Críticas Especiales

…la sencilla que no simple edición es sensacional porque de alguna manera, las NY Sessions Limpias de Polvo y Paja (subtítulo más que apropiado) es otro disco perdido de Bob Dylan, ahora presentado en glorioso sonido (lo mejor de todo este invento) y ya tenemos el «Pink Moon» de Bob Dylan (o su «Hejira»-Joni Mitchell) para disfrutarlo. 
 
 
LA MATANZA
Os prometo que nunca había leído tantas críticas anticipadas y consultado tantos foros sobre una edición discográfica.

La obra maestra de los setenta de Bob Dylan y la posibilidad de escuchar en sonido prístino sus posibles outtakes y tomas alternativas, nos motivaba con tanta fuerza a los fieles de esa catedral llamada Blood On The Tracks  -llena de capillas eternas y existenciales- que no íbamos a renunciar a esa ansiedad que da el estar a punto de explorar todos sus recovecos.

Aquellos que entramos de bien chavales en ella, yo tendría 14 años, nos encontramos con unas vidrieras donde luz se filtraba matizada y sentida y comenzamos a entender- o empezar a asentar- a pesar de ser unos mocos, el misterio de las relaciones humanas, adultas y de pareja, las decepciones y los deseos y a relativizar los sucesos que azotan lo cotidiano en el transcurso de la vida, todo según el prisma desde el que se miren, sea en primera o en tercera persona del singular, enredados en BOTT.

También aprendimos dentro de ese templo a ser críticos frente a ese viento idiota que nunca amaina por más que pongamos nuestro granito de arena para deje de soplar.

La conclusión de todo este estudio previo casi enfermizo -me encantan este tipo de previos- es que he leído de todo, cosas bellas e interesantes pero otras mentecatas y poco reflexivas, vistas desde un punto de vista de fan-fatal que para nada me interesan. Hay que ser un poco crítico, como BOTT nos enseñó, para así no contribuir a que ese tromba de aire aludida no se vuelva huracán. Y en los círculos dylanitas, como en todos los clubs de fans, hay viento idiota para exportar. Y que no te traten de vender la moto de la edición, forma tu propio criterio, aplícate este cuento tan bonito a ti mismo leyendo todos los puntos de vista posibles. Os lo recomiendo.
A un sector minoritario, espero, se les va un poco la olla con esta edición y sobre todo con la caja deluxe de más de 100 pavos cuya necesidad de escucharla no la niego e incluso el que se utilice para ella el símil con Picasso. ¿Quién es el guapo/a que renuncia al privilegio de ver boceto a boceto, error-corrección-cambio de un cuadro como el Gernika?. Pero ¿sabéis? la vida es corta y uno tiene ya una edad (frase genial que el otro día me dijo mi sabia darlin´ companion no sé a cuento de qué- si, de la pasión con la que me bebo los días) y claro, que uno vio los estudios parciales previos de la POM picassiana  pero si ahora tengo que volver al Reina Sofía, me centraría en mirar el cuadro, no perdiendo un segundo en todo el proceso porque ya me lo sé y  time fades away.

Además, cuando están unas canciones tan pegadas a tu corazón y psique, cuando te las sabes by heart, y llevas 40 años amándolas profundamente, lo intuyes todo y poco te sorprende. Es decir, te ves la película con los ojos como niño en mañana de reyes pero en meses no te vuelve a apetecer tragársela entera de nuevo, sobre todo cuando está compuesta de tomas de las misma canción seguidas, algunas fallidas y truncadas de menos de un minuto, otras largas y tediosas a no ser que las escuches de manera aislada y aplicadas a momentos mágicos. Por muy experto que seas en distinguir acentos de Minnesota, del sur o del norte o el desgarro de la gallardía o el resentimiento en una voz de una versión a otra, te apuesto mi copia de Blonde On Blonde con Claudia Cardinale en el gatefold que estará en tu balda (en la mía, seguramente también) pero poco saldrán sus cds de los estuches.Si tuviéramos las vidas de los gatos…

Y mira que es uno de los momentos de sensibilidad a flor de piel del Maestro (ojo, sensitive en inglés aunque también, de sus momentos más «sensibles» en inglés sensatos y de menos dobles sentidos) y eso le caracteriza a BOTT, su sinceridad, su pasión desbocada.

