Cordovas en Bilbao

Conciertos

Crónica: En formato sexteto, Cordovas demostró el motivo por el que su gira es de las más esperadas de la temporada.

Durante los últimos años vengo manteniendo una tensa relación con el género Americana. La proliferación de bandas en los últimos tiempos, todas prácticamente iguales y repitiendo los mismos clichés aplicables al género desde hace lustros, han ido mermando mi interés por el mismo y por los grupos que lo han practicado en el presente siglo.

Cierto que hay excepciones, y que éstas se dan por regla general en el formato en vivo. Cordovas es una formación que goza de un gran prestigio dentro de la música americana de raíz, y éste es mayor aún cuando se suben a un escenario.

Anoche pudimos comprobar la solvencia de esta formación oriunda de Tennessee en la sala superior del Kafe Antzokia, la Kutxa Beltza, en la que ya hemos disfrutado de un buen número de memorables conciertos. Ayer fue otra de esas tardes/noches míticas.

Seis componentes: dos guitarras, teclado, batería, bajo y percusión, son demasiados para las reducidas dimensiones del escenario, pero cupieron todos ellos, con sus micros, cables y pedales.

Cordovas
Cordovas

Cordovas venía a presentar en vivo las canciones de su último disco de dos cursos atrás «Destiny Hotel», cosa que hicieron en parte, ya que a éstas se intercalaron temas de sus dos discos precedentes y también enérgicas versiones y momentos de esparcimiento, con mención especial a unos minutos de vibrante juego de percusiones que encantó e hizo mover la osamenta al personal.

Las armonías vocales sonaron perfectas, Cordovas cuenta con tres magníficas voces en el plano individual que cuando suman sus fuerzas son ciertamente irresistibles. Ritmo intrépido con dos percusiones y teclas que daban el toque Honky-Tonk tan necesario como saludable.

Dominio total de los diferentes palos de la música popular de la franja central de USA. El folk sonaba vivo, no adormecido como acostumbra en los últimos tiempos, el country pletórico, y el rock y el blues incisivo y por momentos avasallador.

Virtuosos en el uso de sus instrumentos y encandilados con su profesión (que bueno es presenciar a músicos disfrutando de lo que hacen), la intensidad iba en aumento conforme sonaban los temas de su repertorio habitual: «Do more good», «Fine life», «Destiny» o «Hifh feeling» extraídos de su último trabajo; «Talk to me», «Standing on the proch», «Step-Back Red» del precedente «That Santa Fe Channel» o «Storms», «Southern Train» o la deliciosa «Louisiana Hurricane» de su disco debut de título homónimo.

Tal vez la única pega que pude encontrar al recital fue la presión con respecto al horario, el concierto duró justo una hora y media (en la sala de abajo había concierto a las 21:30 horas) y esto motivo que los temas se sucediesen sin solución de continuidad, un poco prensados unos con respecto a otros y sin posibilidad de algún bis que la parroquia deseaba fervientemente.

Finalmente el concierto terminó por todo lo alto con un par de versiones (hubo alguna más) que desató a un público que ya estaba desatado desde el principio de la noche: «Oye cómo va» sobre el célebre original de Tito Puente y la pieza mitológica del blues «Sweet Home Chicago» de Robert Johnson, cuyo estribillo el respetable coreó como si Bilbao se hubiese trasladado a las oriyas del Mississippi.

Está claro que ayer tocaba Americana, por una hora y media no solo hice las paces con las acústicas, armónicas y sonidos enraizados, si no que me sentí vivo y dichoso gracias al fulgurante sonido pleno de pureza que produjo Cordovas, en lo que fue una gran noche de Rock & Roll.

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