
Se cumplen 70 años de la grabación y publicación en el mítico sello Sun Records del single con el que debutó oficialmente Elvis Presley… Si alguna efeméride en la historia del rock and roll merece que le dediquemos un especial, es esta.
La historia de cómo convergieron los caminos de Sun Records y Elvis Presley a raíz de las grabaciones amateurs de este último en el Memphis Recording Service es bien conocida… Creo que ya tenemos bien entendido que el de Tupelo no se dejó caer por allí para grabar un disco con su propia voz como regalo a su madre, sino que buscaba que se fijasen en él, conseguir que le grabasen un disco de manera profesional… convertirse en un cantante «de verdad».

Precisamente el motivo de este artículo es celebrar el momento en que esa primera grabación profesional del Elvis tuvo lugar y su posterior publicación… porque se cumplen 70 años del que quizás sea el momento más importante en la historia del rock and roll.
Quitemos el «quizás»: se cumplen 70 años del momento más importante en la historia del rock and roll.
Primer contacto entre Elvis Presley, Scotty Moore y Bill Black.
La historia comenzó la tarde del 3 de julio de 1954, cuando Sam Phillips, el dueño de Sun Records, le pidió a Scotty Moore, guitarrista de los Starlite Wranglers, una de las bandas que intentaba encontrar el camino del éxito grabando para dicho sello, que contactara con un tal Elvis Presley y que quedara con él para hacerle una especie de prueba. El chico era un aspirante a cantante del que Marion Keisker, secretaria del Sr. Phillips, decía que le parecía que podía ser un buen intérprete de baladas y en el que el propio Sr. Phillips veía algo… pero no sabía qué.

Scotty pensó que mejor hacerlo cuanto antes -no estaba de más que el mandamás de Sun Records viese su buena predisposición para ayudar en lo posible- y en cuanto llegó a casa llamó al número de teléfono que Sam Phillips le había dado. Según contó el propio Moore años más tarde, fue la madre de Elvis quien atendió la llamada y a su comentario de que telefoneaba en nombre de Sun Records y que necesitaba contactar con Elvis, le dijo que el chico estaba en el cine, pero que irían a buscarle y le devolvería la llamada cuanto antes. Así fue.
Al día siguiente, domingo para más señas, Elvis se presentó en casa de Scotty según habían acordado cuando hablaron la noche anterior y poco después llegó Bill Black, amigo de Scotty y contrabajista en los Starlite Wranglers, para unirse a la sesión. Tocaron un poco de todo, desde country hasta blues pasando por canciones al estilo crooner, predominando las baladas.
Cuando tras unas cuantas horas dieron la sesión por acabada y Elvis Presley se hubo marchado, Scotty y Bill compartieron sus impresiones y el guitarrista llamó a Sam Phillips para darle su opinión: el chico no era nada fuera de lo normal en cuanto a estilo o técnica cantando, pero era innegable que tenía una buena voz… y quizás algo más que no sabía explicar. Sí, tal y como Sam decía, tenía algo, pero no era fácil explicar qué.
En el estudio: el big bang.
Las grabaciones que Elvis Presley había hecho a su coste en el Memphis Recording Service habían dejado en Sam la impresión de que quizás se podía trabajar con aquel cantante… La prueba que Sam le había pedido a Scotty que le hiciera habían dejado en el guitarrista una impresión similar…
Así que Sam lo tuvo más o menos claro: el siguiente paso era hacer que el chaval se pasase por el estudio del 706 de Union Avenue para una sesión de grabación «de verdad», con músicos de acompañamiento, no como en las grabaciones para el MRS en las que Elvis se había acompañado simplemente con su guitarra. Total, en el peor de los casos no iba a perder más que un poco de tiempo…
Los músicos de acompañamiento que escogió el Sr. Phillips fueron, por supuesto, Scotty y Bill.
La sesión se concertó para la tarde del día 5 de julio, es decir justo al día siguiente de la prueba en la que Scotty Moore, Bill Black y Elvis Presley habían tocado juntos por primera vez.
La intención de Sam era crear un ambiente en el que el joven cantante se sintiese cómodo. Sabía que estaba tratando con alguien absolutamente ajeno a aquel mundo, sin experiencia, por lo que lo principal era no «asustarlo». Por este motivo sólo los propios Scotty Moore y Bill Black fueron requeridos como músicos para respaldar a Elvis y lo primero tras unos minutos de charla fue ver qué canciones conocían bien los tres para poder interpretarlas de principio a fin.