No quiero decir con esto que la escucha completa de la caja de seis cds (por supuesto, gracias mil a mi amigo Xavi Escutia que me la pasó digitalizada antes de que hubiera salido en las tiendas) no deje de ser obligatoria y tenga placeres indescriptibles pero la nitty gritty de la presente edición es la magnífica selección de la versión simple y asequible para cualquier bolsillo ( un cd o un doble lp),  sin impedirte comprar otras ambrosías en forma de disco editadas en este mes prolijo como pocos por ser el pre-navideño. La han hecho sentida y estupenda. Han compuesto lo más parecido a lo que en un primer momento Bobby quería editar si no llega a ser por la cena de Navidad.
El guión de BOTT es muy bonito- podrían hacer una película pero más realista, no con cuentos de desamor oníricos como me temo filmará Luca Guadagnino. Qué tenga suerte, es un morlaco que ha asumido torear con unos pitones demasiado serios.
Erase una vez un songwriter legendario, el más importante del siglo XX, que vuelve a estar en el centro de la atención mundial-menos en España- con una gira triunfal, histérica y punk con The Band  en 1974 (quizás en la única que se sintió una bobmanía generalizada en los U.S.A.)

Tras acabarla y asistir perplejo a que con la misma banda, le pasaran en ocho años de gritar Judas a decirle God, vuelve a tener el gusanillo de grabar un disco al estilo del Highway 61 Revisited, a lo grande, importante pero en su casa tiene un cristo de padre y señor mío con su esposa Sara y la situación, y vale si, le vamos a creer que también los cuentos de Chéjov le llevan a recibir clases de un loco pintor y  comienza a escribir en unos cuadernitos con espiral del «todo a cien» de entonces, unas letras en las que cada frase encapsula un estado de ánimo con rimas celestiales de dramas de fregadero como los de las cornudas del soul aunque un poco menos realistas y más literarios. Digamos que Dylan se engancha a otro género, el deep folk, que en realidad había inventado hace bien poco Joni Mitchell con una de sus obras maestras, el Blue, una confesión a braga/calzón quitado mediante los tres acordes ( en abierto, por favor, Joni, enséñame cómo hacerlo) y la propia verdad pero un  «en pelotas» integral. Ya como él dijo,  Sara no le percibía como la misma persona y es que este tipo cuando se mete en un rollo se enfanga hasta los rizos.

No es nada descabellado pensar que Bobby estaba enredado en el «Blue», más que en su propia tristeza, es demasiado evidente. Así lo veo y no puedo evitarlo. Son discos hermanos. Discos que van reflexionando sobre si mismos con una inteligencia supina y sobre la marcha, llenos de sucesiones de acordes y melodías certeras, en soledad, aislados pero que te hacen sentirte acompañado. Son esos amigos/as a los que les cuentas todo, no hay auto-cesura, es que ni una miga.
Pero el caso es que el buen hombre sabía que tenía unas canciones de oro pero no le encajaban a priori en arreglos al modo Highway, eran otra cosa, eran soleás, cante jondo del país del Norte.
Aún así se planta en Nueva York, por supuesto, su ciudad del alma, y en el estudio fetiche de la CBS y tras grabar unas tomas de las canciones sin más acompañamiento que su Martin (siempre en open chords) y su Hohner Marine Band y sobre todo con una voz y un fraseo emocionante, lo prueba al día siguiente con la banda de country-rock Deliverance-pero se comprueba – lo comprobamos en la caja de lujo- que aquello no funciona.
La culpa no la tiene la banda porque ellos son finísimos, la culpa como siempre la tiene el propio Bob Dylan, por tratar de construir un Versalles con jardines salvajes sin podar. La sensación que da la escucha de esas sesiones a partir del cd 2 es de cuando una banda tira para Florida y el artista para Alaska, tratar de verlos llegar a un punto de entendimiento es un espectáculo doloroso como fue todo el parto de ese maravilloso álbum.  El niño venía con la cabeza muy grande. Dylan no quería otro Planet Waves. Eso ya lo había hecho justo unos meses antes. Volvía al redil de su Columbia Records, quería salir de nuevo por la Puerta del Príncipe.

El significado de esos versos y esa voz suplicante, solitaria, al borde del cataclismo era tan profundo que menos era más y poco bien hacía el distraerlo. Y es entonces cuando el caprichoso minesotarra manda a casi todos a su casa y se queda con Tony Brown el bajista porque piensa y acierta, que el bajo es el único latido adicional que requiere un corazón sangrando por todos sus ventrículos.

Visto lo visto, y aunque rescató alguna con todos los músicos para la edición oficial de 1975, el Meet Me In The Morning, su clave de Blues no hubiera resultado tan rica en una versión a pelo, decide tirar por la edición de lo que hubiera sido su Pink Moon (la tercera POM de Nick Drake), es decir, yo con mi mecanismo y mi narcolepsia existencial, vale y por detrás tan solo Tony Brown o Paul Griffin como mucho, este último con algún detalle al órgano.
Ese Test Pressing de lo que siempre se han llamado las NY Sessions fue el que solo escucharon privilegiados músicos de la talla de CS&N y al que dieron el visto bueno ya que esas canciones son milagrosas aunque se toquen con el acordeón de María Jesús la de «los Pajaritos». Y es que el deliver de Dylan, ese sangrado en cochinera de NY, nunca lo iba a volver a repetir.

