Críticas Discos

Sí, ok, Neil es el Amo y el ya cuarentón «Zuma» uno de sus incunables más incuestionables. Reseñado queda ya en la entrada, por obvio y por no vertir ya en la misma toda la colección de datos archiconocidos y tópicos varios sobre el cómo y cuándo fue facturado el disco (ya iremos después a ello). Prefiero empezar, esta vez, con algo un poco distinto…
Sábado, 12 de septiembre de 2015, a eso de la una y pico o las dos de la madrugada (primeras horas del domingo hablando con propiedad). Mujer y niña están de visita weekendera en casa la familia política como ya ocurre de vez en cuando. Servidor todo solano, y en gayumbos por supuesto (en una imagen apocalíptica solo apta para fans de Corman o Romero) , se dispone a buscar alguna peli mierdera (que ya veo que tengo sueño para acabar lo que sea que me ponga) en el videoclub del Ono… Películas,Gratuito, «Hércules, el origen»… Hostias, esto debe de ser horrible… Venga, qué no hay dolor. Resumiendo: al minuto trece que lo quite. Me quedo mirando al vacio, con cara de circunspecto, -por no poner de gilipollas-, y me maldigo por haber tenido la «brillante idea» de ponerme a visualizar tamaña, y en verdad hercúlea, montaña de pura bosta.  Tras un breve rato en esas lides reparo en el tocata que he movido al comedor desde la «habitación del ordenador/de invitados/estudio/ de los trastos» para ganar espacio en dicho lugar… Pos mira, me pongo los cascos y algún discazo de estos buenos antes de acostarme y así se me pasa el susto… Y, adivinaron que era fácil además, le tocó al «Zuma». Y, tras «aquello» del videoclub del Ono, y cual Tim Robbins en su perpetua cadena, fue como llegar a la libertad tras arrastrarme (y aunque trece minutos solo fueran, -permítanme que me ponga épico-) por una maloliente tubería de heces y ponzoñas…
«Zuma», «el disco del divorcio». El que en verdad me resulta el muestrario definitivo del canadiense… Habrá en este sentido quien recuerde el también celestial «Harvest», fácil de imaginar ello. Pero sin entrar en la verbena de cual es mejor o el favorito de los dos (es un debate muy largo y tan subjetivo que la pereza nos mataría) y en ese sentido, de «muestrario», pienso que es en «Zuma» donde está todo ya así a lo burro y por completo. En «Zuma» emerge ya sin ambages ni medidas el Neil más punk, eléctrico y desbocado (y a lomos del Caballo Loco, faltaría) mientras, que estaríamos buenos, no se olvida de la hermosa agonía de sus parajes más sentidos. Imposible calcular lo que le debe el llamado rock independiente  -sea en vertiente más genuina o desde el mainstream más o menos disimulado-, yanqui o no (aunque mayormente yanqui), al señor Young pero, desde luego, aquellos que más han sacado a pasear las guitarras, casi en su totalidad, debieran -directamente- pagar derechos solo al enchufar el ampli… Apenas superada la purgante para el ánimo «Ditch Trilogy» («Tonight’s» es del mismo año que el disco que nos ocupa, recordemos) y empezando a salir, -que «controlar» sería más correcto quizá-, de sus adicciones, el músico siente que debe revertir tanta miseria y pena (repasar biografías de proceder) para proyectarlo, extrapolarlo hacia alguna dirección… Así pues, se acabaron llantos  y lamentos , llega la ira y el reproche. Y aunque las primeras canciones  puedan hacer pensar lo contrario por su relativa candidez sonora (las letras, con el único seguro del parchís del más amable tercer corte, son «otra cosa»), «Zuma» le da la vuelta al tópico siendo, a la postre, la  tormenta tras la calma. Especialmente, cristalino ello, si reparamos en el sentir que le empuja de fondo más allá de las formas, más o menos ruidosas, elegidas y dispuestas en el montante final.
Hay mucho en este disco que recupera Neil de trabajos anteriores. Trabajos hasta entonces inconclusos o que, sin más, no habían tenido «salida» aún. Pero, ni empaña ni se nota, y el genio se las apaña para otorgar un único y muy sólido sentido direccional al todo resultante conseguido… De manera más o menos explícita y directa, su divorcio con Carrie Snodgress ejerce de claro faro-guía en al menos casi la mitad del disco (si no de forma íntegra, pasajes de las dos piezas de abertura así como de «Lookin’ for a love» y, cómo no, de «Stupid girl», resultan algo tan elocuente como obvio) y ello, aunque hayan más paradas en el trayecto,  rematado con lo áspero del antepenúltimo tema y, especialmente, la agónica épica eterna del «killer» que le sucede generan esa sensación de rabia descubierta y nada disimulada  que ni tan siquiera la preciosa (estremecedora, en verdad) comándita con sus compis de supergrupo, ya en el cierre, logra disimular.
El song-by-song de las nueve piezas de este disco, honestamente, se antoja algo sonrojante. Por lo que intimida y por lo obvio que resulta. Tal es su grandeza. Es Mr. Young y uno de sus mejores diez trabajos (Buffalo included y todo en las cuentas propias), no es para menos y a qué más… Aunque allá vamos de todas formas, por supuesto y en la confianza que, de ser necesario, sabrán todos/as perdonar el «estilo libre» de alguna parte del texto hasta ahora ya  que, en definitiva, ¿qué leches queda por explicar de éste álbum a estas alturas?. Vaya ya de salida la tremenda y emblemática (y aunque, bien mirado, aquí todas lo sean) «Don’t cry no tears«… No Neil, ya no quedan lágrimas ni llantos para tí… Pero qué bien te cuidas de exonerarte de culpas para que quede claro a todos quien es aquí «el bueno» del folletín, so puñetero… Pura humanidad en su gloriosa y egoísta imperfección desde significado y significante a la par ya que