Concierto: El doblete que ofrecieron el pasado sábado Jesse Malin y Manu Gastado será difícil de olvidar.
Nunca he estado demasiado comprometido con la discografía de Jesse Malin, pero el pasado sábado tenía motivos de sobra para personarme en Vitoria Gasteiz y no perderme lo que a partir de las 21:30 Horas estaba escrito que había de ocurrir en el interior una de mis salas favoritas: HellDorado.
Tras un día de faenar por las tabernas de Vitoria con grandes amigos, entre nevadas, risas y batallitas, el concierto doble que nos esperaba tenía que ser la guinda del pastel, y a fe mía que lo fue: uno de esos bolos que se quedan en el recuerdo.
Empezaba la noche con Manu Gastado, el cántabro presentaba en directo su primer disco en solitario, «Kosmik Street», magnífico debut del que en su momento ya hablamos AQUÍ.
Y aprovechó la ocasión para presentar sus canciones con éxito, acompañado por una banda formada por guitarra, teclas y batería, sin bajo, que consiguió crear la atmósfera que tamaña ópera prima precisa. Comentaba el artista una vez terminada la actuación, que aún llevan pocos conciertos y la banda tiene recorrido y margen para redondear aún más, un sonido que ya es ciertamente sorprendente. Me parece, por lo tanto recomendable, estar atento a próximas citas.
Interpretó, como era preceptivo, canciones de «Kosmik Street» como «Kosmik overdrose», «Carolyn», «The world keeps turning», «New rising sun», «Ruby, ruby», «Moonlight girl» y «Blessing in disguise» si la memoria no me falla, aunque también sonaron temas de Los Tupper como «China – White Blues» o «Long distance call», ambas del magnífico «Silver Wedding» (pinchar reseña), con las que cerró su set.
Un set marcado por el envolvente sonido que el cuarteto que se asienta en el escenario consigue, haciendo plena justicia a los tonos psicodélicos y sesenteros que se extraen del disco, y lo hacen encabezados por un Gastado de demoledora presencia escénica, vestido de blanco impoluto y cantando con una voz agradable que se expande fluida, mostrando un fraseo y color vocal perfectamente ubicado e idóneo. Ojalá podamos repetir pronto y comprobar como evoluciona esta formación con el paso de los conciertos, aunque – insisto – ya suenan francamente bien.
A continuación, saltaba al escenario Jesse Malin, quien venía precedido de unas crónicas que de forma unánime ensalzaban el show del neoyorquino como una de las grandes experiencias en vivo de los últimos tiempos. Decía en el primer párrafo que no soy precisamente un fan de Malin, más por poco conocimiento de su histórico musical que por otra cosa. En realidad, su último y aclamado disco doble «Sad and beautiful world» acapara la mayor parte de mi conocimiento musical respecto a él.
Desde el primer instante se intuye que algo grande está a punto de suceder, al protagonista le acompaña un grupo de músicos en los que se evidencian los meses de conciertos, hacía tiempo que no escuchaba a una banda que sonase de forma tan poderosa, ajustados y plenamente compactos, comprometidos con un repertorio y disfrutando del show, una banda super engrasada en auténtico estado de gracia que hizo vibrar a toda la sala como solo ocurre en contadas ocasiones.
No obstante, Malin es la estrella absoluta, pletórico en todos los aspectos, vocalmente impecable y con una actitud en la que se enlaza lo lírico y lo épico, el underground y el show time. Cada canción era una celebración y el público se fundió de manera instantánea con el artista. Tres canciones de su último álbum: «The way we used to roll», «Backstabbers» y «Before you go» daban el premonitorio pistoletazo de salida, el resto fue un ascenso imparable y fulgurante en materia de intensidad y actitud, completando al final de la velada un recital repleto de instantes inolvidables.
«State of the art», «Dance with the system» y «Greener postures» completaban la aportación extraída de «Sad and beautiful world», estas se intercalaban con piezas de trabajos anteriores como «The year that I was born», «Turn up the mains», «Whitestone city limits», «Room 13», «Death star», «Hotel Columbia» o «Wendy» entre otras.
Mención aparte merecen las rabiosas versiones de «If I should fall from grace and god» de The Pogues, «Ruddie can’t fail» de The Clash o el auténtico delirio previo al ocaso de la fiesta que supuso «Do you remember Rock’n Roll Radio?» de Ramones que los presentes disfrutamos de forma frenética.
Satisfacción y sonrisas, comentarios que se referían con incredulidad a lo visto y oído con estos dos artistas y ganas de repetir noches como la del sábado hasta el fin de los días. Lo dicho: una de esas noches de rock and roll que sabes que siempre recordarás.
Las fotografías que acompañan esta crónica son obra de mi buen amigo Imanol López.
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