Ese disco, ya preparado para salir antes de las Navidades de 1974 ha sido bootleg en diferentes versiones que atesoramos los creyentes y, es cierto, que tienen un halo de misterio y eco que aquí-en la edición directa de las master tapes- pierde en bruma y gana en cielos despejados (son dos experiencias distintas que marcan el disfrute en el tiempo) Y nos sentimos como que nos ha privado de algo digno de escucha digna durante demasiado tiempo.
En las comidas de Navidad en las que siempre hay algún reproche familiar, allá en la muy nevada Minessota, su hermano David, el único que tiene, algo más joven que él, le dice que no aburra a todas las vacas del Medio Oeste con semejante disco espartano y menos radiable que el rezo hebreo del Shema. Y le corta a su famoso hermano la digestión de los langostinos.
Ni corto ni perezoso y como se actúa entre hermanos, Bob le conmina para que echando ostias le consiga una banda y un estudio donde meter la pala en la nieve de la puerta para regrabar las canciones a cualquier precio. Solo necesita una Martín muy buena-vintage y doble cero que no pese demasiado y que suene con graves por toda su madera. Porque vamos a ver, Bob quería volver a Highway 61, es decir a la gloria compositiva ok pero también a la gloria en ventas…nos ha jodido.
David se pone las pilas, no llega a probar la bandeja del turrón, y con el pavo en el estómago recluta a una banda de músicos pros de Minneapolis que se ponen tras el New Years Eve a ello.
La rápida conexión con la banda, el hecho de estar en su dry land, su tierra querida, poder ponerse las zapatillas o vaya usted a saber la razón, hace que todo funcione y rápido (no hay ninguna toma extra o, mejor dicho, no ha quedado ninguna de dicha sesión-porque haberlas las hubo- por lo que ahí la caja está coja) y que las canciones que se seleccionan- la mitad- muten a otro tipo de bestias mucho más ricas en matices pero que traicionan un poco el espíritu «en pelotas» de las grabadas en la Big Apple con Phil Ramone al control de la mesa.
Y con esos cambios navideños tan drásticos se montó la masterpiece: unos cantes de ida y vuelta NYC-Minnesota de primer orden. Y que quieren que les diga, benditas reuniones familiares que tanto maldecimos pero que, a la larga, pueden resultar tan enriquecedoras porque se lanzan miradas y reproches abrasadores.
La composición del  BOTT finalmente editado adquiere un equilibrio entre una aproximación y otra tan  alucinante que  ahora, al conocer el proceso,  lo quiero más.
Es cierto que el tono de la voz en su terruño le cambia, se vuelve algo menos intimista y más de denuncia, el desamparo de las tomas naked neoyorkinas se torna venenoso sonando con premeditación y alevosía, muy letal y eso mola. Pero qué quieren que les diga…Tangled Up In Blue, por ejemplo, es un torbellino hermoso que te succiona en la versión definitiva con la banda de su pueblo y Idiot Wind un impeachment sonoro que todavía pone los puntos sobre las íes y los pelos como escarpias mientras que en la versiones desnudas son otra historia (apasionante si pero más narrativa y menos rock & roll).

En la edición sin lujo, de la que recomiendo si tenéis giradiscos, la edición en doble de vinilo porque suena y está prensada de maravilla, y las fotos y encartes más comentarios están en letra anti-presbicia ( setlist idéntico al cd simple) se han seleccionado se dice en la hoja promo «las tomas más sentidas de NY» o , lo que es lo mismo, las más acústicas y desnudas, un poco para componer una especia de nuevo NY Sessions pero con sonido de estudio, vamos que se te planta el tío en casa desde tus bafles. Buenísima idea y honrada. Hasta ahora en la deluxe dejaban lo esencial, lo atractivo y en la simple lo más estandar, léase la previa edición época gospel del año pasado donde el doble es una tomadura de pelo.

En More Blood More Tracks han elegido muy bien y la secuencia no es la del disco editado en 1975 sino que cambia el orden porque han decidido optar por la cronología del momento de grabación de la versión. Y es diferente escucharlas en diferente orden y en diferentes arreglos, sin el eco y cierta cochambre de los piratas- que no dejan de ser románticos- pero que ahora pasarán a mejor gloria como fotografías queridas pero raído su color en tu álbum de fotos.

