Volvió a suceder como cada vez que pisan nuestro país los fabulosísimos REDD KROSS. Pusieron patas arriba el Loco Club de Valencia durante la velada del 5 de diciembre del año en curso, y ello a pesar de que el sonido no estuvo plenamente a la altura de las circunstancias.
Cual si hubiesen consumido la pócima de eterna juventud no parece que pasen los años para Jeff y Steven McDonald. Mantienen la energía, la honestidad, la calidad, el buen rollo y la actitud que siempre les ha caracterizado. Y además los hermanísimos están perfectamente escoltados por un extraordinario guitarrista como Jason Shapiro que parecía poseído por alguna fuerza rocanrolera del más allá y por un enloquecido batería como Dale Crover que ofreció una auténtica lección de vigor, dinamismo y eficacia a las baquetas.
La retahíla de hits fue espectacular en una explosiva barbarie guitarrera. Como justamente hace 5 años, en el 6 de diciembre del 2012 y en la misma sala, volvieron a abrir con el himno “Lady in the front row”, detalle que implica casi con seguridad la inmediata comunión con el personal asistente. La sucesión de ultramegatemazos los (nos) dejó exhaustos. Trallazos del último “Researching the blues” del 2012 como “Stay away from downtown” y “Uglier” encajaron perfectamente con el resto del repertorio más clásico.
Más. Siempre sanadora y curativa “Annie’s gone”, y qué decir de todo un pepinazo de alta fidelidad bien ejecutado como es la versión de The Quick “Pretty please me”. Pura desinhibición y regeneración neuronal con esa deliciosa rareza juvenil que es “Switchblade sister”. Ahí el show se desmelenó y se intensificó definitivamente. De pelopunta “One chord progression” y “Mess around”, dos de mis favoritas del combo angelino.
Ellos saben lo que quieren sus fans en directo y se (nos) trastornaron y enloquecieron con el punk garagero de “Neurotica”, “Blow you a kiss in the wind”, “Annette’s got the hits” o “Linda Blair”. En pleno despiporre punk-hard-rockero no podía faltar la habitual versión del “Deuce”de Kiss y, como con aquel tercer ojo que todo lo controla, el que supuso un antes y un después, culminó la eucaristía rocanrolera con la purísima “Bubblegum factory”.
Había sucedido otra vez el milagro terapéutico de los Redd Kross. Algún día la historia los pondrá en el sitio que merecen, entre los grandes porque pocas bandas de la historia pueden competir con ellos en intensidad hard-rockera, glam-rockera y powerpopera. Siempre frescos, siempre juveniles, siempre fabulosos.