Especiales Críticas Discos

Especial dedicado a Joey Ramone, y concretamente a su disco póstumo ‘Don’t worry about me’, que se publicó el 19 de febrero de 2002, unos meses después de su muerte.

…un disco de un soñador y de un amante de la música popular, un disco para valorar como realmente se merece el bien más preciado: la vida…

Se cumple hoy, 19 de febrero de 2022, el veinte aniversario de este histórico trabajo. Y quede claro que si hay alguien que, a través de toda su trayectoria discográfica rocanrolera, podría presumir de haber puesto granitos de arena en hacer un mundo mejor y una vida más amena y divertida para los suficientes, ese es Jeffrey Ross Hyman, alias Joey Ramone, o tito Joey en los círculos punkrockeros ramonianos, indudablemente uno de los más grandes (por altura y por los méritos contraídos).

Y curiosamente sin embargo, de insuficiente repercursión y de amplio desconocimiento —bastante más si lo comparamos con los álbumes de su mítica banda—, fue su trabajo póstumo y el primero que editó en solitario.

Hablamos de “Don’t worry about me”, un disco donde demostró que él era la verdadera esencia y el alma de los Ramones, y donde reinventó con acierto por enésima vez ese exclusivo sonido punk-surfero con aromas sesenteros.

Joey Ramone, y su disco póstumo Don't worry about me

Aunque parezca lo contrario, no me considero mitómano más allá de los legados artísticos, pero hay detalles personales que realmente creo que merecerían ser destacados de algunos artistas. Me remito a los hechos y, en este caso concreto, pienso que hay que tener muchos huevos para saber que vas a palmar próximamente por un cáncer linfático y te pongas a grabar una versión en clave punk-rocker del “What a wonderful world” de Louis Armstrong, sin ese poso melancólico de la original del trompetista conocido popularmente como Satchmo, y convirtiéndolo en un himno vital de optimismo y positividad donde los haya.

Pero en “Don’t worry about me” hubo mucho más. Por cierto, no recuerdo dónde diablos leí hace tiempo que este disco era mediocre, es increíble, sí, sí, se confirma la frase típica de que la viña del Señor es amplia y variada y de que para gustos colores.

En él resplandece un puñado de melodías adictivas para eternos adolescentes, como “Stop thinking in about it”, “Mr. Punchy” (jamás estuvo el más grande de los Ramones tan cerca de The Who), “Maria Bartiromo” (mi preferida, auténtica excentricidad dedicada a una distinguida de Wall Street que le asesoraba en Bolsa y que se especula que quizás atendiera también en otros menesteres a tito Joey), o «Spirit in my house”.

Después mantiene el gas y la energía pero quizás el disco pierde unas gotas de frescura en «Venting (It’s a diferente World today)», “Like a drug i never did before» y “Searching for something”, chispa que recupera sobradamente con “I got knocked down (bull i’ll get up)», un tema adictivo para canturrear en la ducha o en cualquier situación que se tercie, de los que se han de escuchar con considerable volumen aunque jodan al vecino, y de los que es probable que acaben siendo aceptados y tarareados por cualquier buena madre que comprenda las necesidades de sus hijos.

A continuación, mención expresa para “1969”, eficaz y estupenda versión con la que homenajeaba ese imprescindible obús de los Stooges de Iggy Pop, la fundamental banda de Detroit que tanto influiría también en su sonido a lo largo de su carrera. Finalmente, el temazo que daba título al disco, donde volvía a dar rienda suelta a la esperanza y al optimismo.

En definitiva, un disco de un soñador y de un amante de la música popular, un disco para valorar como realmente se merece el bien más preciado: la vida. Se dice pronto, y se agradece.

* Este artículo fue publicado en Espacio Woody/Jagger con motivo del décimo aniversario de «Don’ worry about me», y recuperado ahora por su veinte aniversario y por su plena vigencia.


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