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Especial dedicado al álbum debut homónimo de Lou Reed, publicado en abril de 1972.

…es lícito ver en el debut de Lou Reed una obra de transición o de perplejidad, este análisis no debe hacernos negar la realidad: el material aquí contenido es de primera, y muchos artistas pagarían por escribir canciones tan sentidas…

Se cumple medio siglo y bien podemos imaginar el primer y homónimo elepé de Lou Reed como una armadía flotando en el río que separa la obra de la Velvet Underground de su carrera en solitario. Compuesto por siete temas —ocho si consideramos que ‘Wild Child’ también había sido escrita (e interpretada en vivo) por Reed siendo todavía miembro de la Velvet— que provienen de los tiempos subterráneos, Lou Reed (1972) parece aprisionado por la extraordinaria discografía de su grupo y las tres excelentes y consecutivas referencias que se yuxtapondrán a su debut y que figuran con letras de oro en la historia del rock: «Transformer», «Berlin» y «Rock ‘N’ Roll Animal«.

Producido por Richard Robinson —que venía de trabajar, nada más y nada menos, en «Flamingo» y «Teenage Head»— y el propio Reed, y registrado por una banda de estudio en la que figuran Steve Howe y Rick Wakeman de Yes (grupo que considero en los antípodas de la Velvet), pero también el gran Clem Cattini (baterista en la grabación de la inmortal ‘Shakin’ All Over’ de Johnny Kidd and The Pirates), el disco pierde el aliento amateur que había posibilitado los descubrimientos del grupo de Lou Reed para entregarse a unos profesionales intachables salvo por un detalle fundamental: el sacrificio de la intuición en favor de la técnica, como bien dice David Fricke. El personalísimo sello impreso a ‘The Velvet Underground’ o a ‘Loaded‘ se ha evaporado, y ‘Lou Reed’, en comparación, suena estándar.

Especial dedicado al álbum debut homónimo de Lou Reed, publicado en abril de 1972.

Pero entonces, dicho y sostenido lo anterior, ¿estamos ante un mal trabajo? No, y rotundamente no. A pesar de que las versiones grabadas por la Velvet que se conocieron posteriormente —descartes que no llegaron a formar parte de ninguno de los cuatro álbumes en estudio que el grupo editó en vida— de canciones como ‘I Can’t Stand It’, ‘Walk And Talk It’, ‘Lisa Says’, ‘Ride Into The Sun’ u ‘Ocean’, son, en mi opinión y entroncando con lo expuesto arriba, más especiales, un disco que cuenta con semejantes composiciones, además de la primera versión de ‘Berlin’, la preciosa ‘Going Down’ u otras revisiones velvetianas como las de ‘I Love You’ y (ésta, magnifica) ‘Love Makes You Feel’, no puede ser sino un muy buen elepé, reticencias aparte.

Quizá aquí las comparaciones cobren demasiado peso; quizá el pasado y el futuro sean demasiado brillantes; quizá, en definitiva, no seamos justos con un álbum ante el que, aislado, caeríamos de rodillas. O quizá no tanto, pero que, desde luego, escuchado del tirón resulta muy notable. 

«Lou Reed» es el comienzo de una aventura sin par en el que ya se encuentran, además, muchas de las pautas que el neoyorquino desarrollará durante los siguientes treinta años. Así que si, como decíamos, es lícito ver en el debut de Lou Reed una obra de transición o de perplejidad, este análisis no debe hacernos negar la realidad: el material aquí contenido es de primera, y muchos artistas pagarían por escribir canciones tan sentidas. ¿Quieren un consejo? Olvídense de la Velvet, olvídense de ‘Transformer‘, y disfruten de un elepé llamado como su creador, que al final voy a acabar contradiciéndome.

* Este artículo fue publicado por su autor en Ragged glory en julio del 2012, y recuperado ahora por su 50 aniversario y por su plena vigencia.


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