
La banda de Dulli tuvo que «pagar peaje» por querer llevar traje en la época de las camisas de cuadros (firmando con sub-pop para más inri), o adornar esas portadas y libretos con imágenes que se escabullían abiertamente de lo que rezaba en el manual de la época… No importó demasiado, a demasiada gente, que tuvieran un sonido propio y ubicable de primeras que fundía el noise-rock de lo mejor en ciernes del segundo lustro ochentero (donde se ubica lo más granado del auténtico «rock independiente» yanqui por cierto) con unos más que obvios dejes souleros del caerse de culo que les otorgaban esos matices que tan únicos les hacia. Sí, los Whigs tenían un sonido y discurso (y hasta apariencia si me apuran) tirando a peligroso, con mucho músculo y bilis/pasión canallera por doquier… Pero que, ay, se antojó demasiado personal, demasiado inetiquetable. Con todo se hicieron un nombre, faltaría, y quien más quien menos ha oído ni que sea tocar campanas con dicha formación (que, repito y obviamente, conocidos lo fueron y siguen siendo). Su historia a grandes brochadas…


Once canciones que son diez («Dulce hijo de puta» es un intermezzo de 20″ para dar entrada a la cojonuda «66» sin más), de las cuales las siete primeras (descontando lo explicado en paréntesis anterior) funcionarían, pueden hacerlo, como single tan ricamente… aunque ese final con «neglekted» y «omerta» (subrayada ésta con la fetén coda instrumental de «The vampire Lanois») te dan, a su vez, irremediables ganas de meterte en un garito clandestino de black music en la gran urbe y pillarte la castaña de tu vida. Antes el soul guitarrero y abrasador de «somethin’ hot» y «John the baptist» ya te pusieron a tono, claro (que no en vano son los dos inicios de cara), saltamos con el marchamo y la guitarrita final de «crazy», flipamos con los matices pop de «uptown again» rematados con estribillo de la casa o, directamente, alucinamos al caer en la cuenta de que cómo dos caramelos como «citi soleil» (que no «cito» sres de Allmusic) y «66» pudieron pasar sin mayor repercusión… Y, ojo, que después de todo eso aún queda la enorme «the slide song» que se te deshace por momentos y que no hubiera desentonado en el «Amorica» de los Crowes (de hecho, me atrevo a afirmarlo, hubiera sido momento destacado en un disco ya grande de por si -y muy grande, igualmente, lo suyo aquí Mr. Greg-). En definitiva, no pondría «1965» por encima de «Gentlemen» (ambos dos forman el díptico definitivo de tan suculenta formación, quieras que no), pero si me parece, indudablemente, el punto de partida lógico (aunque por paradojas y tal sea el último de sus discos, o lo era hasta la muy bienvenida resurrección de este 2014) a la hora de zambullirse en la obra y estilo de los tan cojonudísimos Afghan Whigs. Imprescindible más que meramente «reivindiscable» en esta ocasión y a decir verdad. Al menos para mi.

The Afghan Whigs : «1965» (1998) : 9’2/10
Por Guzz
(Este texto fue sustraído, tuneado y regurgitado para la ocasión desde el espacio Citizen Guzz)
- ‘Heart of Gold: The Songs of Neil Young’. El fabuloso tributo al maestro canadiense con fines benéficos - 26 de abril de 2025
- Asteroid B-612 han vuelto con ‘Park Bench Gods’, adelanto de próximo álbum - 26 de abril de 2025
- ‘Satellite’, segundo adelanto del próximo álbum de S.G. Goodman - 26 de abril de 2025
Gran disco. Mejorar Black Love era jodido, pero éste casi lo logra. Dos temas como Somethin Hot -qué maravilla ese piano western-,y John The Baptism, lo logra.
Un placer pasar por aquí, chicos. Y bautizo a Dulli como el Bryan Ferry moderno. Un abrazo.
Gracias tardías, pero gracias al fin y de veras, Alex por acudir al rescate de este pedazo de álbum en lo que a comentarios toca… Que si bien puedo asumir sin problemas que mis palabros quizá no convenzan/apetezcan, esta virguería de trabajo esperaba y merecía mayor atención por parte de la parroquia… Abrazo guzzero.