Críticas Discos

Aparecido medio año (de paso) antes que los «bollocks» de los Pistols el estreno de los Clash cierra ese tríptico sagrado del punk rock que, mayormente, la historia rockera se empeña en destacar especialmente sumando a los dos mentados hasta ahora el insaltable y anterior estreno ramoniano. Por supuesto que, quien más quien menos, se acuerda siempre de la VU, el par de «banditas» de Detroit, los Dolls o los «Tators» (etc) , a la hora de pretender/intentar hablar un poco con propiedad (y justicia torera) del «asunto punk» (que esto no brotó de inmaculada concepción, o cual seta silvestre, ni tampoco con Johnny arreándole con el bate a Joey en la almendra para surgir de ahí cual nacimiento de Atenea versión garrafa, está claro). Pero, para bien y mal (y subjetividades al margen, por ilustres que resulten), esas tres bandas y discos vendrían a ser «la foto» del tema… ¿»Qué es el punk»?. Pues le enseñas al encuestador cualquiera de esas tres covers y así ya sabemos todos, rápido y fácil, sobre el qué tratamos. A partir de ahí conviene aclarar, como siempre que trato de reseñar lo que sea sobre Strummer y cia, que estamos ante mi banda más querida desde la misma y tender adolescencia… Intentaré pues no perderme en lisonjas mil pero, es de cajones, no puedo prometer nada… Es más, ya les aseguro de entrada que fracasaré estrepitosamente en el empeño.
Y es que está claro que mientras los Ramones asentaron definitivamente las premisas de lo que es el sonido «punk rock» en lo musical y los Pistols añadieron ese descontento y denuncia («que la culpa es del sistema»), a los Clash les tocó «sacar a pasear al monstruo»… A partir de ahí podemos perdernos en el tema de activismos políticos (con llamada a ocupar las calles included -que esa es la gran diferencia en actitud con los otros… el cabreo expositivo sin más o el cantarle a la posible solución del susodicho cabreo, para resumir-), la entrada de ritmos reggaes o dub -etc- en el tinglado, la querencia casi obsesiva de Woody por el rocanrol clásico yanqui y/o esa figuración previa con los 101’ers, y demás temas (tópicos y ciertos) que giran siempre alrededor de la famosa formación, sea en comándita o através de cada uno de sus miembros… Pero esto se iba a eternizar hasta el punto de tener que realizar esta entrada por episodios y, hombre, no es por falta de ganas pero entiendo que tampoco es plan… Mejor, entiendo, centrarnos en el (monolítico) álbum en cuestión y, para aparcar ya del todo a partir de aquí la sombra del otro par de conocidas bandas, lo despejo en que la comparación en lo musical con la banda de Rotten me parece, directamente, imposible y, por lo que a los Ramones toca… Me ha hecho gracia leer en el Ruta 66 de este mes aquella cita de Johnny sobre los Clash: «Cuidado, que estos son tan buenos como nosotros»… Aaay, que potra tuviste de dar con el esmirriado gigantón cegato Juanito… Siendo los Ramones una aparición fija, y sin debate posible, en mi hipotético top-10 de bandas favoritas ever, salta a los globos oculares que los Clash tienen el mismo número de himnos con un tercio (si llega) de discografía, una variedad muy (MUY) superior y, en verdad, si la mera comparación no nos deviene insultante a muchos es porque Joey es/fue, y tal cual, uno de los mejores cantantes en esto del Rock (en cualquiera de sus formas y matices) que haya pisado jamás un escenario. Aclarado ello en mis percepciones, y asumiendo las desavenencias que puedan darse (que por otro lado ya le adelanto al posible «detractor» que más «fans» de los Ramones que uno no es que haya demasiados), vayamos ahora ya sí al tema. (Por cierto, ¿qué que más da quién era mejor o no porque las dos bandas eran cojonudas y no hay por qué comparar -y menos a estos niveles-?… Cierto sin duda, pero también… si eso es la sal de la vida rockera, hombre !… no me sean agri@s)
«He’s in love with rock’n’roll woaahh,
he’s in love with gettin’ stoned woaahh…»