Sabemos que aquella tarde probaron con temas como ‘Harbor Nights’ y ‘I Love You Because’ por ejemplo, de los que se grabaron diversas tomas, con Sam Phillips haciendo correcciones, sobre todo dirigidas a tratar de que Scotty Moore simplificase su modo de interpretar los temas a la guitarra, pues se empeñaba en querer sonar como su ídolo Chet Atkins, y en intentar que Elvis Presley se mantuviese tranquilo y relajado.
El caso es que tras varias horas allí no había ocurrido nada especial: sí, es cierto que el trío no sonaba mal; sí, es cierto que el Elvis Presley transmitía emoción en sus interpretaciones… Pero de ahí a tener algo con lo que entrar con posibilidades de éxito en el mercado discográfico había un trecho largo. Muy largo. Lo mejor era tomarse un respiro y eso es lo que les pidió el Sr. Phillips a los tres músicos. Él se puso a hacer otras cosas, quizás a ordenar cintas de grabaciones anteriores de otros artistas mientras pensaba si no sería mejor enviar a todo el mundo a casa y volverlo a intentarlo otro día… o no.
Mientras tanto, Elvis Presley, hecho un manojo de nervios, empezó a cantar acompañándose de su guitarra acústica un blues de Arthur Crudup que el chaval, más con ánimo de guasa que otra cosa, aceleró bastante respecto al ritmo del original. Bill Black, siempre dispuesto a no quedarse atrás en lo que a diversión se refiriese, no se lo pensó dos veces y comenzó a acompañar al chico haciendo chasquear las cuerdas de su contrabajo entre risas. Y el serio Scotty Moore, por no quedarse mirando, entendió que debía unirse a la fiesta con su querida guitarra…

Lo que vino a continuación es historia y se ha contado hasta la saciedad a partir principalmente de los recuerdos del guitarrista: Sam Phillips preguntando que qué diablos estaban haciendo; los músicos disculpándose diciendo que no lo sabían muy bien y preparándose para encajar una buena bronca por parte del dueño de Sun Records por andar perdiendo el tiempo con tonterías… Y la sorpresa cuando en vez de la reprimenda lo que recibieron fue instrucciones de empezar desde el principio aquella canción tal y como la estaban tocando.
Hicieron falta unas cuantas tomas hasta que Sam consideró tener la buena de ‘That’s All Right’, buscando que el trío sonase conjuntado, pero sin perder la espontaneidad, la frescura, el descaro que había percibido la primera vez: Elvis marcaba el inicio con la guitarra acústica y se arrancaba a cantar, incorporándose Bill Black para llevar el ritmo con el contrabajo, convertido a un tiempo en instrumento de cuerda y percusión por obra y gracia de la técnica del slap, y Scotty Moore con su guitarra eléctrica, capaz de hacerla sonar elegante y distinguida a la vez que alegre y provocativa.
O sea, el big bang.
Y tras eso, todos a casa, que al día siguiente Elvis Presley, Scotty Moore y Bill Black debían madrugar para ir a sus respectivos trabajos.
La confirmación.
Un par de días más tarde volvieron a reunirse en el pequeño estudio del 706 de Union Avenue para probar algún otro tema con el poder completar un single, pero nada destacable lograron grabar. Al menos, no a la altura de lo que habían hecho el día anterior Elvis Presley y sus dos compañeros.
Pero el día no fue en vano porque Sam cuando quedó solo en el estudio, ya tarde, llamó a su buen amigo Dewey Phillips, un DJ radiofónico de bastante éxito en la zona, para ver qué opinaba sobre aquel ‘That’s All Right’. No es que el mandamás de Sun Records tuviese dudas, pero no estaba de más tener otro punto de vista de alguien que conocía tan bien el mundo discográfico desde la perspectiva de las emisoras de radio como Dewey.

