Israel Nash es poseído por el espíritu de Neil Young en su nuevo disco, Topaz, una obra maestra de nuestros días.
…Americana neilyounguera de calidad suprema para paladares exquisitos. Country-progresivo, folk-rock souleado, gospel, y la psicodélia de los 70s. Topaz lo tiene todo. Israel Nash firma un disco sobresaliente, repleto de clase y savoir faire…
Más o menos ha pasado una década desde que Israel Nash entró en mi vida. Lo hizo en 2011 con la coletilla «Gripka» y un esplendoroso y alucinante disco que respondía por «Barn Doors and Concrete Floors». Una colección de canciones que bebían sin disimulo de la sabiduría y el sonido de Neil Young aunque en ese disco se acercaba a los Stones más americanos y sucios.
No era su debut. En 2009 apareció «New York Town» pero no tuvo recorrido y pasó desapercibido. El de Missouri afincado en NY obtuvo el beneplácito de crítica y público, creando expectación e inquietud para la llegada de su siguiente artefacto sonoro que no defraudó. «Rain Plans» (2013) es absolutamente genial. Un clásico de nuestros días. Otra vez picando en Tito Neil aunque esta vez dejásemos a los Stones por CSN y The Band.
A partir de aquí, y convertido ya en un referente de la Americana, todos sus movimientos eran vigilados al dedillo. «Silver Season» (2015) y «Lifted» (2018) eran dos notables discos pero sin la pegada, la sorpresa, la calidad o la inspiración de los anteriores. Madurar le llaman algunos, otros lo llaman estar falto de chispa. De cualquier manera encontró el momento de producir a nuestra querida Joana Serrat en «Dripping Springs» y dejarnos, ambos, con la boca abierta y el culo prieto.
Como decía, diez años desde que nos conocimos, diez años de disfrutar de su música, y en este décimo aniversario regala otro disco sobresaliente que sin modernizar la americana, ni salirse de su sonido consigue erizarnos el bello. Zapatero a tus zapatos. Israel Nash conoce bien el refrán y se lo aplica. Sus canciones son lo esperado, son lo demandado y deseado. Americana neilyounguera de calidad suprema para paladares exquisitos.
Durante los días, semanas y meses pandémicos Israel Nash nos dejó escuchar la mitad de su nuevo disco por los medios de streaming habituales. Y ya todo nos hacía pensar que estábamos ante uno de los discos del año, no sólo en su género sino en uno de los grandes en términos generales como bien comprobamos al escuchar todo este maravilloso artefacto sonoro, titulado «Topaz».
Grabado en su estudio en Austin (Texas) en los días de encierro forzado y bajo la producción propia junto a Adrián Quesada de los Black Pumas, Israel consigue un sonido y un regusto a Neil Young como nunca. Podríamos decir que Neil Young se ha metido en un cuerpo más joven para seguir dándonos maravillas sonoras que van de ese rock sureño bañada en gospel-souleado al folk-rock revivalero y algo psicodélico de los 70.
La inicial «Dividing Lines» podría etiquetarse como country-progresivo sin problema alguno. Allí está maullando Tito Neil. Allí está Canadá entera. El señor Nash lo borda. Qué savoir faire.. qué clase.. qué calidad! Pequeña obra maestra que abre un disco genial y pone el listón muy alto, listón que no abandona durante las diez canciones que forman el disco.
La intro de «Closer» es maravilla folk. Bonica del to. Luego, lentamente, se abre camino con esa armónica celestial y el bello se nos eriza y que nos enamora con los vientos souleros de «Down in the country». Otra genialidad. Otra obra maestra convertida en canción.
En «Southern Coast» aparecen sonoridades algo más modernas para una base musical más antigua que el folk-rock de CSN&Y. Mágica. Ensoñadora. Hipnótica…. Simplemente sobresaliente. Y luego, más soul con «Stay» y ese zurriagazo al alma. Delicatessen a la enésima potencia. Lo de «Stay» son palabras mayores. Ganadora desde el primer segundo.
En el ecuador del disco nos encontramos su tema central. Su joya a partir de la que pivota toda la idea y el sonido del disco. «Canyonheart» es sencillamente TOP, POM, WOW!!! El espíritu de Neil Young corriendo por su venas.. Esa cadencia, esa armónica, esa forma de cantar, de sentir, de hacernos vibrar. Israel Nash es un puto genio. No lo olviden.
«Indiana» y «Howling Winds» son muy diferentes entre sí. La primera podría estar en cualquier disco de Neil Young, mientras que la segunda, cambia algo el registro de voz, avanzando hacía un clásico moderno de folk-rock americano. Sin fuegos de artificio pero sí con artesanía.
Antes de finalizar vuelve a ponernos los pelos de punta con la excitante y melancólica «Sutherland Springs». De esas canciones que uno puede escuchar una vez tras otra y descubrir nuevas cosas, de esas que bebe del «After the gold rush» sin problema alguno, sin disimulo, casi a modo de homenaje. «Pressure» pone el broche final, aullando al final como un lobo solitario y dejándonos un final musicado a lo New Orleans de aúpa. Genial, absolutamente genial e imprescindible.
Israel Nash – Topaz (2021)
01.- Dividing Lines/ 02.- Closer/ 03.- Down in the Country/ 04.- Southern Coasts/ 05.- Stay/ 06.- Canyonheart/ 07.- Indiana/ 08.- Howling Wind/ 09.- Sutherland Springs/ 10.- Pressure
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