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Noticia sobre Lagartija Nick y el video de ‘No hay Dios (Olor de Santidad)’, tema integrado en el álbum ‘El perro andaluz’ sobre Luis Buñuel.

Volvemos a tener novedades de los granadinos Lagartija Nick, esta vez relacionada con el álbum El perro andaluz’, el portentoso homenaje al genial Luis Buñuel que reseñamos aquí en el Exile y que fue considerado como uno de los mejores discos del 2022 para los redactores de esta revista.

Se trata del vídeo creado por Joan Tomás de la canción «No hay Dios (Olor de santidad)», uno de los temas basados en los poemas del mencionado e influyente director de cine, basado en uno de sus poemas, y donde se une la música de la banda formada por Antonio Arias, Juan Codorniu, Eric Jiménez y JJ Machuca con el universo onírico y poético del genio turolense.

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Ya podemos visionarlo, escucharlo y disfrutarlo a continuación aquí, en el Exile SH Magazine.

A continuación también la poética letra de esta canción:

Alguien me dio un empujón fatal. 
Comencé a deslizarme con una velocidad vertiginosa por un tobogán vertiginoso. 
Acelerado matemáticamente. Interplanetariamente. 
Tendido en los 45.° con la sensación de haberme convertido en uno de esos tornillos 
que sueltan las estrellas y que se precipitan a un millón de vueltas por segundo. 
Todo vorágine,
vueltas, siseos, gritos, flechazos, estómago en garganta, 
hurras de muchedumbre, gloria, suspensión, temor, frío.
¡Que me estrello! ¡Que me estrello!
Pero nunca llegaba al final de mi caída. 
Cada vez me sentía más desenfrenado tobogán dentro del tobogán.
Vueltas de peonza de enésima magnitud.
Descenso de columna de termómetro.
Un frío de millones de estrellas perforando la punta de mi nariz.
La gravitación era tan exagerada que me eché a reír.
¡Hala! ¡Hala! —me gritaba la muchedumbre por momentos enfurecida.
Los siglos eran segundos en aquel tobogán rayado como un máuser.
Cuando ya desesperaba de encontrar reposo se produjo una terrible explosión. 
Era el planeta Saturno que había estallado en un tranvía lleno de niños. 
Sentí de pronto una languidez ecuatorial. 
Un manto de armiño puesto amorosamente sobre mis hombros. 
Un sosegarse de todas mis vísceras hasta entonces con los pelos de punta. 
Una somnolencia. Una mano o un ala que se posaba en mi frente. 
Y una voz antigua que decía:
“Ya puedes morir”.
Y sentí la entrada de la muerte, de mi muerte, 
que era como la primera sonrisa de un niño.
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Luis Buñuel


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