La que fue, en mis cuentas, la mejor banda del planeta en los tres últimos años de «la década de la gran expansión de géneros» empezaba su singladura con este tan conocido y deslumbrante disco de homónimo título. El favorito de Mick Jones al ser, y cito: «en el que más sonaban como banda». Y qué curioso me resulta siempre que lo primero que se puede escuchar al estrenar su obra de estudio sea la batería de Tory Crimes (o Terry Chimes, que es la misma persona pero en la carpeta interior del álbum figura de la otra manera). El gran olvidado, el breve, de lo que sería todo el cuento (de hecho, si mal no recuerdo, no llegó siquiera a girar y Topper Headon entró ya a las pocas semanas de publicarse el elepé). En cualquier caso empieza a sonar «Janie Jones«, vaya… Ya de entrada apreciamos los redobles conocidos de la ficticia hermandad de la big apple y una rabia al entonar por parte de Strummer que nos recuerda a sus famosos vecinos apadrinados por el puñetero McLaren (su manager -el de los Clash-, por cierto, Bernie Rhodes era algo así como uno de los  compañeros de juerga oficial del tan renombrado Warhol de tercera, british version… del téxtil y la pandereta para entendernos)… Pero hay y había más, claro. Las dobles y triples voces, la mayor inercia melódica y un superior respeto al abarcar instrumentalmente la estructura de la canción como tal. En cuanto a la canción en si es un todo… Empieza, le das la vuelta al disco para ver los correteos de los bobbies a la carga… Movimiento, inquietud, revuelta social, la línea de bajo tan marcada de Simonon (que cuenta la leyenda aprendió a tocar poco menos que en las mismas sesiones de grabación, con Jones marcándole los tiempos), la misma batería ya mentada introduciendo anteriormente el asunto y Joe a degüello, claro… Historia, que se dice y para resumir. «Remote control» cantada en comándita por Mick y Joe a su manera habitual (el primero tiene los pasajes más suaves quedándole a Woody los rebuznos intermedios para encontrarse ambos al final), es otra intención de estilo conseguida… Nuevo emblemático y sencillo ritmo (a la par), nueva mezcla de melódica rabia intachable  y, ni qué decir, la segunda en la frente. Para «I’m so bored with the U.S.A.» te sobreviene marcada sensación de estar ante un rocanrol old scholl (de los de Chuck o Ricardín)  hasta que llegamos al coreable estribillo tan inefablemente punkie… Otra indómita píldora que, ay (y eso sí), queda siempre eclipsada al ser la antecámara de «White riot«, su primer sencillo… Y todo cristo de rodillas aquí, faltaría. Esta especie de himno del utópico país del punk (la inimitable manera de enfrentarla de Strummer, la orgullosa e incendiaria brevedad…), que aún hoy no falta quien la malinterpreta al tomar por otra cosa lo que es un reconocimiento, a la par que claro gesto de envidia, a la capacidad de los «marginales negros» de los últimos setenta londinenses para enfrentarse en las calles a la injusticia social («esto es lo que tendríamos que hacer todos, que lo sepáis»), sigue y seguirá poniendo los pelos escarpiados a todo cristo vivente hasta el día el Juicio y sin más que añadir… Cojonuda «Hate & war«, siguiendo y faltaría, y que bien le quedaban siempre estas cosas a Mick (esa guitarrita buena  ahí !).  De mis predilectas sin duda (y en este caso hasta «decir mucho» es decir bien poco). Aquí encontramos por vez primera, además, ecos de avanzadilla al también legendario tótem del 79 con la famosa fotografía de Pennie Smith… Y al final, casi al final del todo, Joe coge relevo pero, coño, es que tiene que empezar cuanto antes «What’s my name?» nada menos… No es porqué sí. Para hacerse una idea de mi relación con esta pista solo mentar que este es el único elepé que tengo repetido en vinilo desde el año el botijo y, la puñetera de canción esta, la tengo rallada en los dos por puro y duro desgaste (!!)… Sería algo así como la analogía sónica a la escena torrada de «El nombre de la rosa» que tenía en VHS (y en la primera adolescencia) que, llegado cierto punto, ya ni se veía por mucho tracking que mediase… «what the hell is wrong with me ?…», qué cabrón, hay cosas que nunca las supera uno por mucha semántica (y tiempo) que tercie, y punto. «Deny» es otro temazo tan sencillo en apariencia como tremebundo (esa breve parte intermedia con ténue pero reverberante guitarrita me derrota siempre) pero que, como le ocurre a «I’m so bored…», tiene la desgracia de preceder a una de las mayores burradas ever: «London’s burning«. Qué, para más narices, cierra la primera cara analógica. Y volvemos a lo de la tan engañosa simplicidad que encierra siempre el sub-género de marras… El punk rock fue, entre otras cosas, el bajar (por fin) de los cielos la música para que cualquier chaval pueda intentar tocar la guitarra en su casa, tras enchufarla al ampli y a fin de meter una bronca del demonio… La putada, claro, viene después, al descubrir que si solo han habido unos Clash (o unos Ramones) es por algo, por fácil que parezca ser lo que hacían… «London’s burning» es veneno puro en este sentido. Y es que la técnica, descubrir el «modo», siempre está muy bien, sí… Pero la interpretación, el ángel, ya es otra cosa. Y la que marca la diferencia, mayormente.