a pesar de lo universal de la pieza (por lo que cada uno le puede dar el sentido o encontrarle el espacio que tercie) demasiado difícil nos resulta, a muchos por lo menos, el no reparar en el metalenguaje tan concreto y personal con que el autor nos obsequia. ¿Musicalmente?, historia sin más y lo sabemos. Lo mismo que «Danger bird» que toma el relevo a la hora de autolegitimarse nuestro protagonista para, en lo sentimental, hacer borrón y nueva cuenta… El estribillo coreado y lo rockeramente imperial que se arrastra durante sus cuasi siete minutos son la muerte mortal (para, a modo ejemplo, cualquier fan de Dinosaur Jr que se precie y, para quien suscribe, resultan Mascis y cia -en las últimas- la banda preferida de todas las surgidas en las últimas tres décadas). Tras tanto sentimiento vertido le toca a una «Pardon my heart» que ejerce de rara pajarraca en el botín y nos presenta un, quizá el único, auténtico remanso de paz de «Zuma». Recuperada, ni que sea parcialmente, desde sus primeros y más bisoños años con The Squires y para la ocasión, es el tema donde se hace añoranza de la pérdida. La canción donde Neil se permite la lamentación y tristeza sin cortapisas ni bilis soterradas. Hermoso tema que se ve relevado por el momento countresco «Lookin’ for a love«, cuyo título e intención (qué el tito Neil vuelve a estar soltero, babies !) van de la mano de pleno y cuyos coros, que van más allá de géneros, labels y puñetas (puro Chilton-Bell) nos siguen manteniendo el álbum a ese nivel que rige. Ese de puto genio inalcanzable tocado por mil varitas… la madre que lo trajo, incluso. Cierra el primer acto  «Barstool blues«, que es más stoniana que los stones y cuya guitarra ha sido más copiada que el primero que meo de pie. Pieza ésta que, además, siempre pienso que forma parte del lote «dedicado» a su ex aunque no conste en el prospecto como tal, y  en la que Young se dirije a si mismo como si de un viejo amigo (ya prácticamente olvidado) se tratase… Percepción subjetiva, recalco, pero eso de: «… he trusted in a woman, and on her he made his bets. Once there was a friend of mine, who died a thousand deaths», sumado a lo de te he visto en medios varios y tal (atendiendo a la fama del músico, claro está)… Bueno, esperaré a ver si hay suerte y cae por aquí algún fan de esos ya absolutamente perturbados que sabe hasta el nombre de los gatos de su vecina (la vecina de Neil, entiéndase) y me arroja algo más de luz a dicha percepción personal del temón en cuestión.
Qué comentar también, y por supuesto, de una «Stupid girl» que abre la segunda cara con una letra que… Bueno, directamente, más explícito no se puede ser. ¿Les explico ahora que es una de mis cinco o diez -nunca menos- elegidas del músico?. Mejor pasamos ya a esta «Drive back» con la que Reed se puso cachondo y descubrió, de golpe (por lo visto), el descomunal trato que Neil imprimía a sus guitarras. A ver Lou, que para mi si bien Neil es el Amo, tú ya es que eres Dios… Pero, coño, que este (entre muchas otras cosas) ya era punk,  de alguna manera, antes  de inventarse la chinchetas a poco se ponga un algo el oido… Que con las burradas que ya llevaba en la mochila aparecieras tú entonces descubriendo, o aparentando descubrir, la sopa de ajo tiene cojones… Cosas del postureo, i guess, vaya (sin olvidar que Reed estaba entonces con lo de la «MMM» y eso, ni que fuera de forma muy transitoria, algo la cabeza le tuvo que joder de a fijo). En fin, «Drive back» es el origen de un sindios de cosas, un blues rock distorsionado que ya fuzzeaba con dos cojones cuando, por ejemplo de tantos posibles, los Mudhoney andaban en pañales. «Cortez the killer«… Qué aún le dio tiempo a los acólitos del dictador para censurárnosla. Pero eso es, básicamente y para resumir, mierda. Lo importante es, debe ser, que estamos ante una de las mejores canciones de la Rock History, toda ella y con una autoridad que acongoja al más pintado. «Cortez» es puro salmo de la montaña, segunda cara del «On the beach», su «Maggot brain» particular… Es tantas cosas y tan enormes… Joder, es el «anillo único» con lo de la historia que pasa a ser leyenda para acabar en mito, y pasando ya de darle más vueltas que ya sabemos todos lo que hay. Eso sí, siguiendo y para rematar, como toda masterpiece que se precie debía tener «Zuma» un final memorable… Así, el granuja se junta con sus compis de supergrupo para una «Through my sails» que ya desarma del todo a quien delante se ponga con su cruel e incompasiva brevedad lo mismo que por su bonitez extrema y fuera de tablaturas. Ya es lo suyo, primero el cuento y después la nana (con los Jayhawks y un tropel incontable más tomando notas como locos encima la rama). Brochazo y a otra cosa, sí sr/sres, , dejando desde entonces, una retahíla -aún más incontable que lo explicado en el ahora último paréntesis- de acérrimos de esto del rocanrol sacando puntas con lo de que si esto se hizo en este estudio o el de más allá, o un mes más tarde que el resto, con este productor o el otro, lo de la portada de Mazzeo que es magistral o una señora hez según quien te lo cuente, que si en este tema puntual no están los Crazy Horse… largo, muy largo etc.
Y se acabó. Así, sin moraleja ni nada… Todo lo más, si acaso, el que si alguna vez en la vida se hallan uds en la disyuntiva de elegir ver «Hercules, el origen» o bien escuchar este disco de hoy,  les recomiendo e imploro, fervientemente, que opten por lo segundo. Ni que sea porqué, a modo chascarrillo final y como siempre digo… «Joder, qué difícil que es dejar de zumar». Imposible. Que lo haga otro.
 
