Discos Críticas

Reseña y crítica sobre Los Radiadores y su álbum ‘Sorbos de electricidad’.

… en estos sorbos, en estos nueve chupitos de rock ‘n’ roll, vuelven a poner en marcha el motor de explosión de ese universo que les caracteriza, con disciplina marcial ramoniana, con urgencia, nervio y convicción…

Empieza el año con energía y con positividad, equilibrando las calorías ingeridas y las consumidas, regenerando las neuronas y otras células orgánicas que se han visto dañadas en las últimas semanas. Algo así parece que nos quieran transmitir Los Radiadores con sus recientes “Sorbos de electricidad”, donde, como dirían Barricada, no hay tregua y tiran del gatillo, acaso porque llevan la suficiente veteranía para no salirse de un guión que comenzó a gestarse hace trece años.

Y es que sobre todo me ha venido a la cabeza ese himno que entonaba Boni en el tercer álbum del grupo navarro al escuchar los dos temas que cierran el quinto de los valencianos. En “Ayúdame” como si buscasen arrojar luz en la oscuridad de unas generaciones que tienen mayor dificultad para sentirse representadas por héroes musicales, y en “Rápido” por la perseverancia de una banda que debería haber obtenido un reconocimiento mayor al no haber perdido un ápice de actitud y calidad en toda su trayectoria.

los radiadores sorbos de electricidad
Los Radiadores: Jose ‘El Joven’, Vicente ‘Metralla’, Raúl Tamarit y Sergio ‘Perrín’

A grosso modo podríamos decir que en estos sorbos, en estos nueve chupitos de rock ‘n’ roll, vuelven a poner en marcha el motor de explosión de ese universo que les caracteriza, con disciplina marcial ramoniana, con urgencia, nervio y convicción.

El inconfundible brío y el espíritu independiente ochentero ya quedó patente en la primera avanzadilla Moriré más por ti, pura filantropía punk-rocanrolera cual si fuera una especie de acto de abnegación, de sacrificio voluntario hacia el prójimo, tal y como podría interpretarse esa declaración de amor, de amistad, de fraternidad… o de cualquier otro tipo de afecto apasionado.

Después llegó Han vuelto a llamar, un tema de garito, un himno cargado de simbología sobre charlas en los bares, con menciones a Toni Gominola y a sus citas, en la barra del King Creole del barrio de Russafa, acerca del escritor de relatos de terror y ciencia ficción Lovecraft. Si ahí ya se podía captar el trasfondo del título, se reafirma mucho más en “Esto ya lo vi”, otro homenaje a las barras de los antros de rock and roll.

Nos quedan cuatro sorbos, y tres son de los que se beben de golpe. Uno de cazalla en “La misma canción”, por la huida para comenzar una nueva vida, volando por la estratosfera a través de cúmulos de nubes. Otro de tequila por la base guitarrera de Bo Diddley y la sarcástica crítica a ciertos individuos de nuestros sociedad en “He visto cosas que no podrás creer”. Y otro de absenta porque “Ya no somos jóvenes” pero seguimos soportando con estoicidad a los cuerdos que siempre están dando lecciones de madurez.

Dejo conscientemente para el final “Querido dolor”, para bailarlo ante las adversidades de la vida y, a ser posible, al compás de un gin tonic con limón. Con él se comprende mejor este artefacto de rock noctámbulo, de tugurio, cuyo lirismo seduce, sorprende y despista por sus recovecos épicos, malditos y bohemios, esos que a Los Radiadores les permite afianzarse mucho más.


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