Sea como fuere toca darle la vuelta al tema, y sigamos, y empieza sin compasión que valga «Career opportunities«…  ¿»De verdad quieres trabajar en la BBC»?, ¿»quieres ser polícia»?… «Las oportunidades de verdad son las que nunca te dan»…  La abuela de dios ! Independientemente del contexto histórico-social (Inglaterra pre-thacherista) que ahí queda, no creo que se pueda soliviantar más a un joven oyente que con esta canción, infinita oda a la autodeterminación del individuo (con incluida toña a las «fuerzas del órden» de por medio). Menos de dos minutos que sintetizan, además y al extrapolar, la inquietud que a todo cristo le sobreviene al ir terminando la adolescencia (¿»que coño quieres hacer de verdad con tu vida?»). Seguir desde ahí, manteniendo nivel, es muy complicado y eso hace (en cierta medida al menos) que «Cheat» y «Protex blue» sean comúnmente entendidas como «el bajón» del disco cuando, realmente, son dos piezas a considerar para bien y por si mismas. La primera es un llamamiento al engaño, al «véncelos con sus armas» , mejor aprenderse las reglas y saber como funcionan las cosas si se quiere llegar a algo… aprende a mentir o te follarán vivo, en resumen. Aunque hablando de folleteos, y de la mano con las más primordiales inquietudes de la juventú, la que más da en el clavo es «protex blue», claro… Jones canta esta tan acelerada historia de un paquete de condones que requieren ser usados sea en un vagón de tren o en algún bareto del West End… Que las revueltas sociales y tal están muy bien pero siempre hay prioridades, claro… Y sí, sin duda, es este tipo de ligerezas lo que hace perder el carácter icónico a Mick que siempre tendrá Strummer pero, coño: uno no puede ser un superhéroe siempre, en full time mode. Diga ud qué sí Mr. Jones. A continuación, por supuesto y por si alguien todavía albergaba dudas de que con esta gente estábamos y estamos ante «algo más», llega su conocida versión de «Police & thieves«, el reggae compuesto y popularizado por Junior Murvin junto a Lee Perry. Que la versión de nuestros protas de hoy encierre un mensaje (o no) de homenaje a los Ramones o que sirviera de fuente de inspiración para un tema del mismísimo hijo de la Sra. Nesta Marley, no pasa de lo anecdótico o lo hipotético (son de esas cosas que puedes leer en alguna biografía o visitando la wikipedia de las narices pero que, de alguna manera, siempre quedan abiertas a matices varios) . Lo que si es feaciente del todo, que sale hasta en la carta de ajuste, es que fue añadida a posteriori, con el álbum ya acabado, al percatarse todos del escaso minutaje alcanzado… Bendita solución, ni qué decir, que nos lleva de la mano al doblete de despedida: «48 hours» y «Garageland«. La primera es, como «remote control», «hate & war» o «what’s…», una magnífica y reivindicable canción de esas que no encontraremos jamás de los jamases en ninguna compilación al uso (buena melodía con redoble punkarra de la casa en chorus -y, para mí descaradamente, el momento más pura y duramente ramoniano de largo en el disco-), siendo ello todo una lástima. Y «Garageland» que resulta, finalmente, otro compendio de saltarín ritmo sincopado, con sus coros y tan carismática producción, que ejerce (también) de avanzadilla de lo que estaba por venir en los años inmediatamente inmediatos… Y ya estaría la cosa. Por supuesto, debe quedar ello prístino -por querencias particulares y tal-, ya adelanto a cualquiera que pretenda discutirle el pleno, en la chirigota de la nota final, al estreno «clashero» que no debe dudar siquiera un solo segundo si «should i stay or..?» y ya puede irse, de todas todas, «straight to hell». De cabeza y sin la menor dilación.
Queda, ya por último del todo, el asunto de la edición yanqui… que casi se me pasa. Y no me sorprende, en base a ello, aquella cita que recordaba hace unos meses (en la entrada que le dediqué en casa propia al sacrosanto «London Calling») del Sr. Scorsese: «Los Clash fueron toda una revelación…». Claro, este disco apareció en el 79 en USA, después del «Give’em…» y muy poco antes que el célebre doble de marras… Imagínate que te caigan todos esos temas de golpe, o con muy poco espacio de tiempo de separación, encima. Cómo para no ser una «revelación» (o tres), Maestro… Y para más liarla aún, dicha edición yanqui perdía por el camino a «Deny», «Cheat», «Protex blue» y «48 hours» pero, mucha atención, añadía nada menos que «Clash city rockers», «I fought the law» (la indispensable versión de Bobby Fuller Four), «Jail guitar doors», «Complete control» y, por supuestísimo, esa virguería indispensable que es «(White man) In Hammersmith Palais». Y es que no son tan acémilas estos yanquis, no… Imparable e imprescindible, en cualquier caso y forever, este «The clash» -el disco- sea en su versíon inglesa, americana o austrohúngara y ni qué decir.
The Clash – The Clash (1977) : 10/10
01. «Janie Jones»/ 02. «Remote Control»/ 03. «I’m So Bored With the USA»/ 04. «White Riot»/ 05. «Hate & War»/ 06. «What’s My Name?»/ 07. «Deny»/ 08. «London’s Burning»/ 09. «Career Opportunities»/ 10. «Cheat»/ 11. «Protex Blue»/ 12. «Police & Thieves»/ 13. «48 Hours»/ 14. «Garageland»

