Discos Críticas

Reseña y crítica de ‘La Luna’, álbum de Daniel Romano’s Outfit.

… una obra insólita, espiritual, contemplativa, romántica, de una pureza y luminosidad impecable, que melódicamente renueva, adapta y moderniza enseñanzas clásicas, sobre todo de pop o rock psicodélico…

Que el camaleónico canadiense Daniel Romano es uno de los más grandes geniecillos internacionales del rock ‘n’ roll en la última década no debería suscitar muchas dudas a estas alturas de la vida. Que su desenfrenada fertilidad discográfica genera algo de rechazo puede llegar a ser comprensible, pero no justifica el ninguneo ni el menosprecio si se le presta la debida atención. Como tercer argumento introductorio bastante obvio es la aportación de los miembros de su fenomenal banda The Outfit (Julianna Riolino, Roddy Rosetti, David Nardi, Carson McHone, Ian Romano), un plus que engrandece y que dota de mayor aptitud, potencial y posibilidades al resultado definitivo.

Dicho lo cual, y teniendo en cuenta que, tras el encierro por la pandemia, ha entrado en una etapa más moderada que reduce los lanzamientos discográficos anuales, llega ahora «La Luna» como sucesor de «Cobra Poems», convirtiéndose indudablemente en el álbum más ambicioso y sorprendente que han publicado hasta la fecha.

La Luna de Daniel Romano's Outfit

Y es que nos hallamos ante una obra insólita, espiritual, contemplativa, romántica, de una pureza y luminosidad impecable, que melódicamente renueva, adapta y moderniza enseñanzas clásicas, sobre todo de pop o rock psicodélico y que, de haberse grabado hace cuatro o cinco décadas por nombres con ciertas conexiones como Beatles, Electric Prunes, Queen, Jethro Tull…, estaríamos hablando de una indiscutible y atemporal masterpiece.

Por supuesto queda claro que se trata de un trabajo complejo y arriesgado, que no casa mucho con estos tiempos de urgencias, ligerezas y premuras, de ahí que seguramente no sea entendido o no sea valorado en su justa medida por algún sector aficionado a la música popular de calidad.

A los que consigan zafarse de prejuicios, convencionalismos o de esas apresuradas necesidades actuales, se les puede abrir un universo emocional glorioso, que comienza con un bellísimo y liberado preludio instrumental de casi seis minutos, entre folk, jazz orquestal y rock progresivo.

A través de teclas de piano y guitarra acústica se enciende después una luz que crece junto a una lírica onírica, donde el silencio, el coraje y la ira dan paso a la realidad del amor más limpio de impurezas. «Are we love?»

Posteriormente, entre coros celestiales y la voz de la Riolino se abre la puerta a Romano para introducirnos en un paraíso cósmico, el de recuperar aquella risa, aquella fruta tierna, aquellos deseos del corazón y aquellos estribillos soleados que, en definitiva, serían los jardines de antaño. Nunca hay un final y ese verso de «Nothing’s ever gone» suena solemne y monumental, para volver y volver a empezar, a través de la semilla y la provocación del deseo, con la memoria y el destino del soñador, siempre a la incesante búsqueda de la verdadera sabiduría.

Pero no acaba ahí la cosa, porque todavía quedan más de quince minutos en la otra cara de La Luna, donde siguen alternándose los protagonistas vocales y los coros. Entre ecos y preguntas existenciales, sin respuesta, la poesía proyecta y refleja la imagen de una cautivadora ilusión cósmica. También anda por ahí el miedo, como figura abstracta de la rabia. Nos engañan, nos hacen creer, el maestro mata la sabiduría del niño… pero cada lunático desea una estrella y, entre sombras, misterios, verdades y sueños, brilla el satélite.

… simplemente es una canción partida en dos, con doce secciones, una bendita locura llena de belleza, ingenio y talento, una ópera rock épica y profunda del Siglo XXI para quien guste… 

En la recta final se produce la definitiva comunión y el milagro, con la culminación del in crescendo en ese «tememos desaparecer, existir infinitamente en el vacío y así, damos forma al mañana como hoy». Es de una intensidad bárbara que incita al bucle, y es ahí donde Daniel Romano & The Outfit consiguen el más difícil todavía, que el espectáculo haya terminado observándose la vida a través del luminoso satélite y que todo haya sido un precioso sueño, un bálsamo auditivo.

Mañana seguramente seguiremos en órbita, volverá a salir La Luna y todavía quedará mucha gente sin escucharla, sin contemplarla y sin darle el valor que merece. Sí, simplemente es una canción partida en dos, con doce secciones, una bendita locura llena de belleza, ingenio y talento, una ópera rock épica y profunda del Siglo XXI para quien guste. Se dice pronto.


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