‘Malditos Exiliados’ llega al norte con Copernicus Dreams. Crónica sentimental de una ilusión

Especiales

30 de mayo de 2023
Autor: Jorge García.

Castro Urdiales y Bilbao acogieron a los Malditos Exiliados y a Copernicus Dreams.

Hace unos años, parecen muchos pero no son tantos en realidad, internet irrumpió en nuestras vidas modificando nuestras costumbres y protocolos de manera determinante y desde luego definitiva.

Se introdujeron en nuestro habla términos y silogismos nuevos, palabras recién inventadas para la nueva era, en realidad se iba creando una neo-lengua o cuando menos, un argot.

Recuerdo que se empezó a utilizar el concepto «criterio de búsqueda» que no es otra cosa que la combinación de unas palabras clave que habríamos de introducir en un buscador para que éste nos lleve a la información deseada.

A veces he pensado cómo sería la vida si para los momentos claves que están por llegar tuviésemos a nuestra disposición un buscador sobre el cual poder acuñar un «criterio de búsqueda» que determine las claves o peculiaridades especiales que esperamos o deseamos para cada momento, día o episodio importante de nuestra vida. 

En concreto hoy no puedo evitar preguntarme – ahora que han pasado ya unas horas y la efervescencia y agitación habida en pleno meollo de la vivencia de estos días ha ido calmándose – qué «criterio de búsqueda» hubiera elegido para incrustar en ese hipotético buscador vital de cara al fin de semana vivido. Creo que no hubiera sido capaz de acertar con las palabras justas para poder lograr algo tan bueno como lo que finalmente ocurrió.

Las presentaciones de ‘Malditos Exiliados’ llegaban al norte y se arremolinaban alrededor de ciertos factores y personas. Cierta importancia tenían los primeros, sin duda: libros, ventas, discos, planes de futuro, canciones… mucha cháchara. Pero absolutamente cruciales eran y por suerte han sido las segundas: las personas: amigos, camaradas, vecinos, músicos, familia…

El libro se ha vendido bastante bien, ¡gracias!. Las horas se han vivido con frenesí y a tumba abierta, sin reparar en el cansancio ni en las consecuencias a corto plazo, y se ha disfrutado del principal activo que tenemos y no siempre aprovechamos: las personas, los amigos, la gente.

Que estas jornadas – el viernes en Castro Urdiales, el sábado en Bilbao – hayan contado con compañeros y amigos como Joserra Rodrigo y Juanjo Mestre, autores de «Malditos Exiliados» junto a un servidor, además de David H. Molina y Chals Roig que desgraciadamente no pudieron venir al norte a acompañarnos, ha sido en buena medida lo que ha marcado la diferencia, el sesgo ganador de la empresa ha llegado de su mano y palabra, de su actitud y personalidad.

Pero la compañía de Copernicus Dreams ha sido lo que sin duda hará que el fin de semana vivido permanezca en las memorias (en mi memoria) para siempre. Que sean buenos músicos es importante, y el grupo, como demostró en los dos conciertos ofrecidos en Castro y Bilbao, es cada vez mejor, suena mejor y sus canciones crecen exponencialmente cuando se les expone a esa prueba del algodón que siempre es el directo. Pero ser buena gente, dispuesta y generosa, y sobre todo amigos, es lo que hace que siquiera por un momento, por unas horas, vuelvas sobre tus pasos y retrocedas a la edad de la inocencia, cuando no tenías dudas sobre la calidad de la raza humana y todo parecía posible gracias a los buenos sentimientos comunes en todos y todas. Copernicus Dreams este fin de semana han conseguido que al menos yo, vuelva a creer.

La felicidad es una concatenación de momentos especiales que se intercalan entre la rutina que comanda nuestras vidas, momentos que hacen que todo tenga sentido y que nos veamos a nosotros mismos tal y como vemos a los que nos rodean, como un espejo en el que sólo se reflejan las cosas buenas que de niño esperabas ser y encontrar en los demás. Este fin de semana, independientemente de ventas, propuestas y proyectos que en mayor o menor medida pueden terminar resultando ser onerosos, hemos dado con ese espejo, hemos visto la cara de lo bueno en los rostros de camaradas, amigos y en mi caso más de un colega del barrio que ya tiene un lugar especial en mi. Estos días, en parte, he vuelto a ser niño.

Solo me queda agradecer a todos y todas aquellxs que han formado parte de estos días, agradecer sus miradas y sus sonrisas, sus palabras y su apoyo… insisto, a todos.

Pero tengo la obligación y sobre todo el deseo de agradecer con todo el corazón a Chus González y su banda Copernicus Dreams el ser cómo son, el estar con nosotros y regalar canciones al mundo, el dejar escarificado en mi memoria un reguero de momentos de ésos a los que hacía alusión antes. Que hayan estado, les convierte en eternos.

A la gente de Castro, Zabala y Miribilla, al Pub La Rúa de Castro y al Bar Hermas de Bilbao, a los que siempre están, que ya saben ellos quienes son: la gente de Gasteiz, amigos musiqueros, familia, etc…Un millón de gracias a todos.

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