Neil Young & Crazy Horse – «Zuma» (1975) : 10 / 10
01. Don’t cry no tears/ 02. Danger bird/ 03. Pardon may heart/ 04. Lookin’ for a love/ 05. Barstool blues/ 06. Stupid girl/ 07. Drive back/ 08. Cortez the killer/ 09. Through my sails.

Por Guzz.

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5 comentarios

  1. Recuerdo descubrirlo gracias a un amigo de mi padre que me lo dejó junto con alguna joya más. Tremendo shock tras asimilar toda esa electricidad que no esperaba allí (fue mi primer Young). En cuanto a la introducción, te imagino de sobra disfrutando de tu soledad medio en bolas, ja ja ja. Toma nota de tu consejo final, Guzz.

    Un abrazo.

  2. Este disco es de los que más me ha ido ganando con los años de Tío Neil, y a pesar de lo que dices del Tonight's the night que se editó el mismo año (pero estaba grabado en el 73), son discos muy distintos, aquí también se dicen cosas muy importantes, pero el rock está en estado puro, muy visceral. Un disco que tiene Cortez the killer dentro siempre pasará a la historia.

    Abrazos truferos.

  3. Es evidente que en este disco algo ha cambiado, en general, se produce la reescalada y todo parece más calmado y luminoso, POM total sin posibilidad de discutir al respecto.
    Anda que elegir una peli así para esas horas de la noche del sábado…
    Abrazo.

  4. Poco mas que decir a lo aportado. Uno de los discos claves de su carrera. Luminoso y completisimo. Quizás el mejor para recomendar a alguien interesado en Neil.

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