órbita, de los márgenes entre trapisondistas, mediocres, cuentistas desubicados y vertiginosos atletas morales (como aquel legendario de “El loco del Chandal”), es el mismo de ayer pero diferente, algo que se visibiliza más abiertamente en ‘Mi suerte y la tuya también’.

La tierra prometida doctor divago

Más melodías medicinales. Entre el bulo, el fraude y el rumor se infla considerablemente el historial del perdedor con un trallazo como ‘Tan ocupado’. Ahí está también esa psicodelia sixtie de pedigrí, marca de la casa, en ‘La gloria y los insultos’, con ese tren que llegaba lento y en el que se incluye un guiño directo a Cisco Fran de La Gran Esperanza Blanca. Asimismo también ese beat-pop inherente y peculiar para que el destino se ponga a temblar, con ‘El autillo vuelve a cantar’.

Por supuesto, no nos dejamos los tres singles de solera y enjundia, todos ellos —como la portada del álbum— con las fenomenales ilustraciones de Chumi, los cuales posibilitaron las mejores expectativas para los suficientes que andábamos atentos ante lo que se avecinaba. En ellos está el insomnio, la entrega y la liberación (‘Ojos de serrín’), la ingravidez, la levedad y la evasión en ‘De puntillas (mejor dicho, levitando)’, o un canto altamente sanador e ilusionante como ‘El día después’.

Ah, y tampoco faltan las referencias literarias o fílmicas, desde toda una leyenda de la selva como Mowgli, protagonista del relato de Rudyard Kipling, al actor Sal Mineo, quien tiene la clave conceptual al entonar lo de «¿dónde estará la tierra prometida que hay al final de la travesía?”

Acaso esto sea una forma de envejecer sin disimulo, como al escuchar a ‘El anciano de la tribu’. O quizás solamente sea una elección frente a los que han descubierto el nuevo mundo y la salvación, como en “La verdadera luz”, una selección encuadrada como la opción alternativa de unos herejes que no cargan con la cruz.


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