Jake La Botz - Hair on Fire

Críticas Discos

Jake La Botz ofrece con «Hair on Fire» un variado y muy recomendable disco lleno de esperanza y reflexión.

vagabundea por los callejones sonoros de la música americana de interior, con fuerte apego por el rock, el blues, los acentos sureños y nuevaorleanescos

Ha querido la casualidad que conozca a Jake La Botz recientemente, y a poco que he navegado en su historia no he podido evitar que la misma despierte mi interés y que además que el tipo en cuestión me caiga francamente bien.

Su vida da para una novela, presenta un pasado como actor de suficiente solvencia y con títulos de cierto calado en su haber. Ha atravesado por etapas complicadas por el abuso de substancias, ha tocado en las calles y en el metro teniendo como mentores a bluesmen como David ‘Honeyboy’ Edwards, ‘Homesick’ James o ‘Maxwell Street’ Jimmy Davis, y a sus cincuenta y cuatro años publica un disco que merece todo mi respeto titulado «Hair on Fire» y que hace el número diez de su carrera.

Musicalmente La Botz vagabundea por los callejones sonoros de la música americana de interior, con fuerte apego por el rock, el blues, los acentos sureños y nuevaorleanescos, además del cajún o el rythm & Blues, también el soul o el pop sixtie podrían entrar en la ecuación.

Jake La Botz
Jake La Botz

Por buscar coordenadas que ayuden a ubicar mejor su música y estilo, podríamos emparentarlo con figuras más conocidas por estos lares como Pokey LaFarge, Luke Winslow-King, Daddy Long Legs, Seth Walker, John Paul Keith, J.D. McPherson o Nick Waterhouse entre otros.

En lo que a «Hair on Fire» se refiere, debemos hablar de un variado y notable disco de canciones perfectamente construidas y muy bien producidas, donde destaca el cromatismo estilístico y unos textos ciertamente sorprendentes, donde el humor, muchas veces rozando lo surrealista, se mezcla con una visión afilada y cínica de los temas universales que son tratados de manera mística y reflexiva.

Intentaremos mostrar y demostrar la variedad de contenidos estilísticos a la que hacemos referencia en el párrafo superior poniendo como botón de muestra el tema homónimo que sirvió de avanzadilla al disco completo hace unos meses y que se trata de un animoso tema de aire vintage y mensaje optimista.

El álbum da comienzo con un tema de texturas pétreas que soportan una melodía y estribillo pop titulado «Let it fall» que tiene continuación en la pantanosa y oscura «Killing for a living», una sórdida visión del capitalismo ensombrecida por una inquietante sección de viento.

En un tono de reflexión mística y filosófica, encarando temas de calado como la muerte vista como un episodio de luz y tránsito tenemos «Hope the sunshine» o el plácido colofón «Last mission on Earth».

Más temas importantes: «It looked just like a gun» habla sobre los asesinatos en serie y el terrible estado en quedan las familias de las víctimas; «Broken birds» es una bella balada aderezada con steels y vientos que proclama la empatía; «I don’t want it» es un tema cajún de evidente esencia retro en el que habla de lo que es rechazable: odio, codicia, negatividad…

Encendidas defensas a la esperanza o el amor nutren los límites melódicos de cortes como la bonita copla con piano «Who will you love» o el pop «Mirror in me». «First McDonnell’s on the moon» y «Getting ready to roll» son dos encendidos pasajes de tono vintage cocidos a orillas del Mississippi que cierran un tracklist sin fisuras, con elegíacos textos llenos de bondad, esperanza y espiritualidad y la ya sobradamente destacada riqueza estilística. Un estupendo álbum que se escucha con gusto e incluso por momentos, con emoción y que no dudo en recomendar a todos los amigos del Exile.


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