Spoon retoma un sonido más rugoso e iniciático con «Lucifer on the sofa».
El rock alternativo con intensos tintes pop… en este trabajo se recrudece y escala hacia un territorio más rockero…
Tres décadas después de sus inicios, la banda texana Spoon sigue presentando discos que hacen girar las cabezas en su dirección y articular falanges tecleando elogiosos comentarios en torno a su contenido.
Así queda de manifiesto en vista de las numerosas reseñas y críticas lisonjeras que a propósito de «Lucifer on the sofa», décimo trabajo de los de Austin, han proliferado desde que el disco fue publicado el pasado mes de febrero.
Admito que a rebufo de tanta buenaventura como leí entonces, me aventuré con el álbum sin que llegase a convencerme tras las primeras escuchas. Lo cierto es que hace unas semanas y haciendo caso a diversos consejos que redundaban en glosar las gracias de «Lucifer on the sofa», decidí volver sobre él, con resultados que nada tenían que ver con aquella apática impresión que capté en un primer momento.
El rock alternativo con intensos tintes pop que habitualmente ha sido carta de presentación de Britt Daniel y compañía, en este trabajo se recrudece y escala hacia un territorio más rockero, sin dar la espalda definitivamente al pop, pero con aceradas secuencias de guitarra, un sonido con más músculo y algunos momentos de atmósfera Lo-Fi y underground.
Se siente este influjo clásico y de texturas rugosas en temas como «The hardest cut» que ofició de primer single del álbum o la flemática «Held». También «Feels alright» incide en acentos viscosos, aquí con el sólido golpe del piano, todos ellos temas que para nada recuerdan a un pasado cercano más refulgente y de ritmos pop e incluso dance.
Ni podemos ni debemos obviar otros temas con diferentes cualidades, como la excelente «The devil & Mr. Jones» que imprime ritmos sesenteros, tórridos y cuasi funkys con la cohabitación de teclas y guitarras. En la inquieta «Wild» muestran una cara más pop que también se aprecia en la también excelente «On the radio».
En cambio, un corte como «Satellite» muestra un conglomerado de estilos que no reniegan del rock, pero tampoco del soul y que terminan enredándose en flamígeros sonidos de guitarras y proclamas de apoteosis pop con el piano como protagonista. Un soul más evidente lo ponen los saxos y las teclas en el vaporoso colofón de título homónimo.
Acústica sombreando la voz de Daniel y teclas en un tema que me recuerda a los Afghan Whigs más recogidos en «My Babe» y la apacible y elegante balada de esencia pop titulada «Astral jacket» dan carpetazo al recorrido por los momentos que decoran este primoroso álbum.
No siempre la primera impresión es la que cuenta, detrás de los primeros escarceos sónicos de «Lucifer on the sofa» hay mucho más: un disco con los matices, giros y fusiones estilísticas necesarias para rellenar el contenido del mismo con la suficiente variedad y policromía, enganchando al oyente para lograr así, postularse como uno de los mejores trabajos de este primer trimestre del, hasta ahora y para un servidor, mediocre 2022.
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