Realmente lo de Peter Zaremba, Keith Streng, Ken Fox y Bill Milhizer debería obtener alguna clase de reconocimiento unánime y universal. Por ejemplo que sus nombres fuesen grabados con mayúsculas en alguna acera de calle adyacente a la del paseo de la fama holllywoodiense, que montaran un museo que recogiera las andanzas y travesuras de los fabulosos Fleshtones, que algún escultor de reconocido prestigio se encargase de inmortalizarlos con una obra de hierro y acero, que la industria farmacéutica o la de bebidas isotónicas inventase alguna vitamina o refresco reconstituyente con su nombre,…
Lo pudimos verificar por enésima vez, los Fleshtones son invencibles e incombustibles, ellos son jarana y rock and roll. Estuvieron a un grandísimo nivel, parece ser que bastante mejor que en otros lugares de la gira según informaciones personales y subjetivas de jornadas anteriores. Ahora bien, según experto acompañante en estos entuertos hubieron algunas variaciones respecto al brebaje explosivo de la última ocasión en que se disfrutaron por la capital del Turia. Desmenuzando la pócima perfecta para la diversión se comprobó que esta vez la cantidad de garage ascendió al 32’5% mientras que el beat pop disminuyó tres grados, concretamente se situó en un 21%. En cuanto al surf también hubo un descenso, hasta el 15%. En cambio el punk-rock halló una importante inyección llegando al 18’5%, del mismo modo que el soul alcanzó un 13%. Más o menos esos fueron los cálculos, quizás hubo algún leve error grado arriba, grado abajo.
El repertorio fue, en líneas generales, un recorrido por una amplia discografía, alternando clásicos del laboratorio de sonido de los primeros tiempos ochenteros como “Let’s go” o “Way down south” con un habitual como “My kinda lovin” y con temas que se han ido asentando desde principios del S.XXI como “Bigger and better”, “Feels good to feel”, “Going back to school”, “Alright” o “Pretty pretty pretty”.
No faltó la tralla de un homenaje a los Ramones como “Remember the Ramones” o rarezas como «Gotta get away” o “Haunted hipster” compartidas en publicaciones de los últimos años con colegas como los Straitjackets o con Southern Culture on The Skids. Y por supuesto allí estuvieron los ansiados dos temas de su último single, “I surrender” y un “Dominique Laboubée” dedicado al que fuera líder del grupo francés Dogs que falleció por cáncer en el 2002. Cerraron con “Veo la luz” ante el éxtasis generalizado de una sala repleta de alegría y un Zaremba reconvertido otra vez en Conde Drácula. Ojalá nos queden muchas más veladas así. Siempre Fleshtones y Zaremba for President!!!
* Texto: Johnny JJ. Crónica para el EXILE SH MAGAZINE y para el ESPACIO WOODY/JAGGER.
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