Por Guzz


8 respuestas

  1. Un claro 10. Esta banda gigante sacó dos 10.No hay discusión. Este debut la pone dura y quieres conquistar Polonia , las calles o cagarte en lo más barrido.Su efecto es inmediato, rejuvenece, izquierdiza, camdentowniza y yo qué se cuantas cosas más hace más. Se escucha de tirón, suenan guitarras, alaridos, voces necesarias.A sus pies postrado: la banda milagro de mi generación, lo mezclaron todo. Sólo le voy a dar una envidia: vivir con 17-18 años la fiebre Clash en el pellejo en un Bilbao con olor a orín, en blanco negro y desmantelamiento industrial.White riot Mr Guzz!

  2. Es que los Clash son un grupo muy grande querido Guzz, tan grandes que en este primer disco dejaron claro de dónde salían, y es punk a tope, pero luego supieron evolucionar como pocos y no estancarse, llegando a territorios como el reggae o el pop, que otros grupos de su generación ni si quiera intentaron, por lo que murieron rápido.
    Strummer y sus chicos son pieza básica a día de hoy si se quiere entender la música y la evolución de la misma a finales de los 70 y principios de los 80.

    Abrazos truferos.

  3. Nada que discutirte, Guzz, aunque quizá mi favorito de los Clash sea el segundo, ahí están para mi gusto sus mejores canciones.

    Abrazo.

  4. Impresionado una vez más por el nivel alcanzado por este Exile que de mano hoy de Guzz me trae un disco de energía inteligente y combativa , euforia deshinbída y encuentros casuales con uno mismo que tanto significa ; no lo calificaré , está fuera de calificación para mí , como la mayoría de los discos compartidos en esta casa .
    Me hace reflexionar el entusiasmo apenas contenido que muestro siempre con los discos que pincháis desde el exilio , pero es que así lo siento , son todos muy buenos , como éste espídico debut de los Clash que tanto me dispersó ; escuchándolo hoy ( el sábado pasado por la mañana me lo puse ) hace que me pregunte cómo pudo terminar en blanco y negro el punk que con tanto colorido nació ; vamos , justo lo contrario que los 60´ , que nacieron en blanco y negro y terminaron en color ; es que soy del 63 , y claro , los viví casi en los momentos de mayor confusión y genitalidad desbocada ; es muy punk , soy punk .
    Hermanos , un placer seguir en el exilio , un verdadero placer ; enhorabuena Guzz.
    Un Fuerte Abrazo !

  5. Llegados a este punto podría ya jubilarme en ésto de hablar de música, puesto que amigo Guzz acabas de hacer la reseña definitva de este disco que me hubiera gustado firmar a mí desde bien jovencito (Mozarts y Salieris a parte). Es difícil expresar la importancia de este grupo. Lo has clavado, tirar un escupitajo como el bollocks tuvo su mérito, pero restregar ese mismo escupitajo en todos los rostros de la época habido y por haber ya se advierte gesta absoluta. Confieso que de jovencillo el de los Sex sonaba como dios, pero con los años este disco me ha calado muchísimo más, una apertura de miras considerable, y un San Joe Strummer que maldita la gracia se tuviera que ir tan pronto, leñe, estoy seguro que de estar en Granada aún aplaudiría ésto hasta con las orejas. Reseña maestra, copio, imprimo y guardo.
    Saludos Guzz

  6. Me gusta mucho eso que dices de que "a los Clash les tocó sacar a pasear al monstruo". Y me gusta tanto o más que en el Exile salga este disco que lo necesitamos tanto para el porvenir de la Humanidad. Bien, bien, Don Guzz, un orgullo colaborar con Vd. y viva el punk que nos hace mágicos y nos salvará del aburrimiento. Abrazo.

  7. Disco hitorico en varios contextos, politicamente revelador y que ojalá empapase estos días con su mensaje, musicalmente obra magna donde las haya, aunque puestos yo soy un clásico y en London Calling creo que Clash llegan al cielo.
    Un gran post Guzz.
    Abrazo.

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