Críticas Discos

En mi modesta opinión Jon Anthony Gillis es uno de los más destacados artistas de este milenio. Sus diferentes aventuras ya sean en grupo o en solitario son excepcionales y a nadie dejan indiferente. Sus aventuras en blanco y rojo junto a la Reina del Bombo (aka Meg White) supusieron aire fresco aunque pescara en el pasado y lo presentará todo modernamente retro-deconstruído. The White Stripes siguen siendo una banda favorita en el hogar nikochiano, algunos de sus discos como «White Blood Cells» (2001) y «Elephant» (2003) son imprescindibles, sobresalientes. Luego firma con la banda algún otro notable pero la fórmula estaba agotada y él lo sabía. A partir de aquí mil y un proyectos tanto de productor, editor, como gran rescatador de leyendas hasta formador de varias bandas pasando por su lógico camino firmando en solitario. De todas las aventuras de Jack hubo una que no terminó de seducirme, fue la que realizó con el sobrenombre de The Dead Weather, en cambio lo de The Raconteurs junto a Brendan Benson, Patrick Keeler y Jack Lawrence (ambos de The Greenhornes) fue un placer inconmensurable para mis oídos. Sus dos discos son maravillosos. El debut, «Broken Boy Soldiers», del 2006 apuntaba alto y con «Consolers of the Lonely» (2008) se reafirmaron y dieron en el clavo. Incomprensiblemente la banda se quedó allí. Así pues cuando Juanito Blanco llevaba dos discos en solitario cojonudérrimos («Blunderbluss» del 2012, y «Lazaretto» del 2014) y nada más y nada menos que cuatro años en barbecho, un servidor esperaba ya nuevo material de White. Esperaba, deseaba y rezaba por un nuevo disco de The Raconteurs y el silencio de The Greenhornes y el de Brendan Benson me hacían pensar que así podía ser que había alguna esperanza, pero no. No ha sido así. Jack White ha entregado este 2018 su tercer disco en solitario, su tercera aventura bajo el amparo del azul y el negro. Y como no podía ser de otra manera no nos ha dejado indiferentes.
«Boarding House Reach» es el título del nuevo trabajo de Juanito Blanco, y no es un mal disco digan lo que digan por ahí, pero tampoco es un gran disco. Demasiada paja para encontrar la aguja. Demasiado ombliguismo. Estamos ante un disco pornográfico por su onanismo compulsivo. Muchos dirán que si este disco lo hubiese firmado Prince sería fantástico y aplaudido por doquier, todo el mundo estaría palote y restregándose por todos sitios, y puede que esto sea verdad pero creo solo hay un pequeño problema: Jack White no es Prince. Nadie duda de su genio y de su ingenio. De su calidad como guitarrista y de su habilidad para el corta/pega tarantiniano llevado a la música. Nadie puede decir que es un mal músico o que no tiene en su haber media docena de discos excelentes pero claro, creerse Prince, Zappa, todo LedZepp en uno y pensar que puede realizar un disco electrizante y eterno, y darle la vuelta al género rocanrolero y modernizarlo creando escuela es demasiado, aunque sabemos que su ego es descomunal. Lo que pasa es que durante algunos momentos del disco (pocos) lo consigue, de ahí que no podamos etiquetarlo como mamarracho y sí como genio al que la jugada no le ha salido del todo mal o del todo bien, vamos que se queda a medias que es lo peor que le puede pasar a cualquiera. El tiempo, la pausa, el reposo y las escuchas tardías dilucidarán si estamos equivocados y no lo vimos venir y nos cogió por sorpresa un disco que se convertirá en clásico, o realmente se quedó en experimento salchichero cogiendo polvo en la estantería. Experimento que Jack se guisa y se come básicamente solo porque aunque se hace acompañar de músicos de su agrado nunca lo hacen como banda y él toca casi todos los instrumentos y además produce el disco. Tal vez ese es el fallo, tal vez hubiese necesitado a alguien que le hiciese la contraria, que le hiciese dudar y que le aportase un plus que aquí, en este disco, no existe. Por eso Brendan Benson es tan necesario. Sí, quiero otro disco de The Raconteurs!!!
El disco comienza con el sonido clásico de «Connected by love». Un tema muy marca de la casa, muy Jack. Parece querernos dar gato por liebre, y la canción gusta y se deja gustar sin moverse un ápice de las señas de identidad de White. Nada de lo que hay aquí es nuevo, y con más o menos alguna diferencia podría caber en cualquiera de sus discos y sus variadas aventuras. Es un muy buen tema que parece decirnos que eso es lo que hacía y «Why walk on dog» es el principio de lo que hará. Este segundo tema sigue a muy buen nivel. Toques soul que se acercan mucho al estilo de Dan Auerbach con The Black Keys pero pasados de vuelta. «Corporation» descoloca con su toque encocado a lo Ian Dury, con las congas, la distorsión y el rollete bailable. A mi me gusta. Me la quedo. Entonces llega una de las pajas mentales. Llega «Abulia and Akrasia» y se nos queda cara de bobo hasta que «Hypermisophoniac» entra en acción y la gotita de sudor cae por mi inmensa frente. No estoy para estas ochenteradas futuristas. Ni lo estaba entonces cuando se llevaban ni mucho menos ahora. Los ruiditos y la distorsión eléctrica continúan con «Ice Station Zebra» pero esta vez el experimento sí sale mejor, o al menos te viene a la cabeza Prince que ya es mucho. «Over and over and over» es algo más lo que debería ser. Jack gustándose a la guitarra con riffs acojonantes y haciendo el golfo. Esta sí. Después de darnos esperanzas vuelve al acecho con dos indigestos temas: «Everything you’ve ever learned» y «Ezmeralda steals the show» esta segunda con algún que otro deje al Ray Davies más experimental, por el medio «Respect comander» que sigue en completo modo onanista. De la tripleta final destacaré «What’s done is done» por ser normal, por ser un country enmascarado, pero ni «Get in the mind shaft» ni «Humoresque» pasarán a la historia.

Jack White firma un tercer disco en solitario extraño y difícil. Un disco que siendo benevolente calificaría de regular. Con momentos muy buenos aunque escasos. Hay como siempre llamaradas de talento, explosiones rockeras y guitarras punzantes pero los modos le pierden. La experimentación y el querer ser algo que no es, acaba por tirar por tierra esta nueva colección de canciones que en mi opinión no están a la altura de su discografía. Lo calificaría de decepcionante e indigesto siendo algo duro, pero probablemente sean los términos que mejor lo definen. Con la mano en el corazón os confieso que no me veo escuchando este disco dentro de unos meses, ya no digo recuperarlo dentro de unos años. Lástima porque Jack merece un esfuerzo aunque esta vez la recompensa es mínima.

Jack White – Boarding House Reach (2018)

01.- Connected by Love/ 02.- Why Walk a Dog/ 03.- Corporation/ 04.- Abulia and Akrasia/ 05.- Hypermisophoniac/ 06.- Ice Station Zebra/ 07.- Over and Over and Over/ 08.- Everything You’ve Ever Learned/ 09.- Respect Commander/ 10.- Ezmerelda Steals the Show/ 11.- Get in the Mind Shaft/ 12.- What’s Done Is Done/ 13.- Humoresque.

*post aparecido originalmente en Nikochan Island por Nikochan


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