Discos Críticas

Reseña y crítica sobre The Lemon Twigs y su álbum ‘Everything Harmony’.

… la etapa álgida de ingenio e inspiración en que se halla el dúo neoyorkino que, unido a sus llamativos aires estéticos cercanos al glam, les ha llevado a dejar de ser una firme promesa para asentarse como paladines y renovadores del soft rock y del folk-rock…

Complicado, bastante complicado decidir si «Everything Harmony» supera al estupendísimo anterior y tercer álbum «Songs for the General Public« de The Lemon Twigs. Supongo que con el transcurso del tiempo o de las sucesivas audiciones será más fácil salir de unas dudas muy subjetivas que, todo sea dicho, tampoco van a ningún lado. Lo que sí resulta obvio es la etapa álgida de ingenio e inspiración en que se halla el dúo neoyorkino que, unido a sus llamativos aires estéticos cercanos al glam, les ha llevado a dejar de ser una firme promesa para asentarse como paladines y renovadores del soft rock y del folk-rock.

Y es que ciertamente de casta vienen estos galgos que, desde chiquitos, mamaron las enseñanzas de su padre Ronnie D’Addario, cuyo legado musical puede considerarse como uno de los grandes tesoros ocultos del pop melódico de finales de los setenta. Por supuesto también, sus influencias están a la vista, cosa que ni amagan, disimulan o camuflan. Al final todo acaba siendo orfebrería melódica que fluctúa entre Simon & Garfunkel, los Wings de Paul McCartney, Burt Bacharach, Todd Rundgren, Big Star, los Beach Boys o la Electric Light Orchestra. 

A subrayar que lo de los hermanísimos no es nada sencillo. De su creciente éxito debería valorarse el mucho mérito de coronarse triunfantes en una frontera imaginaria con las melodías pasteleras y con detalles que, a simple vista para los superficiales o “eruditos” más talibanes del rock, puedan parecer empalagosos o incluso amanerados.  

De su contenido, con la emotiva y romántica primera avanzadilla «Corner Of My Eye» nos dejó prendados a los suficientes por esas virtudes sanadoras, espirituales y atemporales que posee. Ahí ya pudimos imaginar que se avecinaba algo grande y algo que no iba a ser santo de devoción para los habituales que, por ejemplo, menosprecian a los creadores de las fabulosas “The Boxer” o “The Sound of Silence”

Más grandes expectativas también se produjeron en la suave armonía de la gravitatoria “Any Time Of Day”, en el pop de radioformula setentera de “In My Head”, o en los guiños acústicos a la Gran Estrella de “Every Day Is the Worst Day of my Life” que, nítidamente más eléctricos, se dan cita en “What You Were Doing”

En cuanto al resto, la inicial “When Winter Comes Around” es portentosa, penetrante, apasionada e intensa como una hoja otoñal, del mismo modo que “I Don’t Belong To Me” se desborda en sensibilidad con esas teclas de piano como modélicas escoltas o que «Ghost Run Free”, con sus ecos cósmicos, tenga cierta aproximación a las bandas de jangle-pop de los ochenta y noventa.

Nos queda la desgarradora “What Happens To A Heart” y la existencialista “Born To Be Lonely”, que parecen ancladas en el tiempo, en un pop barroco de finales de los sesenta y principios de los setenta, detalle que no mengua e incluso hasta resulta alentador y arrebatador. O la onírica “Still It’s Not Enough” y el tema que da título al álbum, donde las armonías vocales son celestiales, de ensueño. Se completa tanta emotividad y ternura con “New To Me”, un tema de profundidades sísmicas en su lírica, dedicado al mundo del alzheimer, y que certifica que, sin pérdidas de percepción o de orientación por causas dispares, aquí tenemos un artefacto sonoro para el recuerdo y para la memoria. 

Siendo como rebosan juventud, talento y genialidad, ojalá The Lemon Twigs fueran el espejo al que mirarse las nuevas generaciones, tan dominadas por los esperpentos y mediocridades del mainstream, reggaeton, trash y otras mandangas de nuestra decadente y más comercial actualidad. 


Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Artículos que te pueden interesar