Llega el tercer y definitivo álbum de la banda cántabra Copernicus Dream.
…De luz, de color, de rock, de pop, de americana, de soul, de psicodelia… de todos los ingredientes que se han fusionado con la ilusión, las metas y la ambición para conseguir que Copernicus Dreams presenten hoy su mejor disco hasta la fecha…
Ambición es una palabra que no siempre resulta amable. Normalmente relacionada con algunos de los aspectos más sórdidos de la naturaleza humana, y en concreto emparentada con dos de los elementos más proclives a la corrupción personal como son el dinero y el poder, se ha convertido, debido a esa sesgada y pueril interpretación del término, en una palabra más bien sospechosa.
Pero también podemos darle un giro a la significación de la palabra y asociarla en términos de arte a la búsqueda inquebrantable de un objetivo que basado en una ilusión, nos lleve a la consecución de unas metas. De esta manera, ambición puede tener una relación íntima y en el mejor de los casos, venturosa, con otras palabras mucho más cordiales como ilusión y metas.
Por lo tanto podemos llegar a una conclusión taxativa, y es que el título elegido por la banda cántabra Copernicus Dreams para nominalizar su nuevo disco, es decir: «Goals & Illusions», es mucho más que apropiado, pues estas dos substancias tan sujetas a la esperanza necesitan para convertirse en realidades, de la tan denostada ambición. Les aseguro que en este disco que hoy se publica, se funden las tres cualidades para conseguir esas metas artísticas que a partir de hoy mismo harán disfrutar a todos aquellos que se acerquen a este espléndido álbum, demos pues, un voto de confianza a la ambición.
No vamos a entrar en explicaciones a propósito de la gestación del disco, para eso pueden remitirse a la entrevista que el pasado miércoles publicamos en esta misma bitácora y que amablemente nos concedió Chus González, donde él propio capitán de la nave Copernicus Dreams nos cuenta en detalle cómo fue este proceso.
Hoy solo vamos a hablar de música, de canciones y de sensaciones. De luz, de color, de rock, de pop, de americana, de soul, de psicodelia… de todos los ingredientes que se han fundido con la ilusión, las metas y la ambición para conseguir que Copernicus Dreams presenten hoy su mejor disco hasta la fecha.
El primer trago a este elixir nos resulta familiar, nos consta que no es la primera vez que degustamos tan agradable tónico, pues el sonido Copernicus Dreams está ahí, y es definitorio de la banda, como una denominación de origen que los diferencia de otros.
Pero según avanza la escucha y se profundiza en los diferentes tejidos con los que se han vestido cada una de las canciones, nos damos cuenta de que el quinteto de Castro no ha hecho precisamente un ejercicio de conservadurismo, y ha sacado a relucir esa ambición de la que hablábamos antes para perfilar estilos e influencias insinuadas en pretéritos trabajos, pero que ahora se hacen más presentes y complementarios con lo ya conocido, consiguiendo que el néctar sea más vitamínico, delicioso y gane además en cuerpo y paladar.
Resulta por lo tanto válida cualquier consideración crítica o analítica del sonido del grupo que pudiese ser puesta de manifiesto con respecto a «Sunrise» o «The Honeymoon», pero ahora teniendo en cuenta este añadido que llega con la madurez y el oficio almacenado a lo largo de los años.
Es por ello que además de temas que flotan entre torbellinos de sonidos americana, como el single de presentación y tema homónimo; nos encontramos con otros instantes que incrustan en sus estructuras sónicas pinceladas de otros palos de la baraja musical, que gracias a la minuciosa producción de Chus (con la ayuda inestimable de Asier Zubelzu) logran una redondez y coherencia absoluta, donde no faltan voces, guitarras o teclas que evidencian un salto categórico en pos de romper de manera triunfante la cinta de la línea de meta.
+info https://www.facebook.com/copernicusdreams/
Imposible no recordar el academicismo de los míticos The Band en «Rocking the rock»: no podía ser de otra manera cuando de un tema que rememora el idílico Ultimo Vals de Frías y a su creador, nuestro compañero Joserra Rodrigo se trata. También hay oportunidad para rendirse a la orfebrería musical (con ecos Beatlemanos) de «Heartless trouble»; fundirse con la naturaleza en la ecológica «Tonight the stars»; exprimir el tiempo y el espacio con las sonoridades lisérgicas de la excelente «Vicious circle»; sentir un frenesí de nostalgia con la stoniana balada de corte acústico pero que es mucho más titulada «Old days» o rendirse al blues-rock de la vibrante «This old guitar»…
Primero fueron las ilusiones, después las metas que se levantaron en la imaginación de estos cinco músicos, y después las dosis de ambición necesarias para convertir definitivamente las ilusiones primigenias en metas cruzadas con una sonrisa de satisfacción y orgullo bien entendido. Ahora solo falta el reconocimiento público, que entiendo que hoy empezará a consolidar un mantra de regocijo y elogios por doquier, no se merece menos este «Goals & Illusions».
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