Discos Críticas

Crítica y reseña de ‘Sentimental jamboree’, el álbum ´de Juancho Alegrete con su proyecto personal de Hank Idory.

…se percibe entusiasmo y convicción en su estilo, siempre en el intento de hallar la melodía perfecta, la que pueda poseer el mayor grado de bondad, de dulzura, de sensibilidad…

Estamos de enhorabuena, sobre todo los que también nos gusta escuchar música de calidad en otros idiomas que no sea el más frecuente anglosajón. Y es que en la recta final del 2021 nos ha llegado, otra vez vía el muy recomendable sello alicantino Pretty Olivia Records, nuevo material de Hank Idory

No está de más recordar, o explicar a quien desconoce su existencia y su talento musical, que Hank Idory, aparte de un claro guiño a la positiva sensación de encontrarse bien que se halla en el título de la imperecedera obra maestra que hace ya medio siglo publicó David Bowie, es el particular proyecto de un orfebre compositor como es Juancho Alegrete, madrileño de nacimiento y valenciano de residencia.

Sentimental jamboree, el álbum ´de Juancho Alegrete con su proyecto personal de Hank Idory.

Sopló el viento, cayeron las hojas, llegó el momento de escoger entre poesía y ciencia-ficción en «Por primera vez», la pieza que fue single en el 2020 y que ahora es uno de los principales baluartes de un «Sentimental jamboree» donde incide y ahonda en las virtudes y cualidades del que fue su álbum homónimo del 2019.

Entre sus luminosas, primaverales y soleadas melodías hallaremos ecos del pop británico sixtie que encabezaron los Beatles o por aquí Los Brincos, así como también de Beach Boys y, en algunos detalles, de Big Star, Byrds, The Pastels, Matthew Sweet, Teenage Fanclub… e incluso ecos de la artesanía orquestada de su admirado Burt Bacharach. Además, da la sensación de postularse como alumno aventajado tanto en la escuela del castellonense Miguel Angel Villanueva y Los Brujos, como de Solera, la prestigiosa banda setentera por donde pasaron algunos de los legendarios nombres que formaron Cánovas, Rodrigo, Adolfo y Guzmán. 

Y es que eso que a algunos puede parecer sencillo posee un sinfín de ángulos y recovecos que convierten estas bonitas canciones en atemporales. A destacar también que en todas ellas se percibe entusiasmo y convicción en su estilo, siempre en el intento de hallar la melodía perfecta, la que pueda poseer el mayor grado de bondad, de dulzura, de sensibilidad…

Desde «Nadie sabe nada» o «Mancini, tú y yo» hasta los colofones de «Las agujas del reloj» y «Aquellas olas» se desarrolla un viaje repleto de melancolía y de cierta ternura como aspectos que vertebran una homogénea reunión de sentimientos, congregación en la que destacaría muy especialmente mi gema favorita, el «Club de astronomía».

Le leí al bueno de Juancho, un tipo que por cierto siempre me transmite en persona un halo de sencillez y armonía muy agradable, que «grabar este disco había sido un viaje muy accidentado, con sesiones de estudio anuladas, pistas grabadas que desaparecían y, además, la pandemia». Tras tanto contratiempo, ahora llegan tiempos para entornar los ojos y dejarse llevar por su elegancia y su concisión, esa que posee la magia del pop en su estado más puro.


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