La Excavadora vuelve con nueva formación pero con el mismo espíritu y actitud.
Los textos inciden en historias de la calle y de la vida de la gente, sin aderezos blanqueadores ni eufemismos…
En 2021 hablamos y alabamos en esta misma bitácora el entonces debut de título homónimo de la banda alavesa La Excavadora (pichar).
Con perpetuadores llegados de diferentes frentes (Gatillazo, Sumisión City Blues, Marky Ramone, Víctimas Club, Childrain, Vicepresidentes…) aquél debut fue una explosiva maquinaria de nihilismo y transgresión fabricado en base a guitarras y percusiones que tronaban rock urbano, punk contestatario y reaccionarias soflamas políticas y sociales. Sin duda de lo mejor de aquél año 2021.
En marzo, con algún cambio en el line-up – salía Ángel Otxoa ‘Geli’ y se colgaba la guitarra Joel Márquez (Puraposse, La Zigarra), también dejaba la banqueta tras los parches Mikel Berrozpe `Pollo’ y ocupa este lugar Alain Diez – aparecía el segundo capítulo de esta historia titulado «Todo es para destruir».
Si el debut resultaba incontestable y demoledor, no se puede cambiar de adjetivos a la hora de referirnos a esta segunda intentona, donde la máquina sónica sigue triturando todo lo que se le pone por delante. Los textos inciden en historias de la calle y de la vida de la gente, sin aderezos blanqueadores ni eufemismos, las melodías funcionan a la perfección adaptándose a flamígeros textos, todo ardiendo en una pira iracunda de riffs, estribillos y feroces ataques de percusión con la personal voz de ‘Pela’ dando sentido a todo ello, gracias a un increpante fraseo.
El tracklist es sólido y equilibrado, la producción ofrece algunos cambios en cuanto a adherencia sónica, pero en definitiva se trata de detalles que adecúan el sonido pero no lo transforman ni tergiversan.
Hace unos meses llegaron los primeros adelantos de «Todo es para destruir», primero fue «Aún queda un sitio donde huir» en la que ya se hacía evidente que la banda seguía en sus trece tanto en forma como en fondo. En marzo, como adelantamos aquí, llegaba «Quiero verles sufrir» con la colaboración de Juantxo Arakama (Monsieur Le Crepe) que tampoco deja ningún lugar a la duda.
Pero todas y cada una de las piezas del engranaje de «Todo es para destruir» es indispensable para el correcto funcionamiento de un elepé cohesionado alrededor del rock, el punk y el pensamiento crítico e inconformista.
En la flemática «Nuestro amor suicida» (uno de los mejores momentos del disco) participa con su tono habitual, mascando las palabras, El Drogas. Otros instantes cruciales son la apertura con «Grasa en el taller», el arrebato punk de «Habrá pelea», sigue la estela del debut la cáustica y mordaz «Mi novia y yo odiamos a la humanidad» o la apoteosis en el estribillo de la reptante «Mi carrera delictiva».
Descubran el resto y decidan, y si tienen la ocasión, no se los pierdan en directo. El ruido de la calle tiene identidad musical y la ponen bandas como La Excavadora, necesarias para hacer arte en base a la crudeza de una sociedad aletargada y durmiente que solo responde a clichés políticos y comerciales. Los chicos de La Excavadora están dispuestos a pasar por encima de toda esta mentira institucionalizada, y lo hacen con el rock por bandera, no lo duden.
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Muy buen álbum, el sonido mejoró muchísimo al primer álbum, puedo decir que es una de mis bandas favoritas , espero vengan a Bogotá Colombia algún día.
Aguante la Excavadora!!!
Coincido contigo en lo referente al sonido, más matizado que en el debut. Una banda importante en su estilo y con un directo poderoso.
Gracias por el comentario.
Saludos.