Conciertos

lo más destacable de la velada fueron esas inmensas joyas que se hallan en el «Crocodiles» y «Heaven up here», especialmente apoteósicas «Over the wall» o un fabuloso medley entre «Villiers terrace» y el «Roadhouse blues» de The Doors...

No fue para tirar cohetes pero no estuvo nada mal el concierto de Echo & The Bunnymen en Jardines Viveros de València. A criterio personal y a nivel general lo podría resumir como correcto y suficiente. Eso sí, siempre es un lujo volver a escuchar aquellas estupendísimas canciones, especialmente las del primer lustro ochentero, en boca de Ian McCulloch y el resto de Hombres-conejos.
Echo & The Bunnymen - Crónica concierto Jardin Viveros de València 2

Entre trago y trago, entre cigarrillo y cigarrillo, se confirmó una vez más que su vocalista no es el paradigma de simpatía y que buena parte de la imagen del grupo está forjada entre la solemnidad y la impasibilidad al compás de melodías intensas que contienen un pop ensoñador y una psicodelia elegante, con contrastes oscuros y luminosos, sin excesivas grandilocuencias aunque musicalmente se hallen más cerca de Jim Morrison que de Lou Reed o de Ian Curtis. Por cierto, lo de las gafas oscuras es aceptable, pero mantener una cazadora de cuero durante todo el concierto, a pesar del gran ventilador que le apuntaba, tiene bastante mérito teniendo en cuenta ese nocturno calor húmedo estival de la capital del Turia.

Echo & The Bunnymen - Crónica concierto Jardin Viveros de ValènciaUn temazo como la copa de un pino, el que iniciaba su álbum de debut allá por 1980, de esos que no pertenecen al legado más popular de los de Liverpool, fue el encargado de abrir boca. Glorioso «Goin up«. Precisamente para el que suscribe lo más destacable de la velada fueron esas inmensas joyas que se hallan en el «Crocodiles» y «Heaven up here», especialmente apoteósicas «Over the wall« o un fabuloso medley entre «Villiers terrace« y el «Roadhouse blues« de The Doors. Por supuesto también «Rescue«, «Zimbo« (yo prefiero llamarla siempre «All my colours«) o «Do it clean«.
En cuanto al resto del repertorio alternaron piezas que no son nada del otro mundo como «Bedbugs ballyhoo«, dos rescates de los 90s  como «Rust« y «Nothing last forever« (que formó medley con el «Walk on the wild side« de Lou Reed), la más reciente novedad «The somnambulist« y, lógicamente, los indispensables hits para mayor acompañamiento y disfrute de la concurrencia: «Never stop«, «Seven seas«, «Bring on the dancing horses«, «The killing moon«, «The Cutter«, «Lips like sugar« y, como colofón, esa balada in crescendo a modo de himno que siempre es «Ocean rain«. Al final mayoría de caras de satisfacción, cosa que al fin y al cabo es lo más importante.



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