El DJ tras escuchar la grabación varias veces se mostró tranquilo, sin estridencias, aunque su veredicto no dejó lugar a dudas: aquello apuntaba a éxito.
La cosa mejoró cuando a la mañana siguiente Sam recibió una llamada de Dewey diciéndole que necesitaba que le pasase una copia de aquella grabación para poder pincharla en su programa ‘Red Hot and Blue’. De hecho la necesitaba ya porque quería hacerla sonar aquella misma noche. Sam Phillips se puso manos a la obra y preparó unas copias de prueba en vinilo a toda velocidad y avisó a Elvis Presley de que era posible que su interpretación sonase en el popular programa de la emisora WHBQ.
Y sonó, ya lo creo que sonó. Cuenta la leyenda -o la historia- que lo hizo no una, sino más de media docena de veces… y que las líneas telefónicas se colapsaron por las llamadas que los oyentes hicieron preguntando por aquel tipo de extraño nombre que cantaba con aquel peculiar estilo. Leyenda o historia, lo bien cierto es que Dewey Phillips tuvo que localizar como pudo a Elvis Presley para que se presentase en el estudio y hacerle una entrevista.
Toca seguir trabajando.
Sam Phillips tuvo claro que la mecha estaba prendida, pero solo tenían una canción y necesitaban al menos otra que ocupase la cara B del single… Tenía que ser algo a la altura de la cara A, por supuesto, de forma, modo y manera que las otras grabaciones que tenía del trío no las veía como válidas.
Elvis Presley, Scotty Moore y Bill Black fueron convocados de nuevo al cuartel general de Sun Records y se pusieron de inmediato a la tarea de buscar el tema que pudiese completar el disco.
La meta estaba clara: algo similar a ‘That’s All Right’, pero no igual pues convenía dar algo de variedad al disco… Y el complemento perfecto se encontró de nuevo casi por casualidad tras varios días de pruebas y más pruebas, descartes y más descartes: Bill empezó a hacer broma tocando el contrabajo con su peculiar golpeteo de las cuerdas cantando él mismo a la vez ‘Blue Moon of Kentucky’, un country que había sido un éxito unos ocho años atrás en la voz de su compositor, Bill Monroe.
El tratamiento que Elvis, Scotty y Bill aplicaron a esta canción fue el mismo que dieron al viejo blues de Arthur «Big Boy» Crudup: aumentarle el ritmo, Elvis cantando y rasgueando la guitarra acústica con toda la pasión y el descaro del mundo, Bill marcando de forma impecable el ritmo con el contrabajo convertido en instrumento de cuerda y percusión a una y Scotty dando brillo al resultado final con su buen hacer a las seis cuerdas.
Además, casualidad o no, conseguían romper barreras que eran bien evidentes en 1954, pues unían en un mismo disco un blues y un country a los que daban su tratamiento particular.
Publicación.
Sólo faltaba enviar las grabaciones a fábrica para que se prensasen los discos, lanzarlos al mercado y ver si realmente el público entendía el trabajo de aquel póker de ases. Sólo eso. Casi nada.
El 19 de julio de 1954 el single con ‘That’s All Right’ por la cara A y ‘Blue Moon of Kentucky’ por la cara B era publicado en el sello Sun Records con la referencia Sun # 209 acreditado a «ELVIS PRESLEY, SCOTTY and BILL». La suerte estaba echada.
Y aquí estamos, 70 años después.

Nota: este artículo no hubiese podido escribirse sin el trabajo previo de autores como Peter Guralnick en sus imprescindibles libros ‘Último tren a Memphis’ (Global Rhythm, 2008) y ‘Sam Phillips: the Man Who Invented Rock ‘n’ Roll’ (Little, Brown and Company, 2015) y Colin Escott con Martin Hawkins en su absolutamente recomendable obra ‘Good Rockin’ Tonight’ (St. Martin’s Press, 1991).
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Blue Moon Boys Elvis Presley Especiales Sun Records Vince Martínez