
…calidad y actitud a raudales, cual si hubiesen consumido una pócima de eterna juventud…
Por Juanjo Mestre
Que sí, que sí, que nos podrán contar que fulanito o menganita estuvieron de puta madre, que para gustos colores, que tal y que tal… pero lo de The Dream Syndicate fue harina de otro costal, digamos que en otra dimensión.

Gente como Ian Hunter y los históricos Mott The Hoople saldaron su actuación con notable, de Joan Jett, por cierto cabeza de cartel, me limitaré a no herir sensibilidades y a cumplir a rajatabla mis principios de no escribir sobre aquello que no me aporta, los Beasts of Bourbon no sonaron mal pero algo pasaba, se percibía cierta desmotivación o desgana, especialmente en Tex Perkins, etc.
Pero madre del amor hermoso con The Dream Syndicate. Me quedo corto si digo que fueron estratosféricos. Para la memoria frases de esos íntimos con los que pude disfrutar de tan magno evento: “el bolo que cualquier rockero querría dar al menos una vez en su vida”, “fueron la pera limonera”, “no he visto nada parecido”, “espectacular”, “bolazo”, “galáctico”, “brutal”, “Steve is God”…

No fue ninguna sorpresa para aquellos que no hemos dejado de seguir la trayectoria de Steve Wynn desde los lejanos ochentas, tan perfectamente escoltado esta vez por un fenómeno guitarrero como Jason Victor, por Dennis Duck a la batería, por Mark Walton al bajo y por Chris Cavacas a los teclados. Y es que hablamos de un rara avis en la historia del rock, un valor seguro, exhibiendo calidad y actitud a raudales, cual si hubiesen consumido una pócima de eterna juventud.
Pero lo más fuerte de todo es que consiguió demostrar que su más reciente disco “How did i find myself here” está a la altura de sus excelsas obras ochenteras, tanto en estudio como en directo. Así, dice mucho que canciones tan lozanas como “Filter me through you”, “Glide”, “Out of my head”, “80 west”, “The circle” o “How did I find myself here” constituyesen el grueso del repertorio y hallasen pleno equilibrio de distorsión eléctrica con clásicos que tienen más de tres décadas tales como “The side i’ll never show”, “Armed with an empty gun”, “That’s what you always say”, “The days of wine and roses” y “Tell me when it’s over”, rozando esa capa atmosférica que es la mesosfera en un concierto cuya única pega fue su limitada duración, una hora escasa, pero eso es lo que tienen los pactos y acuerdos previos en festivales.
Y digo más. Los angelinos consiguieron velvetizar a todos los asistentes hasta el punto de atreverme a afirmar que, con riesgo de ser excomulgado, ya le habría gustado en su día a Lou Reed ofrecer algún directo semejante. Al menos desde una experiencia muy personal, las tres veces que tuve la suerte de ver en concierto a tito Lou no le llegaron a las caderas a las otras tantas que he tenido el privilegio de presenciar cómo se las gasta en directo Don Steve Wynn y su Sindicato del Sueño. Ahí queda.
* Texto: Juanjo Mestre. Crónica para el Espacio Woody/Jagger y para el Exile Magazine.
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Yo he visto dos veces al grupo y las dos han sido sensacionales, así que imagino lo que dices perfectamente.
Abrazos, Johnny.