Aquella portada del disco del Ex-Walkmen del 2018 me embrujó. Esas cervezas y aceitunas playeras llamaron poderosamente mi atención y aún hoy recuerdo el Bar y Grill de Walter Martin como uno de mis discos favoritos de aquel año. Sí, «Reminisce Bar and Grill» resultó ser ese disco que te atrapa por sorpresa y te coge bien de los huevos. Ese disco que te tiene atrapado meses y meses, y que a cada escucha uno le encuentra algo especial. Y sí, preferí el Bar y Grill de Martin que el «hotel cansino» de los monos árticos. La inicial «Me & McAlevey», luego «Too cold to Wareski», «I can run now from the hellbounds….» y «I’m a puppy» eran simplemente acojonantes. Demostrando una maestría compositiva y una interpretación heredera de Ray Davies y Randy Newman. Todo eso sigue presente en el nuevo disco. En el maravilloso «The world at night» que hoy nos ocupa. Un disco que seguro estará entre mis favoritos personales a final de año. Un disco tremebundo donde Walter Martin está más certero que nunca, más avispado. Madurez absoluta de cuentahistorias y una voz heredera del maestro Kinky y un Chuck Prophet en horas bajas. Absolutamente mágico. Disco más reposado, más tranquilo y lleno de melodías exquisitas, buen gusto y calidad a raudales. No se lo pierdan, se arrepentirán si no le dan una buena escucha. Walter Martin se muestra ambicioso y muy inspirado. Es amable incluso tierno. Es algo oscuro, un disco en penumbra pero conservando un positivismo necesario en los tiempos que corren. Mezclando géneros, la americana de siempre, el trovadorismo, el folk, el country, pinceladas brasileñas en ocasiones, otras recuerdos incluso a polka y vals que sorprenden y enamoran. Cuerdas, flautas, clarinetes, pianos jazzísticos y una voz ronca y adormilada de sobresaliente. Especial, personalísima. El disco es pura vida, pura melancolía. Es tristeza y esperanza. Es amor. Y claro, muchos pensaréis que no es para tanto pero, creedme, sí lo es. Estamos ante un disco magistral que pasará por alto a casi todo el mundo pero que a un servidor le resulta imprescindible. Hace mucho tiempo que Walter Martin elabora canciones sobresalientes, no solo en este disco y en el anterior pues ya lo hacía con The Walkmen. Claro que no cuesta encontrar canciones excelentes en sus primeros discos en solitario pero sobretodo con éste ha realizado una obra coherente, sin fisuras, con ese mojo tan difícil de encontrar en estos tiempos de empachos de novedades faltos de calidad y originalidad.
Abre esta maravilla sonora con un delicado piano y un tono circense. «October» es una e inesperada joya adornada por clarinetes, flautas, pianos, saxofones y una voz rasposa que otorga al conjunto un aureola freak. En cambio, «The world at night», es de una belleza indiscutible. Una nana delicada con toques crooner, que se convierte en una de mis canciones favoritas del lote. Maravillosa. En «Little summer fly» nos parece rescatar al Micah P Hinson de los primeros discos. Qué tema más estupendo! Es en este momento, justo ahora, cuando uno es consciente de que este no es un disco más, que este aunque nadie se vaya a enterar este año, es «el disco», ese álbum oculto, olvidado, ignorado por casi toda la humanidad y que estoy seguro que con el tiempo tomará esa aureola de disco sublime, de pequeño clásico oculto. En «to the Moon», Walter Martin», vuelve al vals (como hacía Hinson), vuelve al tono circense, a la rareza siempre acompañada por una musicalidad excelsa. Cuando las primera y sencillas notas de «Hey Joe» entran en escena uno se pone en guardia, cuando entra esa voz cansada y rasposa a uno le viene en mente el bueno del Profeta Chuck, como si este entonará una canción perdida de Lou Reed. Qué maravilla de tema!, qué canción! que lujo y despiporre en esta sencilla tonada. Y qué sublime final in crescendo… Si en la canción anterior nombraba a Chuck y a Lou, es inevitable acordarse de un Ray Davies impregnado de caribe y arena brasileña en la preciosa,coqueta y juguetona «That’s all I need». Mi favorita. No del disco, sino del año. En su simpleza, en su infantil propuesta hay verdad y hay amor. Temazo. «First Thing I Remeber» pone el contrapunto. Martin explorando y encontrando oro. Mientras que en «Insomnie» tiene ese regusto a caramelito Beatle, y en ambos casos parecen canciones casi infantiles pero sobradamente soberbias. Sin duda, los siete minutos de «The Soldier», hacen pieza central del disco a esta canción folk, a este desparrame de talento y calidad. Un casi recitado, con una letra estupenda. Como digo, una joya. El cierre es para «Goodbye banana boat», en la que Martin resume casi sin querer todas sus vicios y virtudes. Desde su folk simple e irónico a una entrañable y ensoñadora atmósfera acompañada por una voz nasal limitada, emparentada con la del Kinky Ray, o un Profeta resfriado. El resultado es asombroso, es sorprendente e inesperado. «The World at Night» es magnífico.
Walter Martin – The World at Night (2020)
01.- October/ 02.- The World at Night (for Stew)/ 03.- Little Summer Fly/ 04.- To The Moon/ 05.- Hey Joe/ 06.- That’s All I Need/ 07.- First Thing I Remember/ 08.- Insomnie/ 09.- The Soldier/ 10.- Goodbye Banana Boat
*Por Nikochan
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Un gran disco. Y una gran reseña.
Gracias.