Conciertos

El mismo día de la actuación me llegaba una recomendación por las redes sociales, se trataba de la canción The Power. Hasta ese momento desconocía al sueco Daniel Norgren, no sabía que su discografía cuenta ya con ocho discos y que este mismo año ha editado Wooh Dang, título que a estas horas ya es favorito del año en curso en mi top particular. Oteando en streaming en las horas previas al concierto pensaba que en la americana pastoral pretender ocupar el vacío que dejó My Morning Jacket, incluso abrirse pasó hasta la cabaña donde Justin Vernon volcó sus miedos podía resultar ya mil veces visto. Finalmente algunas de las canciones que escuché en random me mostraron cierta emoción contenida en su voz y un acercamiento muy personal a la americana por los derroteros del soul y el r&b, un pálpito que me despertó del letargo de entre semana y me hizo superar el frío y la lluiva de la noche.
Norgren estuvo metido en el concierto desde el principio, desgranó algunas de las canciones de su ya amplio repertorio adaptándolo a las circunstancias, en ocasiones improvisando. Empecé pensando en Neil Young por la puesta en escena, piano, armónica y percusión mínima, también por sus movimientos rítmicos toscos, Everything You Know nos metió en situación por sonoridades de pastoral americana, Norgren parecía ensimismado pero no ausente, con una interpretación profunda. Con Stuck in the Bones empecé a entender que aquella noche además de la americana, el country y el blues prometidos a los que se adscribe y de los que hizo gala de un conocimiento exquisito, iba a tener bastante más de misa y espiritual, por derroteros más soul y gospel. Ya desde la tercera canción, I Waited For You, se saltó el setlist tal y como estaba previsto y empezó a moldear a su gusto el show.

Con The Flow presentó una de las grandes bazas de su nuevo disco junto a So Glad, The Power y The Day That’s Just Began, con gran exquisitez en su interpretación al piano y un gran dominio de los silencios, algo difícil en los directos, no dejó en el tintero auténticas joyas de su anterior repertorio como My Hobo is Rambling que fue como llevar la americana a los paisajes noir nórdicos y Lonely Girl con la que tocó con la punta de los dedos esa melancolía casi naif dominio absoluto de mr.Neil Young. En la recta final se desmarcó, cada vez más gospel con maravillas como Are We Running Out of Love? uno de los momentos más intensos donde se permitió el lujo de improvisar una intro sobre la marcha. Fantástica I’m a Welder que fue uno de los momentos más emocionantes, acabé pensando que este artista ha asimilado a la perfección el mismo lenguaje de los grandes, desde el canadiense, pasando por Van Morrison en tonadas como People Are Good, incluso The Band en otras como Let Love Run the Game, bis con la que se despidió entre una efusiva y emocionada obación. Efluvios de Laurel Canyon, espíritu de country-soul cinco estrellas, interpretación intensa perfecta para su discurso luminoso y honestidad que sitúa al amor en mayúsculas en el centro de todo como respuesta a todo los males, me quedo con los versos:

You see the light in life when you see love.
You give love when you get love.
You give love when you get love.
How long will it take for love to touch everyone?

Ese fue el feeling que transmitió Daniel Norgren.

Me sorprendió muchísimo porque del concierto en solitario de otro cantautor tratando de vertebrar de nuevo la tradición americana en sus propios términos, en un par de canciones se convirtió en una velada especial y un momento único, una percepción que creo compartida con todos los que asistimos, nos mantuvo a la poco más de media centena de asistentes que se dieron cita en el 16 Toneladas pegados literalmente al asiento en silencio y sólo interrumpido en contadas ocasiones con efusivos aplausos de emoción. Se agradece tanto respeto por el artista todo sea dicho.

Todo un privilegio asistir a la presentación de su nuevo disco Wooh Dang, anoche no estábamos a principios de los 70 en el Massey Hall, ni en una de las sesiones de ensayo en Muscle Shoals, pero nos acercamos bastante, salvando las distancias, como si Neil Young y Van Morrison hubieran contado con Spooner Oldham al piano una noche de invierno al calor de la chimenea, también muy de su tiempo a la altura del Mc Taylor más visceral, como un Simone Felice más luminoso o unos Felice Brothers más soulful. Si pasa por tu ciudad no lo dudes ni un instante, ayer mismo inauguró su gira por estos lares. Emocionante sin más.

Por Chals Roig


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