Las dos que IMPRESIONAN, por crudelísimo dolor que transmiten son If You See Her Say Hello con unos lamentos que te dejan paralizado y un Simple Twist Of Fate de no creer de bueno ( de esta gema, a destacar que todos las tomas de la deluxe lo son, especialmente en las que le acompaña Deliverance,  que nos avanzan el arreglo de soberbio soft rock, tres años después, de At Budokan)
Tangled ya la conocíamos pero suena con más claridad, como Shelter que tampoco mutó demasiado (en la caja hay una con un piano que a mi me suena un poco ridículo, vamos que no le pega, que Griffin trataba de meter algo sobre la marcha juguetón en algo que no tiene nada jovial)
Buckets of Rain, siempre la hizo bien, en casi todas las tomas por lo que era fácil acertar, lo más destacable es comprobar el homenaje descarado a Mississipi John Hurt que es y lo bien que se aprendió su tipo  arpegios su fan más declarado.Una delicia. Como lo esa otra maravilla llamada You Gonna Make me Lonesome When You Go. Canción que la probó de mil maneras, la trató de hacer mucho más hillbilly pero no funciona salvo que es tan bonita que gusta seguir su letra berreando de amor hasta si la hubiera hecho en clave de muñeira.
Las épicas y panorámicas Idiot Wind y Lilly Rosemary & The Jack Of Hearts, así de desnudas son letanías de narración digna de un Nobel de Literatura, más para que las pienses o imagines cuando las escuchas, como un estado de ánimo de letargo, como una lectura de un libro apasionante pero si he de optar con un sable entre mi espalda y la pared, me quedo con el puñetazo de la primera con la banda de Minessota, que como bien dice Cisco Fran de LGEB es su cumbre.Y es que la fuerza acusticó-electrica le viene al pelo para expulsar veneno al songwriters entre songwriters. Y el atropello y anticipación ente fraseos apocalípticos escupidos a trompicones.
Ver al final de todo el Up To Me emociona porque esa maravilla tenía que haber entrado en su momento en el disco pero también ya la conocíamos aunque haya un montón de tomas , unas algo más rápidas que otras, sinceramente, son todas el Up To me que tu quieras elegir, no es necesario escuchar cada día de la semana uno.

Escribiendo recetas de sashimi-canción para un día llevarse el Nobel

Hablando de sensación global de nuevo…la sencilla que no simple edición, es sensacional porque de alguna manera, las NY Sessions Limpias de Polvo y Paja (subtítulo más que apropiado) es otro disco perdido de Bob Dylan, ahora presentado en glorioso sonido (lo mejor de todo este invento) y ya tenemos el «Pink Moon» de Bob Dylan ( o su «Hejira»-Joni Mitchell) para disfrutarlo.

La experiencia es distinta a escuchar el de siempre, ese que como dice mi amigo Javier de Gregorio es «música callada» porque no es necesario que la escuches ya que está dentro de ti like it was written in Dylan soul from him to us… y vosotros lo completáis, a ser posible con esta otra versión, la desnuda o la deluxe todavía más sacacorchos (y sacacuartos) para nuestro corazón hasta que en noviembre del año que viene, otro Bootleg Series, el 15 ya  (deseo que sea de 1978 o de la gira con Tom Petty y sus Heartbreakers) nos vuelva a indicar que es tiempo de matanza, hora de deshuesar otra pieza del inmenso legado del genio de Duluth.

Sundown , yellow moon…


Un comentario

  1. Joserra, escucho ahora el "For You", el "Be Thou By My Side", el completo "Recital" de Honeybus y tengo un nudo en la garganta. Confieso que estoy a punto de llorar. Me he metido a saco en tu post y reconozco cuanta razón el el título, "La Matanza". Aquí hay mucha pieza que cortar, pero sobre todo, como decía de tu paisano don Miguel, hay mucho "dentro". Sin dejar de ser interesantes las anécdotas, los entresijos, las tripas, los chuletones, el tuétano, lo importante es el sabor, a qué te sabe lo que lees, que te deja de digestión. Eres un tipo muy grande. Llevo muchas semanas desleyendo los colores del "Trouble No More", el serie 13 del Maestro y estoy que no quepo en mi de gozo, un descubrimiento, una auténtica revelación. ¡Qué sonido, qué pedrada en unos años (1979-1983) en que casi todo parecía estar en su contra!. Cuando tenga este nuevo Bootleg Series apagaré, ya de noche, las luces y lo escucharé a oscuras, a lo dentro, con los ojos cerrados. Te lo dije. Sigues sintiendo como una mujer y escrbiendo igual. Sigue así. Que gran acierto la mención del "Hejira" de Joni. La Diosa Blanca.
    Fuerte abrazo,
    JdG

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