Conciertos

Crónica del concierto de Ambros Chapel en la Sala Black Note de Valencia durante la velada del 4 de noviembre de 2023.

… mascullando, gimiendo sexy, sin impostura, atravesando la oscuridad sobre unas progresiones melódicas que traían luz a las espesas tinieblas dramáticas de su narrativa existencial…

A ver, para que quede claro. Esto no lo escribe el amiguito de Ambros Chapel que siempre está atento a lo que hacen y habla de ellos continuamente con la boca llena de esa bola que mezcla calidad con amistad de manera confusa o, peor todavía, artera, para darles un empujoncito como el que no quiere la cosa. No, esto es peor todavía. Esto lo escribe un fan que le da a la tecla con la furia del converso porque, hasta que los conoció a ellos, renegaba continuamente de cierta música de los ochenta que tenía a los Cure, Joy Division, Echo and The Bunnymen o Psychedelic Furs como bandas señeras.

Y después de verlos actuar en mayo de 2019 como teloneros de los Immaculate Fools en la sala Jerusalem se cayó del caballo como Saulo cuando el mismísimo Jesús de Nazaret, ahí es nada, le preguntó que por qué me persigues. Payaso. Y recuperada la visión y abrazando la nueva fe cristiana, llegó hasta apóstol y evangelista, que era como ser periodista entonces, escribiendo mucho y con muchísima pasión sobre lo que el Señor obraba, además de mogollón de epístolas.

Ambros Chapel

Tampoco es que controle mucho del tema por culpa de mi ateísmo, lo mismo que no conocía esa música que algunos llaman after-punk por culpa de mis prejuicios y mi ignorancia. Lo que sí sé es que aquel concierto me hizo replantearme mis gustos musicales y que ahora soy mejor persona. Y que algunos miembros de los Chapel se inquietaron bastante cuando aquella figura salió de las sombras mientras guardaban guitarras, cables y pedales en un coche y les preguntó con los ojos fuera de las órbitas en un estado cercano al delirio si no llevaban nada pregrabado y que dónde estaba el ordenador y que si ya lo habían guardado en el maletero. Porque no me creía que aquella barbaridad sónica saliera de las manitas de solo cuatro individuos. Algo de aquello conté en mi crónica para el diario Levante, que, por cierto, fue muy del gusto de Kevin Weatherhill y de sus seguidores (véase pinchando aquí).

Lo bien cierto es que desde entonces no he dejado de interesarme por ellos, de recomendarlos y de fiarme de la opinión de gente más lista que yo, que los tiene en mucha estima. Después vinieron tiempos duros para Ambros Chapel. La pandemia, las dificultades para poner su nuevo disco “A New Romance” en la calle, la sustitución del guitarra solista, la salud de José, el batería, y otras circunstancias personales y profesionales no auguraban un futuro halagüeño. En diciembre de 2021 telonearon a Pink Turns Blue en Rock City en una buena actuación, pero fría, agarrotada y extraña, que me hizo desear verlos de nuevo con más ganas el sábado pasado en Black Note.

Impresionante. En un concierto serio y elegante, enfundados en el luto de rigueur, nos regalaron los mejor de sí mismos. La sección rítmica funcionaba solemne, casi maquinal, insuflando gravedad a un ambiente poblado por una numerosa asistencia de fieles, familiares y amigos. Desde que comenzó el bolo con la maraña eléctrica y desesperada de “Marble”, José se puso a despejar la senda sonora con ritmos potentes, sórdidos en ocasiones, fracturados en otras, metronómico y expresivo a la vez como en la maravillosa “Glassvegas” o mutante en “Drifting Isles”. Alfred, el bajista, introducía profundidad al conjunto, haciendo vibrar las cuerdas y los ánimos, inmóvil, concentrado, estirando notas pesadas en la tenebrosa “Deja vu”.

Ah, las tinieblas. Grupo gótico, siniestro, oscuro, tétrico. Etiquetas que se asocian a cierta escena musical con la que Ambros Chapel está relacionada. Obviamente, sus influencias están ahí, pero tampoco vayamos a pensar que aquello era la banda sonora para torturar herejes en una mazmorra, ni para practicar exorcismos. Las composiciones de Pablo Casero reflejan en muchas ocasiones los misterios, las luchas, los abandonos, las ansiedades, los quebrantos y las soledades del alma humana, pero casi siempre tienen un delicioso fondo pop.

Pablo Casero de Ambros Chapel

Si despojáramos a sus canciones del manto de efectos, ecos, electricidad y desasosiego (tan fabulosamente adecuado, por otra parte) nos quedarían unas piezas con el brillo clásico y la melodía limpia de las de Bowie o Robert Smith. Ex tenebris lux. De la oscuridad proviene la luz. Y bajo los focos del escenario, protegido por sus rayban y tras su guitarra roja, Pablo cantaba con voz doliente, pasando del susurro al rugido en la misma frase. Mascullando, gimiendo sexy, sin impostura, atravesando la oscuridad sobre unas progresiones melódicas que traían luz a las espesas tinieblas dramáticas de su narrativa existencial. Peter Murphy, Bret Anderson. El concierto avanzaba, “Insight”, “Whisky” “8” y “Rome” les quedaron monumentales.

Las hechuras de banda de rock clásico serían menos sin un guitarrista como Eduardo de Eduardo. Zurdo, con una Stratocaster entre las manos y una enorme bandeja de pedales a sus pies, dejó solos y punteos colosales, vibrantes y llenos de color. Trabajando a destajo, texturizando todas las canciones, haciéndolas brillar con épica, con tensión, con ruido, con melodía. Lacerante y feroz, expresando de manera magnífica el espíritu de la banda, dejando detalles de gusto y calidad en cada compás. Con toda la intención del mundo. Como cuando sacó un ebow. Quién saca un ebow para aguantar la nota tres veces en una canción si no es un perfeccionista dispuesto a poner toda la carne en el asador para que a su peña le luzca el pelo como se merece. A ver. Eso no es un capricho, eso es conciencia.

Lo que yo les diga, un concierto espectacular que terminó con dos versiones: una muy molona y particular de “Ziggy Stardust”, que fue coreada con ganas, y otra bien sucia y potente del “Soul Kitchen” de los Doors. En un garito pequeño, con un pilar en medio y un montón de niños mareando en primera fila. En València, un sábado por la tarde. Dejándote toda la noche para celebrarlo, para comentar la jugada, para pasear la cara de felicidad de bar en bar, propagando la buena nueva. Qué buenos son Ambros Chapel.


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