Reseña y crítica de del álbum ‘Outlaw R&B’ de Night Beats.
…explorando las enseñanzas de Roky Erickson, con juramentos y una revolución mental que provoque un giro vital…
Me llama poderosamente la atención lo escaso que se comenta o se escribe con un mínimo de pasión acerca de cada episodio discográfico en la trayectoria de Night Beats, iniciada con aquel álbum homónimo hace justo ahora una década (2011). Mucho más si tenemos en cuenta el contenido del más reciente «Outlaw R&B« que, a pesar de que su publicación oficial a nivel físico es el 4 de junio, ha tenido cuatro recomendables avanzadillas oficiales en formato single y ya lleva varias semanas rulando a nivel digital en diversas plataformas musicales.
Habría que remontarse a finales del pasado año, tras el single «That’s all you got» donde colaboró Robert Levon de los Black Rebel Motorcycle Club, para zambullirnos en su acompañante «Never look back», toda una reivindicativa declaración de intenciones, ideal para bailar al son de una bandera quemada, de un encierro en prisión, la que seguramente por ser cara b pasó bastante desapercibida, pero que ahora adquiere mayor protagonismo al haber sido incluida en el ecuador del álbum que nos ocupa.
Después comenzaría el estratégico plan cronológico de singles, primero cuando vio la luz «New day«, una asombrosa cantinela de psych-folk con una exótica carga de psicología sobre sentimientos y viajes espirituales. En esa línea, explorando las enseñanzas de Roky Erickson, con juramentos y una revolución mental que provoque un giro vital, se mueve también «Revolution«.
Con «Ticket», un pasaje garagero a lugares con lengua propia, a noches de sábanas blancas, a persecuciones policiales, apretaron el acelerador, reflejando crudeza y aquel mayor ímpetu de sus primeros tiempos. Podríamos decir que, metafóricamente, se halla a la búsqueda de refugios desérticos para evitar el azote del sol, ese que golpea en las raíces tejanas de «Hell in Texas«, entre espinas de cáctus, cuernos de novillos, escorpiones y serpientes de cascabel. O también en la estupendísima obertura «Stuck in the morning», suspirando por culpa de amargos recuerdos y con ese verso que parece la clave de todo el disco: «If I am a outlaw, then I’d be half dead».
«If I am a outlaw, then I’d be half dead»
Los rayos del sol siguen castigando con apariciones demoníacas, y «Thorns» podría postularse como una cura de pecados. Nos queda la psicodelia más ácida de «Shadow», el garage más depurado, entre la vida y la muerte, de «Crypt», la experimentación más lisérgica en la cantinela antibelicista «Cream Johnny» y, para rematar el disco, la liberación cósmica de «Holly roller».
A través de este viaje que es «Outlaw R&B» nos podemos acordar de The 13th Floor Elevators, de Cream, de The Black Lips, de Love, de The Zombies, de Jefferson Airplane…, pero son simples búsquedas de asociaciones musicales a sabiendas que aquí hay un universo muy personal.
…»es música para los que no tienen fronteras, los libres, los marginados y los olvidados. El forajido es el corredor. Aquellos cuyas mentes no se venden por un tono perfecto y uñas limpias. A través de este medio puedes escapar de los confines del feudalismo mental y disfrutar del brillo eufórico del R&B psicodélico…»
Cuando tuvieron lugar los momentos promocionales del tema «Revolution», Blackwell afirmó que este quinto álbum «es música para los que no tienen fronteras, los libres, los marginados y los olvidados. El forajido es el corredor. Aquellos cuyas mentes no se venden por un tono perfecto y uñas limpias. A través de este medio puedes escapar de los confines del feudalismo mental y disfrutar del brillo eufórico del R&B psicodélico». Difícilmente se puede resumir mejor que en esa explicación de su creador.
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