Crónica conciertos de Maika Makovski y de Carolina Otero & The Someone Elses en La Rambleta de València (29-10-2021). Nusa Festival.
Lo de anoche con Maika Makovski en el Nusa Festival sirvió de mucho, al menos para el que suscribe. Lo primero, claro, eran las ganas de ver buenos conciertos en salas por la pandemia (aunque estuviésemos sentados en La Rambleta) y, lo segundo, verificar que su último álbum “MKMK” —que, por cierto, me parece de lo mejorcito con diferencia que se ha publicado durante el año en curso dentro del estado español— posee un poderío y un empaque vocal e instrumental tremendo encima de un escenario, tanto que debería ser reconocido en todos los ámbitos rocanroleros aunque haya sobrepasado (o pueda rebasar próximamente) la barrera de popularidad y del mainstream, esa que muchas veces provoca a ciertos aficionados algo de distanciamiento.
Abrió el evento la valenciana Carolina Otero quien, tal y como anunció, se presentó en formato dúo, acompañada solamente por el formidable batería Roberto Timón de los Someone Elses. El contraste de la distorsión guitarrera y la contundencia percusiva con su aterciopelada voz flotó en la sala a través de temas como “The dream of you”, “Mad Media monster” o “We dance to the sound of a dollar” del álbum “As i fade out” (2018), o de “Out loud” del “Diastema girls” (2015).
…la valenciana Carolina Otero…el contraste de la distorsión guitarrera y la contundencia percusiva con su aterciopelada voz flotó en la sala…
A las mencionadas en el anterior párrafo se sumarían tres sorpresas, una versión del “Dress” de PJ Harvey y dos inéditas hasta la fecha y en castellano, como fueron “Fuego» y “Jesús Pobre”, preludio ambas de un próximo trabajo discográfico, del que ya podemos anunciar aquí, en primicia para el Exile Sh Magazine, que será en la lengua de Miguel Delibes y que se grabará en los estudios de Paco Loco, tal como hicieron con el Diastema.
Y llegó el ciclón Makovski, un torbellino musical bastante atípico e inclasificable, una especie de cóctel de glam, art-pop y new wave, algo así como un cruce entre Blondie, PJ Harvey y, muy especialmente, Sparks. De hecho se marcaron una espectacular lectura del “This town ain’t big enough for both of us” con el que se inicia la obra maestra de los angelinos “Kimono my house” de 1974.
…el ciclón Makovski, un torbellino musical bastante atípico e inclasificable, una especie de cóctel de glam, art-pop y new wave, algo así como un cruce entre Blondie, PJ Harvey y, muy especialmente, Sparks…
Como no podía ser de otro modo, “MKMK” se convirtió en el plato fuerte de la velada desde el primer instante con esa desinhibida y alternativa fusión de rock independiente que es “Scared of dirt”. A partir de ahí, y tal y como indicó mi compi Jorge García en su reseña correspondiente «la música se vistió de libertad, optimismo y vitalidad”, con momentos verdaderamente trepidantes, como por ejemplo cuando apretaron el acelerador en el vanguardista torpedo punk-rockero de “Reaching out to you”, o con esa especie de himno de la “Devo-lución” que es “Purpose”.
Superado el ecuador de la actuación se sumaron otras recientes como esa maravilla de balada con sabor americano que es “Places where we used to sit”, “The posse”, “Tonight”, el gran himno de amor infinito “Love you til i die” u otro pepinazo para rematar como “I live in a boat”.
Otro de los detalles a tener en cuenta que se pudieron observar fue la cuidadosa combinación con temas más antiguos de la Makovski, algunos a descubrir y a valorar en su justa medida, como “Lava love” del homónimo del 2010, “The gate”, “Iron bells” o “Nevermore” del “Desaparecer” (2011), “Number”, “No news”, “Language” o “When the dust clears” del “Thank you for the boots” (2012) y “Bulldog” del “Chinook wind” (2016).
Por supuesto sería una enorme injusticia darle todo el protagonismo a la mallorquina. Y es que actualmente está acompañada de una banda extraordinaria, como son el bajista Dani Fernández, la bilbaína Mariana Pérez (percusión, teclados y voces), el ruso afincado en León Sam Bredikhin (batería, teclado y voces) y Adrián Martínez (guitarra y batería), cuatro músicos que, a base de carisma, de talento y de ese intercambio constante de instrumentos, consiguen acaparar miradas y darle una mayor dimensión al espectáculo.
Pues eso, que ya les gustaría a muchas bandas de fuera sonar y ofrecer un show como el de ellos. Una grandísima gozada.
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